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Jacuzzi, bar privado y prostitutas: así controlaban “Los Zetas” el penal de Topo Chico

En sus peores años, el penal de “Topo Chico” fue controlado por “Los Zetas” y sucedió el peor motín en la historia de las cárceles de México.

Escrito en ESTADOS el

El próximo 30 de septiembre el penal de “Topo Chico”, en Nuevo León, será cerrado tras 76 años de operación y un negro historial de corrupción, así como de violencia, comandada por el narcotráfico.

En sus peores años, el penal de “Topo Chico” fue controlado por “Los Zetas” y sucedió el peor motín en la historia de las cárceles de México.

Era febrero del 2016, dos bandas protagonizaron un motín en el penal para hacerse de su control: de un lado la gente de Iván Hernández Cantú, “El Credo”, vinculado al cártel del Golfo; y del otro Juan Pedro Saldívar Farías, “El Z-27”, miembro de “Los Zetas”, quien apenas llegaba a dicha cárcel.

“El Credo”, detenido en 2012, fue acusado de secuestro y venta de droga para el Cártel del Golfo en los municipios regiomontanos de Juárez, San Nicolás, Guadalupe y Apodaca.

Mientras que “El Z-27”, capturado en 2013, fue señalado como presunto jefe regional de “Los Zetas” en Tamaulipas.

Entre los actos atroces de aquel motín, destaca lo que sucedió en el ambulatorio C, donde se encontraba la celda de “El Credo” y varios de sus hombres cercanos, el cual fue incendiado.  

Como saldo del motín hubo 49 personas muertas y otras 12 heridas, de las cuales cinco fueron de gravedad.

Desde entonces, “El Z-27” fue quien se apoderó del penal de “Topo Chico”.

Un recorrido realizado por “En Punto” en el penal, así como el relato de Roberto Flores, procurador General de Justicia de Nuevo León y, Juan Martínez González, director de dicha cárcel, dentro de las instalaciones evidencian el horror que hubo en “Topo Chico”.

En el ambulatorio E del penal se encontraba la celda de “El Z-47”, la cual se encontraba al final del pasillo, rodeada por lo que eran las celdas de sus escoltas.

La celda de Saldívar Farías era más grande que la de los demás reos, tenía además pinturas en las paredes, incluso un mapa de México donde presumía la presencia de “Los Zetas” en los estados.

Enfrente de dicho mapa, “El Z-47” había ordenado colocar un jacuzzi, así como televisores, sillones y mosaicos en el piso.

Aquel pasillo del ambulatorio E que derivaba en la celda de Juan Pedro Saldívar Farías fue convertido en una discoteca y apodado como “El pasillo de ‘Los Zetas’”.

Todas las celdas del pasillo se encontraban tapadas con maderas pintadas de negro, no había visibilidad.

A lado del ambulatorio E estaba un anexo techado, el cual fue convertido en un bar, el bar de “Los Zetas”.

Los internos adaptaron el lugar como una cantina con cocina, ahora funge como una panadería, rescatada por las autoridades penitenciarias.  

Incluso, “Los Zetas” se apropiaron de la capilla del penal y lo convirtieron en un santuario para adorar a la Santa Muerte.

Desde su celda, “El Z-27” controlaba la venta de bebidas alcohólica, drogas, el uso de las áreas de visitas conyugales y hasta una red de prostitución.

rgg