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El corazón de Jequelia se detuvo al presenciar muertes

Antes de morir por el sismo Jequelia Cuevas Álvarez recibió el primer y último abrazo de Don Jesús, su padre

Escrito en ESTADOS el

JOJUTLA, Morelos (La Silla Rota).- Cuando sintió que el piso se movía y que los libros de su oficina se venían abajo, Jequelia Cuevas Álvarez, trabajadora del Registro Civil del Ayuntamiento de Jojutla, decidió salir del edificio de la Presidencia municipal.

Lo hizo acompañada por dos trabajadores del Ayuntamiento.

Los tres alcanzaron a salir ilesos del inmueble que se caía a pedazos, pero ya en la explanada municipal el reloj colocado en la fachada de la Presidencia se vino abajo y cayó encima de sus dos acompañantes.

“A mí  me sorprende la forma de cómo terminó su vida, me sorprende porque pues de un momento para otro no puedo concebir lo que haya pasado con ella porque me platican, yo no lo vi, que iba con dos compañeros o compañeras a parte de ella para afuera de la presidencia cuando desgraciadamente se vino un pedazo de construcción de arriba del ayuntamiento o de parte del reloj, algo así”, cuenta su padre, Don Jesús Cuevas López.

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Jequelia no murió aplastada por la estructura, agrega su padre, murió cuando su corazón se detuvo al ver sin vida a sus compañeros.

“Me dicen que les cayó toda la demolición a los compañeros que iban cerca de ella o compañeras, no sé, desconozco, y que ella al voltear a verlos me imagino que le dio mucha impresión y supongo y así lo dicen muchas gentes que fue un paro o algo así y creo que pudiera ser porque ella no tenía ningún pedazo de piedra, ninguna demolición encima de ella, estaba limpiecita”, dice Don Jesús.

Jequelia siguió los pasos de su padre, fundador del Sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento de Jojutla, y desde hace 21 años era empleada del municipio.

Cinco días antes de morir, Jequelia celebraba su cumpleaños 47.

Durante el velorio de su hija, Don Jesús reconoce que nunca le había dado un abrazo fuerte a Jequelia… hasta su cumpleaños 47.

“Hace no más de unos cinco días que cumplió 47 años y por cierto que, no sé, jamás yo… siempre felicito a mis hijas de una manera muy leve, ‘mi hija te felicito,  que cumplas muy buenos años’ cuando son sus cumpleaños y esta vez la llame y le dije ‘ven hija, te voy a dar un abrazo’, le di un abrazote fuerte, ‘¿ya te vas mija? Ven, te voy a dar un abrazo’ y que le doy su abrazote fuerte, primero y último que le di un abrazo fuerte, como si hubiera sabido que ya no nos íbamos a ver en mucho tiempo”, dice Don Jesús mientras intenta contener su llanto, aunque su voz delata su tristeza.

El padre de Jequelia también se asombra de la decisión que tomó su hija un día antes de morir: acompañarlo a misa en Tlaquiltenango.

“Nosotros acostumbramos desde todo el tiempo que hemos vivido en esta tierra de ir a misa los domingos porque somos católicos y ella tenía mucho tiempo que no iba y este domingo me dijo ‘¿vas a ir a misa?’ le dije ‘sí voy a ir a la una de la tarde a Tlaquiltenango’, dice ‘¿me invitas?’ ‘Vamos’, le dije.

“Nos queda como recuerdo porque fue a pedirle a Dios ya casi por último de su vida y pues me duele mucho lo que ha pasado y va a tardar para que se me borre todo esto, pero que se haga la voluntad de Dios”.

Jequelia era la tercera de cinco hijas de Don Jesús.

Era la más cercana, la que veía todos los días y la que como él había seguido sus pasos de burócrata.

“Fue con la que más siempre hemos tenido acercamiento en todos los aspectos y por eso ahora me siento bastante triste y pues, no sé, va a tardar para que yo me acostumbre sin verla porque cada día que amanecía la veía cuando salía rumbo al trabajo y el orgullo que me da es que murió ella cumpliendo con su deber dentro de su trabajo”, dice.

Jequelia es velada en su casa de la Colonia El Higuerón, en Jojutla y este día será sepultada.


kach