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Gina queda libre tras 7 meses en prisión por un delito que no cometió

Georgina Vega fue víctima de la justicia chiapaneca, pues aunque su inocencia estaba comprobada, cumplió siete meses en prisión por un delito que no cometió. Esta semana por fin quedó libre

Escrito en ESTADOS el

Tuxtla Gutiérrez.- Gina Vega levanta los brazos, está feliz, grita. Y no es para menos: tras siete meses recluida de forma injusta en el Centro Estatal de Reinserción Social para Sentenciados (CERSS) número 14, conocido como “El Amate”, en el municipio de Cintalapa, Chiapas, por fin quedó libre. 

Apenas la semana pasada, La Silla Rota les presentó una entrevista exclusiva con su hermana, María José Cobián, quien lamentó las “trabas” en el debido proceso y el sufrimiento de Gina no solo por estar encerrada, sino porque no sabría hasta cuándo volvería a disfrutar de sus hijos, pero en libertad. 

Sin embargo, la justicia llegó. Apenas ayer por la tarde el juez del Juzgado Primero “dio luz verde” para que dejara ese penal, luego de que fuera acusada por una situación que no le competía a ella: un juicio mercantil entre su padre, quien ya falleció, y Humberto Suástegui Zúñiga. 

Sin embargo, Georgina Vega Aguilera, o Gina, como cariñosamente le llaman, fue quien “pagó los platos rotos”, y cuando estaba en San Cristóbal de Las Casas acompañada por su pareja y sus hijos, Gian y Valeria, de 4 y 13 años de edad, fue detenida por elementos policiacos, quienes en primera instancia le advirtieron que había cometido otros delitos. 

Mientras estuvo en prisión, Georgina motivó a cerca de una veintena de reclusas para formar un equipo y comenzar a bordar bolsas para damas, cuyo proyecto denominó “Ámate”, y con el cual conseguían algunos recursos para mantenerse mientras pagaban sus respectivas penas.

La semana pasada, su hermana María José dejaba en claro que había un lapso de tres meses con los que contaban los magistrados para otorgar una respuesta a la revisión del caso solicitada por la parte demandante; “aunque no sabemos cuánto tiempo más se llevará”, confesó Cobián en esa entrevista con este medio. 

Empero, hoy Gina vuelve a respirar aire puro. Se siente agotada, pero feliz porque ya está reunida con su familia y, lo más importante para ella, sus hijos. Pero también está lista para seguir con su labor creativa, la que hacía con mujeres artesanas del municipio indígena de Zinacantán, antes de que la injusticia llegara a su vida.