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Gumaro, el intrépido hombre de rojo

Hace 15 años Gumaro Pérez Aguilando tuvo un acercamiento con el periodismo, a través de un amigo, desde entonces decidió hacer de esa profesión

Escrito en ESTADOS el

Veracruz, Ver. Hace 15 años Gumaro Pérez Aguilando tuvo un acercamiento con el periodismo, a través de un amigo, desde entonces decidió hacer de esa profesión su forma de subsistir y ganarse el pan de cada día. 

Era tal su pasión por reportear la nota policiaca en su trabajo, en el Diario de Acayucan, el más leído de esa región sur del estado de Veracruz, que los lectores y sus jefes lo apodaron "el hombre de rojo". 

El mote era porque siempre montaba una moto colorada, con vestimentas del mismo color, para andar atrás de la llamada nota roja. 

Este martes, cerca de las 11:00 de la mañana, el reportero se convirtió en el cuarto comunicador asesinado en el 2017, en la administración del gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares. 

Sujetos armados ingresaron a la escuela de su hijo para matarlo mientras presenciaba con otros padres de familia el festival navideño de los alumnos. 

Sus compañeros lo recuerdan como una persona tranquila, que no se metía en problemas, dedicado a su familia y a sus trabajos dado a que combinaba el periodismo con una plaza de chofer en el área de Comunicación Social del ayuntamiento de Acayucan. 

Sus amigos recuerdan que empezó de ayudante de otro reportero de la zona al que apodaban "Memo Prince", él fue su maestro dado a que ambos eran empíricos en la profesión. 

Allí, Gumaro aprendió de las fuentes policiales. Al paso del tiempo, aseguran sus excompañeros, se convirtió en el mejor periodista de nota roja en Acayucan. 

"No había accidente, por más pequeño que fuera, al que no llegara en su moto", relató otro comunicador que prefirió el anonimato, por motivos de seguridad. 

Recordó que el evento más relevante que cubrió Pérez fue el asesinato del llamado cacique del sur, Cirilo Vázquez Lagunes, cuyos hijos siguen gobernando gran parte de esa zona veracruzana. 

"Fue el primero en llegar y sus fotos eran famosas porque llegó segundos antes del ataque armado de Cirilo. Gumaro contaba que casi, casi le tomó fotos a las camionetas de los asesinos que huyeron". 

La última vez que convivieron con la víctima fue en un restaurante de carnitas en la comunidad de El Zapotal, en donde platicaron lo riesgoso que era trabajar ya en medios de comunicación. 

"Hablamos de que había que tener cuidado, que la cosa estaba de la chingada. Que había que tener cuidado, porque hasta una bala perdida nos podía tocar", dijo el testigo. 

A Gumaro Pérez le sobrevive su hijo de seis años, Iker, quien escuchó las detonaciones que le quitaron la vida a su padre, en su salón de clases. 

"Tal vez su hijo sepa cómo era de famoso su padre a través de la hemeroteca, pero mañana preguntará ¿En dónde está su papá? Y nadie sabrá que responderle".