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Gerly: un feminicidio que la policía pudo evitar en Mérida

Hugo, pareja de la mujer, la golpeó la noche del 14 de agosto, la policía llegó al domicilio, pero el sujeto dijo que ya estaba dormida; una hora después murió

Escrito en ESTADOS el

MÉRIDA.- El sábado 14 de agosto, Gerly Esperanza Uicab Mijangos fue víctima de feminicidio. Hugo, su pareja y padre de sus hijos, la golpeó hasta quitarle la vida. Sus gritos alertaron a las vecinas, quienes llamaron en reiteradas ocasiones al 911. Alrededor de las 2 de la mañana llegó una unidad de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). Las mujeres oficiales preguntaron por ella, pero salió Hugo de la casa y les dijo que Gerly ya se había dormido. El dictamen forense revela que falleció una hora después.

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La mujer fue asesinada en el interior de su casa, ubicada en el fraccionamiento San Marcos, al sur de Mérida. Su madre, la señora Rosy Gerly Mijangos Paloma, sostiene que si la policía hubiera constatado que ella estuviera bien se pudo evitar el feminicidio de su hija.

Debe haber una orden o algo para que cuando las mujeres pidan ayuda o los vecinos avisen a la policía no se vayan solo con que salga el hombre a decirles que ya todo está bien, deben de pedir verla. Mi hija ya no siguió gritando porque ya estaba muerta. La policía debe poder rescatarlas, tienen que pensar que a veces ellas tienen miedo de hablar, entran en pánico
 

Un día antes del crimen, Gerly platicó con su madre y estaba feliz porque colocarían el piso de su casa. 

Rosy relató que cuando le avisaron de su hija, pensó que Hugo la había golpeado de nuevo, pero no que la había asesinado. Cuando llegó a verla, la casa ya estaba acordonada. La vio hasta el domingo, cuando le entregaron su cuerpo sin vida. 

¿QUIÉN ERA GERLY? 

Gerly Esperanza Uicab Mijangos tenía 30 años, era madre de Alexandra de 9 años y a Said de 6. Se preocupaba por salir adelante, ser feliz y cuidar de sus pequeños. Trabajaba como taquillera en el trenecito del Parque Zoológico del Centenario de Mérida. Siempre intentó superarse, pasó de ser bodeguera a ese puesto, en el que obtuvo su base como empleada del Ayuntamiento de Mérida. 

“Era una mujer moderna, le gustaba vestirse bien, ver a sus niños y trabajar, también tenía muchas amistades, era muy sociable. Entre ella y yo cuidábamos a los niños, todos los días que llegaba del trabajo para recogerlos en mi casa se apuraba para irse, no sé si porque tenía que hacer o porque él (Hugo) la presionaba mucho”, relata su madre. 

La mamá reconoció que Gerly no era perfecta, pero eso no significaba que merecía perder la vida víctima por violencia de género. “Estudió hasta la preparatoria. Seguía frecuentando a sus amistades de segundaria y preparatoria, dejó la escuela cuando conoció a Hugo. Primero trabajó en un Oxxo y en Telcel, y luego hubo la oportunidad de que trabajara en el Ayuntamiento”.  

Gerly mantenía una relación sentimental con Hugo desde hace 11 años, de los cuales ocho vivieron en casa de su madre Rosy Gerly. Se mudaron al fraccionamiento San Marcos en 2019, después de una discusión en la que su madre le pidió que analice si seguiría con él, ya que vivía mucha violencia familiar. Le gritaba y la humillaba. 

Discutieron por celos de él y por sus infidelidades. La mamá de Hugo me vino a decir que los deje ser felices, que yo me metía y no los dejaba ser una familia. Yo hasta les propuse que me dejen a los niños y la mamá de él se opuso. Después de eso se llevaron sus cosas, no vinieron un tiempo, pero pasó la pandemia y cuando regresó Gerly a trabajar me trajo de nuevo a los niños
 

EN MAYO, LA PRIMERA AMENAZA

En la casa del fraccionamiento San Marcos, los vecinos de Gerly y Hugo llamaban constantemente al 911 para pedir ayuda. Las agresiones físicas y verbales contra ella eran constantes. Él había empezado a consumir alcohol casi a diario y regañaba constantemente a Alexandra y Said.

Rosy cree que estaba enojado con su hija porque probablemente aportaba más dinero que él en la casa.  

La mamá de Gerly siempre cuidó de sus nietos, se hacía cargo de ambos a diario, mientras su hija trabajaba. Los fines de semana se quedaban a dormir con ella. Había días que Said se negaba a regresar a San Marcos y Alexandra siempre quería regresar con su madre.  

“Los niños tenían temor, me decían que Hugo desde la calle empezaba a arrastrar a su mamá. Mi nieta me dijo que tenía un carácter muy pesado, le pegaba a la niña, yo creo que por eso mi nieto no quería ir a veces. De todas formas, mi nieta siempre quería regresar a casa, pero yo pienso que quería estar ahí para defender a su mamá, porque en las últimas fechas ya era más agresivo con Gerly”. 

En mayo, Hugo le llamó a la madre de Gerly para pedirle que vaya por ella o se la entregarían en el Servicio Médico Forense (Semefo). Ya eran más de las 11 de la noche y continuaba la restricción de movilidad -una medida aún vigente en Yucatán para evitar los contagios de covid-19-, por lo que no pudo conseguir un taxi. Le pidió a una vecina, amiga de su hija, que pidiera auxilio a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). 

Tras esa agresión, Gerly no denunció a Hugo, ya que su suegra y cuñadas la persuadieron de perdonarlo. Ella estuvo en el hospital a consecuencia de las lesiones y Hugo permaneció tres días en la cárcel pública. 

“Hugo me habló por teléfono y me amenazó con que iba a matar a mi hija, que si no iba por ella la mataría y yo la iba a tener que ir sacar del Semefo. Por suerte, ese día estaba un vecino sentado y escuchó cuando la niña me trajo el teléfono en altavoz. Le llamé a la vecina para que llame a la policía, ya había restricción y no me podía mover, no había ni taxis”, enfatizó. 

“¿Por qué no le dijeron que la dejara si no la quería? Solo hicieron que Gerly no interpusiera su demanda. Yo estaba muy preocupada, le pedí que regresara a la casa con los niños y ella no quiso venir”, lamenta su madre. 

Actualmente, Hugo está vinculado a proceso por el delito de feminicidio agravado y permanece en prisión preventiva en el Centro de Reinserción Social de Mérida. 

 

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