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Entre paredes fracturadas así viven en Atenango del Río

A tres días del sismo en Atenango del Río, el municipio de Guerrero que más resintió el sismo por estar ubicado a unos 94 kilómetros de distancia de Axochiapan

Escrito en ESTADOS el

ATENANGO DEL RÍO, Guerrero (La Silla Rota). Sandra Flores y Abelardo Valle han dormido desde el martes en su casa con paredes fracturadas, en esperan de que llegue gente del gobierno y les diga cómo los apoyarán. Hermelinda Antonio, repitió cuanto pudo lo difícil que le es conseguir leche para su hijo. Al menos un miembro de cada familia damnificada ha cuidado desde las banquetas sus casas; la sacudida del martes pasado desniveló las puertas y no cierran. Un grupo de mujeres arremolinadas en la calle Benito Juárez se quejaron de que no les llega la ayuda como a los del centro de la cabecera municipal. Uno de los dos únicos hoteles del pueblo tendrán que demolerlo por los daños.

Todas estas situaciones son parte del caos que se vive a tres días del sismo en Atenango del Río, el municipio de Guerrero que más resintió el sismo por estar ubicado a unos 94 kilómetros de distancia de Axochiapan, Morelos, el lugar del epicentro.

Las quejas y el caos están orientadas a que la ayuda institucional aún no llega a los habitantes, porque de la solidaridad de los guerrerenses no les queda duda. “¡Muchísima ayuda!” y “¡Cuánta ayuda vienen a dar!”, son algunos de los comentarios que sobraron afuera de la vivienda de Andrea Flores, a un lado de las ruinas de uno de los cuartos que daba a la calle.

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Todos esos comentarios son entre las idas y venidas al Zócalo cada vez que se acercó alguien a decirles que llegaron más despensas, y cada vez que vieron pasar camionetas con frases alentadoras en los cristales y llenas de víveres.

Las quejas son para autoridades de todos los niveles, por ejemplo, Sandra Flores, aseguró que hasta el viernes la presidenta municipal, Eréndira Puente González, ni siquiera había ido a preguntarles qué daños tuvieron. “A ver hasta cuando llega algo”, dijo sentada en la puerta de su casa; ella es una de las que no cerrar la puerta.

Su reclamo no llegó hasta el Ayuntamiento, sabía que las autoridades federales, con los fondos de desastres, tienen la responsabilidad de reponerle su casa. “Pero que hagan una casa bien, no como las viviendas de hace cuatro años”, comentó; se refirió a las casitas que les hicieron a los afectados por las lluvias de Manuel e Ingrid, de las que todavía hay queja. La casa de Sandra Flores es un cajón grande de dos niveles de concreto.

En el grupo de mujeres que se reunieron en una esquina de la calle Benito Juárez, casi enfrente de la casa de Sandra Flores, de donde no cesaron los reclamos de que ni siquiera las despensas alcanzan –“Los que vivimos para el cerro bien abandonados”, soltó una de ellas–, estaba Sandibel Ramírez, una madre que aseguró acercarse a la alcaldesa y pedirle colchonetas para que durmieran sus hijos y se las negó.

En una calle del centro caminaba Hermelinda Antonio. Iba de recoger una despensa y se quejaba de que el jueves se acercó a gente del ayuntamiento a pedirles fórmula láctea para su hijo, y le dijeron que no tenían. Hermelinda Antonio no sólo tiene dificultades para encontrar de comer para su hijo, también para sobrevivir: se quedó sin trabajo y sin casa, porque el hotel California, en el que vivía con su familia desde hace cuatro años como encargada, fue declarado por Protección Civil inhabitable, es decir, tendrán que demolerse.

Los días después del temblor los ha pasado en un cuarto prestado por una de sus cuñadas, con ropa que su esposo sacó en una escapada de quienes acordonaron el edificio, porque casi todas sus cosas están dentro del hotel, o sea su casa. "Sin casa. Sin trabajo. Esto no era mío pero yo vivía ahí", dijo.

Entre los reclamos de los habitantes también continúa el temor, porque muchas de las 158 personas que han entrado y salido del albergue abierto en un lugar que conocen como El Casino, durmieron por precaución. Doña Silvia, una mujer de la parte alta de la cabecera también se muda en las noches al parque al final de la calle Juárez.

kach