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Edna González, la científica oaxaqueña que lucha por los anfibios

La doctora en Ciencias, Edna González ha dedicado los últimos años al estudio de los anfibios o ranas nativas de Oaxaca, muchas están en riesgo de desaparecer

Escrito en ESTADOS el

OAXACA.- Cuando Edna era una niña tenía su propia nave espacial para viajar fuera de la tierra. Se perdía en ese sueño recurrente que la proveía de imaginación. Otras veces, al llegar la noche se envolvía con las fantásticas anécdotas de su madre en paseos de campo; y frecuentemente escudriñaban en el Museo de Historia Natural al que asistía con su padre.

Tener una imaginación libre y el estímulo familiar, le permitió potenciar su curiosidad para convertirse en una importante científica.

Edna Leticia González Bernal, es investigadora del programa de Cátedras del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), adscrita al Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR), Unidad Oaxaca del Instituto Politécnico Nacional (IPN), actualmente trabaja en estudios sobre los anfibios cuyo objetivo es reducir el peligro de extinción en el que se encuentra este grupo de vertebrados, así como su consecuente impacto en el medio ambiente.

“Siempre fui una niña a la que le gustó la naturaleza. Me gustaba estar en el campo, jugar en los arroyos y ríos. Creo que desde ahí me incliné por ese camino. Tuve también mucha influencia de libros de vida silvestre. Mi papá tenía varios que veíamos juntos y los fines de semana íbamos al museo de historia natural en Puebla, de donde soy originaria. Algo que también influyó y he reflexionado en los últimos años, fueron los relatos de mi madre. Todas las noches me platicaba sus experiencias en campo, cuando iba al río o al campo cuando iba a recolectar frutos de biznagas. Eso fomentó mucho mi imaginación. A la larga influyó en que yo pudiera crear historias, plantearme preguntas e intentar resolverlas, que es de lo que trata la ciencia”.

Al igual que Michio Kaku, físico teórico estadounidense, quien sostenía que las y los niños nacen siendo científicos, hasta que la sociedad y la educación formal primaria aplasta su curiosidad, González Bernal considera que una de las principales acciones para fomentar en las niñas y niños el gusto por la ciencia es no reprimir sus preguntas. “Siempre he creído que no hay pregunta mala, no hay pregunta tonta, ni de niños ni de adultos, ni de nadie, pero entre más les fomentemos esta habilidad de hacerse preguntas, de cuestionarse y ayudemos a resolverlas, eso los puede acercar a un ámbito científico más fácilmente”.

Apasionada por la investigación, la doctora en Ciencias ha dedicado los últimos años al estudio de los anfibios o ranas nativas de Oaxaca, pues se sabe poco y muchas de ellas están en categorías de riesgo de desaparición.

Su investigación está enfocada en entender los factores que las afectan y cómo las afectan, en este sentido han investigado distintos grados de perturbación en bosque mesófilo de montaña que es un ecosistema con extensión significativa en Oaxaca protegido por comunidades indígenas en su mayoría, pero con riesgo en todo México de desaparición.

Los hallazgos de la investigación van desde cómo se mueven, cuáles son los sitios que ellas escogen para moverse y refugiarse, además de estadios larvarios o renacuajos que no se conocían. Algo que no se tiene en muchas especies de ranas en México es su biología y ciclo de vida completos, precisó.

En paralelo también investigan el impacto que puede tener el cultivo de trucha -ampliamente promovido por programas gubernamentales- sobre larvas de anfibios nativos.

“Hemos encontrado resultados super interesantes de las formas en las que los renacuajos tienen para responder a la introducción de esta especie”.

Estas investigaciones son de suma importancia ya que -indicó- los anfibios son uno de los grupos que más rápido está desapareciendo del mundo, en la mayoría de los casos por causas humanas.

¿Por qué anfibios como objeto de estudio?, la pregunta se le ha formulado recurrentemente, esto ha llevado a González Bernal a una constante reflexión que la remite de primera instancia hacia sus estudios en Chile en donde uno de los profesores le habló por primera vez de la crisis mundial de los anfibios. Sin embargo, el interés va más allá, pues antes de saber de esto, a lo largo de su vida veía con fascinación a estos seres vivos.

“Me di cuenta que siempre estuvieron presentes en mi vida; por ejemplo, abro la caja de recuerdos y me encuentro una rana de madera, abro algún cajón de algún mueble de casa de mi mamá y papá y encuentro unos aretes en forma de rana. Recordando con mi madre una salida al campo y lo que me vino a la mente fueron las ranas saliendo de una cascada. En Puebla vivía cerca de una zona que se inundaba con la lluvia, entonces había ranas e iba con mis hermanos a juntar renacuajos. Los traíamos a casa y los metíamos en las cubetas. Siempre fueron organismos que me llamaron la atención desde niña y entonces es el complemente el enterarme que estamos un riesgo latente de perderlos en el mundo, la mayoría de los casos por causas humanas, hace una bomba en mí y decido trabajar e invertir mi tiempo y vida en eso, en aportar información que ayude a conservarlo”.

MUJERES Y NIÑAS EN LA CIENCIA

Aunque de manera familiar González Bernal no enfrentó obstáculos para alcanzar su deseo de ser científica, de manera sutil en su entorno social fue cuestionada bajo una óptica sexista. ¿A poco te vas a poner botas?; ¡eso no es femenino!; ¿Cómo te vas a meter al campo?, ¿¡Cómo vas a ir sola con un hombre!? ¡eso es peligroso!

Esas frases hay que desecharlas, hay que desechar esas creencias que no nos hacen nada bien, son estereotipos que vivimos todas las mujeres, pero que no es sano. Debemos hacer un esfuerzo como sociedad, en abandonarlos y en no repetirlos”.

Al reflexionar sobre los obstáculos que enfrentan las mujeres en las ciencias, indica que, al estar inmersa en una sociedad machista, muchas veces éstos resultan imperceptibles, y sólo a través de la reflexión profunda se hace evidentes y descubren las desigualdades que les exige esforzarse más que los hombres. “Implica más esfuerzo, más trabajo hacer que te escuchen, que te respeten, que tomen en cuenta tus ideas. Nuestro punto de vista tarda más tiempo en permear en la lluvia de ideas que lo que dice un hombre”.

Y PARA SER CIENTÍFICA ¿QUÉ SE NECESITA?

 “Es como cualquier profesión, si te gusta y la disfrutas, vas a ser feliz; para mí lo que implica la ciencia es eso, tener ganas y pasión, si es algo que, como niña, niño, mujer u hombre, lo que seas, quieres hacer, vas a encontrar un campo apasionante. Como en todas las profesiones implica esfuerzo y sacrificio; siempre la perseverancia y constancia”.

La curiosidad -añade- es básica, por ello es importante fomentarla en la infancia y no matar sus constantes preguntas.

“Quién no ha escuchado al papá o mamá decir: ya niño ya cállate, ya no preguntes. Como personas adultas tenemos que recuperar la curiosidad de la infancia aquella que quizá nos reprimieron y tratar de buscar las respuestas a esas preguntas”.

Así, en este sentido y en el marco del Día de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia que se celebró el 11 de febrero, González Bernal, llamó a las niñas a creer todos los sueños y metas planteadas para luchar por éstos.

Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra desde el 2012, es una fecha en la que se reivindica el acceso y la participación plena y en igualdad de las mujeres y las niñas en este plano. Y es que, debido a distintos estereotipos de género, en el mundo en este sector las mujeres representan menos del 30 por ciento.

Si deseas tener más información sobre la investigación "Ecología para la conservación de anfibios", puedes consultar ecaoaxaca.com y ecaoaxaca.org.