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El sacristán que se convirtió en héroe (VIDEO)

Es sacristán y salvó a su amigo tras el colapso de luna iglesia en Atzala, sin embargo, se pregunta porque él no murió

Escrito en ESTADOS el

PUEBLA (La Silla Rota).-Es sacristán, tiene 45 años de edad, y generalmente sus piernas no le responden en situaciones de estrés, pero el martes 19 de septiembre su historia cambió, ahora es un héroe.

Sergio Montiel salvó a su amigo Ismael Torres y sobrevivió a 12 víctimas del temblor, pero se cuestiona por qué vive después de que el templo de Santiago Apóstol se derrumbó sobre sus amigos, cuando celebraban el bautizo de la pequeña Elideth, en Atzala, municipio ubicado en la Mixteca poblana.

Tiene aspecto sereno, es hermano de una amable mujer e hijo de una hermosa anciana, quien lo observaba con los ojos llenos de amor y agradecimiento, mientras narraba como Lorenzo le salvó la vida con un empujón y él rescató a Ismael.

Todo se derrumbó

Minutos antes del temblor ya había iniciado la celebración, todo era alegría y esperanza en el templo de Santiago Apóstol. Los padres, los padrinos y sus familias estaban en la parte delantera, frente al retablo de “Las Ánimas Benditas”. Atrás los acompañaban una docena de pobladores quienes asisten a misa con frecuencia y lograron salir prácticamente ilesos.

Sergio estaba en el ambón -parte de los templos católicos desde la que se lee la Biblia- a punto de dar la primera lectura cuando empezó el sismo.

“Pensando que iba a pasar me quedé ahí, pero el compañero Lorenzo que estaba atrás de mí se dio cuenta de mi situación y me dio un jalón que me repegó (sic) a un pilar de la iglesia y ahí me refugié.”

“No me arrodillé, me quedé de pie y tal vez eso me ayudó a tener más movimiento para poder ayudar. El sacerdote que estaba oficiando salió ileso porque digamos, fue el primero en salir. Nosotros ya no pudimos, todo fue muy rápido.”

“Cerré los ojos por unos segundos porque todo era polvo y al tiempo de abrirlos no se veía absolutamente nada, parecía una bodega con talco. Volví a cerrar los ojos y cuando los abrí de nuevo pude ver a la persona que estaba pidiendo ayuda: era mi amigo Ismael.”

“Fui a auxiliarle, estaba enterrado de las rodillas hacia abajo, se quejaba mucho de su cadera, pero también en esta parte de su cabeza –llevando sus manos a la sien- tenía una cortada profunda. Digamos que una piedra le ha de ver cortado y le abrió severamente. Estaba muy ensangrentado Ismael”.

A diferencia de lo que dicen otros testigos de Atzala, el sacristán indicó que el sacerdote Néstor Cuautle regresó con Lorenzo, quien había salido de la polvareda a pedir ayuda para los lastimados porque clamaban auxilio.

“No sé de donde saqué las fuerzas, porque yo tengo un problema en las piernas que me tiemblan al ver emociones fuertes, pero esta vez no entiendo por qué hasta ahorita mi cuerpo ha reaccionado bien, no he tenido esa crisis de nervios”, expresó con incredulidad.

“De hecho lo sacamos por la sacristía, pero cuando alcanzamos a salir mis fuerzas se me fueron, pero ya había otras gentes ahí y les pedí ayuda que lo cargaran y lo llevaran a una unidad donde lo pudieran llevar al seguro”, agregó el cuidador del templo, del que sólo quedaron dos imágenes de la Virgen de Guadalupe.

Ante la polémica que surgió sobre el comportamiento del vicario, que a decir de la comunidad tras el temblor salió en medio del polvo, se subió a su carro y se fue, Samuel expresó: “Pues ignoro qué pensaría el sacerdote porque sí salió –de la iglesia en ruinas- por unos momentos, ya cuando acabó lo del temblor regresó a ver si estábamos con vida. Gracias a dios mi compañero Lorenzo y yo salimos ilesos”.

A diferencia de ellos, Ismael sangraba, su hija Elideth de apenas dos meses de edad se quejaba, igual que la pequeña Azucena, hija de la señora Susana.

Por los desprendimientos de extremidades que tuvieron y otras circunstancias, la comunidad entendió que ya no había más por hacer y se dedicó a rescatar los cuerpos de las víctimas.

Tras el sismo y el dolor que enfrentan las familias afectadas por los decesos, Sergio Montiel expresó: “Lo que se pregunta uno siempre, por qué ellos y no uno. Ese es un misterio que no lo vamos a saber hasta que lleguemos allá con él –Dios- para que nos explique las cosas que no entendemos”.

Las familias ya enterraron a sus muertos, pero ahora Atzala deberá solidarizarse para apoyar en la reconstrucción del templo de Santiago Apóstol, el cual tiene valor histórico y un retablo de las Ánimas Benditas que esperan se rescate y ayude a vivos y muertos.