El Viejo, representación que sirve para despedir el año en medio del baile, la algarabía y la fiesta, es una tradición veracruzana surgida hace 144 años como una protesta sindical en los antiguos muelles del puerto.
Este festejo se realiza antes de terminar el año, el día 31 de diciembre los jarochos salen a las calles, semáforos, vecindades o colonias portando un muñeco de trapo y caracterizados de ancianos con barba blanca y sombrero a bailar ritmos tropicales para despedir al “año viejo, mientras que a la medianoche esta figura es quemada.
El historiador Ricardo Cañas Montalvo, director del Museo de la Ciudad de Veracruz, relata que la tradición empezó como una especie de movimiento o protesta laboral por los trabajadores del antiguo muelle en el año 1875.
Los obreros del muelle al ver que directivos de la aduana y altos funcionarios se repartían entre ellos la mercancía que había quedado olvidada en las bodegas en todo el año, pidieron ser considerados como una forma de gratificación por el todo el año de trabajo, detalla Cañas Montalvo.
En aquel entonces no existían prestaciones de fin de año como el aguinaldo, actualmente establecido en la Ley Federal del Trabajo.
“Una persona que al parecer se llamaba Manuel Bovril organizó un grupo de estos trabajadores (del antiguo muelle) y anduvieron manifestándose en las casas de los directivos portuarios, Manuel Bovril fue encarcelado por este movimiento que había hecho y lo que hacen sus compañeros es salir por las calles a pedir dinero, haciendo ruido con cacerolas, sartenes y otros utensilios y con esto lograron juntar dinero para sacarlo de la cárcel.”
Al ver que esto les había dejado dinero comenzaron a hacerlo cada año, mientras que el personaje de “El Viejo”, como lo conocemos, surgió años más tarde de una imagen obtenida de almanaques provenientes de china que descargaron en el muelle, con el rostro de un anciano de barba blanca y rasgos asiáticos.
Fue así como uno de los trabajadores decidió caracterizarse con ropa vieja, desgastada y una barba blanca, acto que quedó para la posteridad.
Tradición convertida en oficio
Años más tarde esta tradición fue evolucionando, paso de ser una protesta a una fiesta, la cual se convertiría en el oficio de muchos veracruzanos quienes actualmente viven de elaborar muñecos de “El Viejo” que se utilizan para esta tradición.
Al norte de la ciudad de Veracruz, en la avenida Rafael Cuervo, se encuentra el taller de piñatas de la señora Reina Trejo Jiménez, su esposo sentado en una silla de madera ya prepara el material con el cual hará los “Viejos”.
Ahí trabaja toda la familia sus hijos, nueras y nietos, son nueve años de trabajar el arte de las piñatas y “Viejos”, cuenta que fue la necesidad que la llevo por este camino, ya que nadie le enseño a trabajar esta técnica.
En la entrada del negocio algunos muñecos de cartón y papel, adornados con billetes falsos y sus peculiares sombreros que tanto los caracteriza, se encuentran sentados, esperando a sus compradores.
“El Viejo tradicional se rellena con aserrín, con periódico y se usa la ropa que ya no le sirve a uno, ropa vieja, ese es el viejo tradicional el que lo queman, quema uno lo que sufrió, todo lo que le paso en el año viejo.”
Aunque este oficio le ha dejado buenas gratificaciones, actualmente las ventas han bajado en comparación a otros años, pero ella al igual que sus familiares no dejan que la tradición se pierda y esperan que, así como ellos, muchas familias recuperen esta costumbre jarocha.
“Yo pienso que no, que esta tradición seguirá viva, primero Dios, el 'Viejo' y las piñatas se van a seguir vendiendo.”
No obstante, Cañas Montalvo, afirma que esta tradición ha mutado tanto que está en vías de desaparecer, pues las nuevas generaciones han trasformado la esencia original del “Viejo” para convertirlo en algo burlesco y que ya no representa esa algarabía con la que inició.