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En Monterrey 9 de cada 10 mujeres han sufrido acoso o ataques

Un diagnóstico del Instituto Estatal de las Mujeres revela que el 90% de las mujeres que usaron el transporte público en 2018 fueron objeto de acoso

Escrito en ESTADOS el

MONTERREY.- María de la Luz recuerda cuando subió a un camión urbano una noche: “entre la multitud, de pie, sentí que me colocaron en la espalda algo, tal vez un arma, no distinguí, me pidieron el teléfono celular y mi cartera”.

De profesión abogada, a “Lucha”, como le dicen, se le hizo fácil no utilizar el carro pues iría solo a unas cinco calles de distancia. “Además del material que perdí, me han dejado un trauma, estoy asustada, traumada”.

Extrovertida, carácter opuesto al de “Lucha”, Carolina labora en el taller de un diario local y utiliza el transporte urbano para moverse y ella ha sido objeto del acoso en los camiones.

“Hace días iba sentada al lado de la ventanilla cuando se sienta a mi lado un hombre y pega su pierna a la mía. Luego el viejo roza con los dedos mi pierna, me despego y me agrede verbalmente. “Si te gusta”, me dice en voz alta frente al resto del pasaje.

Le reclamo la actitud y se suelta: “pinche vieja, eres put… “. Luego se baja del camión y nadie intervino para defenderme”.

Ellas dos son parte de las estadísticas de mujeres que son acosadas o atacadas en el transporte urbano del Monterrey metropolitano y que, a juicio del Instituto de la Mujer, son víctimas de “acoso” o “arrimones”.

Según un diagnóstico del Instituto Estatal de la Mujer, por lo menos el 90 por ciento de las mujeres que utilizaron transporte urbano en 2018 fueron objeto de alguna forma de acoso, como un "arrimón, piropos o acciones desagradables".

"Con base a un diagnóstico que realizamos sobre violencia en el transporte público que se hizo en coordinación con ONU Mujeres, nos da cuenta de que por lo menos el 90 por ciento de las mujeres ha sufrido algún episodio de violencia en alguna unidad del transporte urbano y estamos hablando de todas las unidades", informó Cecilia Reyes, titular del Instituto.

Refiere que actualmente se trabaja en la normatividad, en los protocolos para saber cómo se debe de actuar en un caso de violencia por lo que se espera tenerlos listos para octubre o noviembre próximos.

“Los protocolos consisten en una definición de qué es lo que se tiene qué hacer en caso de que se sufra algún episodio de violencia en el transporte urbano que puede ser desde un "arrimón, como vulgarmente se le llama, un piropo, que la mayoría de las veces son desagradables, hasta otras situaciones más agresivas".

Mal nacional

Cecilia Reyes explica que ONU Mujeres realizó ese diagnóstico también en otras ciudades del país y la incidencia de violencia hacia las mujeres en el transporte público se mantiene en porcentajes similares.

En ese sentido, se tiene un plan de trabajo para disminuir la violencia en ese espacio por lo que se han atendido a 65 mil personas en unidades de transporte a donde va un equipo del Instituto de las Mujeres.

"Todos los días estamos cubriendo rutas de camiones que están ubicadas en municipios con alerta por violencia de género. Se entrega folletería, se explica lo que es acoso, para que deje de verse como algo naturalizado".

"También hemos capacitado a aproximadamente 3 mil operadores, choferes de unidades de transporte, para que sepan qué hacer en caso de que se presente un incidente de violencia en el camión, porque el problema es cada vez más visible en las redes sociales y hay mujeres que ya están reaccionando y por lo menos gritan cuando sufren de violencia".

Una vez identificado el problema están ya trabajando en la definición de los protocolos para atender la violencia en el transporte público.

Pero mientras eso sucede, las mujeres siguen expuestas al acoso en los camiones urbanos y el metro, al grado de que en éste último sistema se destina un vagón para mujeres en horas pico de la mañana y la tarde.

Mariana, que por años se ha dedicado participar en carreras de distancia, recuerda que alguna ocasión un individuo le dio un “arrimón”.

“Quise aceptar que fue un empujón fortuito, pero en la segunda ocasión dije, no, ni madre y que me volteo, le doy un descontón en pleno hocico. ‘Por qué me pega’, reviró. No te hagas pendejo, le dije. Y lo más triste es que nadie del pasaje intervino para defenderme”.