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El sismo dejó a Gael y Geraldine atrapados en un cerro

Blanca Estela vio como fueron perdiendo la vida sus niños, a pocos metros del río, se colapsaba su casa de adobe

Escrito en ESTADOS el

Los hermanos Gael y Geraldine Barbán Ortega apenas habían llegado al río Atoyac para acompañar a su mamá, Blanca Estela, a lavar la ropa cuando uno de los cerros que rodea la barranca comenzó a crujir. De pronto, una avalancha de piedras y tierra cubrió los cuerpos de los niños.

Blanca narra lo que ocurrió ese martes 19 de septiembre cuando un sismo de magnitud 7.1 sacudió el centro y sur del país, entre ellas a la comunidad, La Huerta, ubicada en el municipio de Jolalpan, Puebla, en los límites con el estado de Guerrero.

“Corrí para rescatarlos pero ya no me dio tiempo. Una piedra y la rama de un árbol me pegó en la cara y también quedé atrapada”, contó a Expansión desde un pequeño cuarto que su cuñado les ha prestado a ella y a su esposo.

La pareja no solo perdió a sus dos hijos sino también su casa.

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Blanca vio como fueron perdiendo la vida sus niños, a pocos metros del río, se colapsaba su casa de adobe. Su esposo, dedicado a la albañilería había ido a trabajar a una comunidad cercana ese día.

Desde la mañana de ese 19 de septiembre, Blanca Estela había planeado junto con su suegra y una de sus cuñadas acudir juntas a lavar la ropa de la semana a las orillas del río. La razón es porque ninguna autoridad se ha preocupado en reparar la tubería del agua potable que quedó destrozada con el paso de las tormentas tropicales Franklin y Katia, además del temblor del pasado 7 de septiembre.

Tras la avalancha, Blanca comenzó a gritar para pedir auxilio para intentar rescatar a los menores, pero no tuvo éxito.

Aún se movía la tierra cuando una de las tías de Blanca corrió hacia el centro de la comunidad para solicitar el apoyo de los habitantes. Cuando un grupo de hombres llegaron al sitio, los niños habían dejado de respirar.

“El niño quedó en mis pies. Aún se movía cuando pedí ayuda pero ya no pudimos hacer nada. Todo fue muy rápido”, se lamenta.

Gael y Geraldine forman parte de una docena de menores de edad que quedaron bajo los escombros.

La madre de los menores considera que su desgracia es doble, pues aparte de sufrir el dolor de la muerte de sus únicos dos hijos, no tiene dónde dormir. Su hermano Hilario les ha destinado mientras un cuarto, desde donde realizan el novenario “por el descanso” de los niños.

Con información de Expansión

kach