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El gueto migrante en la frontera norte de México

El cierre de la frontera sur y la falta de capacidad para albergar a miles de migrantes ha llenado de problemas a ciudades tradicionalmente de tránsito a EU

Escrito en ESTADOS el

Miles de personas que buscan llegar a Estados Unidos han quedado varadas en el territorio mexicano por las políticas antimigrantes de Donald Trump y a aceptadas y adoptadas por el gobierno mexicano.

Washington no ha logrado que México analice, siquiera, ser un “tercer país seguro”, pero lo cierto es que, frente la amenaza de una guerra comercial con el país del que depende nuestra economía, las fronteras mexicanas están selladas.

La única manera de evadir la imposición de hacernos cargo de los migrantes es promover el desarrollo en Centroamérica.

Este multimedia, posible gracias a una alianza de tres medios: Pie de Página, Chiapas Paralelo y La Verdad, busca contar cómo se viven estos días de turbulencia desde este lado de la barda perimetral.

Es un recorrido por la frontera norte, desde Playas de Tijuana hasta Playa Bagdad, desde el desierto hasta el río Bravo, de la selva al Suchiate, que nos muestra los efectos de una política devastadora surgida y dirigida desde Estados Unidos y de la que han sido cómplices silenciosos todos los países.

Tijuana, la última frontera

Las caravanas que salieron de Honduras, el país centroamericano que más migrantes expulsa, recorrieron 4 mil 700 kilómetros para llegar a este punto, donde los refugiados enfrentaron la barrera más dura: la xenofobia de una ciudad en la que la mitad de la población es migrante.

Tijuana es la expresión más evidente de las políticas de separación familiar de los migrantes, que comenzaron hace más de tres décadas en Estados Unidos. Hoy, sus 17 albergues están desbordados.

Y los solicitantes de asilo que han sido retornados para esperar en México sus audiencias en la Corte de Estados Unidos rebasan ya el tope que el gobierno mexicano había establecido

Los muertos que nadie ve

La Patrulla Fronteriza tiene registradas más de 7 mil personas muertas en el desierto de Arizona durante las últimas dos décadas. El desierto borra las huellas de todo, pero sobre todo de los migrantes.

Cruzar en esta época del año parece una locura. Pero ante el endurecimiento de las medidas antimigrantes y el desbordamiento de los albergues en Tijuana y Juárez, muchos migrantes están corriendo el riesgo.

 

En una zona controlada por el crimen organizado, el éxito de la travesía depende de estar bien “conectados” con los traficantes de personas. En los meses recientes, a las garitas de Sonora se han presentado personas provenientes del Caribe, Centroamérica y mexicanos desplazados por la violencia -mayoría en casos como Agua Prieta- que hacen fila para solicitar asilo en Estados Unidos.

Este es un recorrido por la frontera de Sonora, uno de los territorios agrícolas más grandes de México.

Retornos "temporales"

Ciudad Juárez ha sido una ruta de migrantes hacia el norte desde hace muchos años, pero ahora está convertida en una sala de espera de Estados Unidos.

Desde octubre pasado han llegado más de 17 mil migrantes que esperan su turno para cruzar. A ellos se suman los retornados, porque Juárez y Tijuana fueron las primeras ciudades donde se aplicó el programa de retorno a solicitantes de asilo en Estados Unidos, incluso antes de que Donald Trump lanzara su amenaza arancelaria.

La atención a los migrantes en esta ciudad vive su peor crisis, con miles de extranjeros varados, albergues saturado y refugios improvisados, así como gobiernos que dedican parte de su capacidad a desalentar el cruce de migrantes hacia territorio estadunidense.

Los refugiados que llegan aquí enfrentan, además, otro problema: la falta de abogados y traductores en el juicio, que es en inglés

La guardia criminal

Tamaulipas es la frontera más cercana para quienes, desde el sur del país, buscan llegar a Estados Unidos. Pero también es la más peligrosa.

En la última década, este lugar se convirtió en un hoyo negro para el paso de migrantes, donde son secuestrados, extorsionados, engañados y asesinados. Aquí los migrantes son tan sigilosos que no se les ve si no es en un albergue.

Esta es la otra frontera de un país que podría parecer otro, uno que está en guerra. La custodia de las fronteras fue entregada hace años a los cárteles, que tienen todo el control del estado para definir qué migrante pasa o no. Ellos, los criminales, son el muro que regula el paso.

Es paradójico: en el estado donde fueron masacrados 72 migrantes en agosto de 2010, y donde se han registrados sistemáticas desapariciones de autobuses, la Guardia Nacional no se ha desplegado como en otros puntos fronterizos.

Pero sí se aplica ya el programa de retorno para los solicitantes de asilo en Estados Unidos, lo que pone en alto riesgo a los migrantes que son devueltos para esperen su trámite en México.