Los deepfakes un falsificaciones en video, basados en algoritmos de inteligencia artificial, en los que se alteran o reemplazan los rostros de las personas, o se colocan caras de una persona en el cuerpo de otra.
Pueden usarse para reemplazar, en videos, la cara de una persona por otra, o para ponerle gestos y movimientos a una persona, creando la ilusión que dijo algo que jamás salió de su boca.
Origen
El desarrollo de los Deepfake ha tenido dos vertientes importantes, la investigación académica y los desarrolladores aficionados junto con los hackers.
Desde el ámbito académico, surgieron como parte de la investigación de científicos computacionales para entrenar sistemas a reconocer expresiones faciales, dentro del campo de estudio “computer vision”, una rama que se basa en la inteligencia artificial, como método de análisis de imágenes y videos.
Uno de los primeros logros de estas investigaciones, fue el llamado proyexto “Obama Sintetizado”, en el cual usaron viejos videos del expresidente Barack Obama, y usando pistas de otros diálogos, entrenaron al programa para crear discursos en donde el Obama dice algo diferente al original.
Del lado independiente, hackers y técnicos clandestinos utilizaron esta tecnología para ponerle caras de actrices de Hollywood a actrices porno, y difundían los clips como videos robados, incluso los vendían.
Es una tecnología diferente a la que se usa en películas, donde se requiere reemplazar la cara de un doble de riesgo, con la del actor, ya que en los deepfakes están basados en inteligencia artificial y la ciencia del machine learning.
¿Cómo se hacen?
Existen diversas formas de crear deepfakes, incluso hay sitios web en donde se pueden realizar, gratis, pequeños clips con reemplazo de rostros.
Las técnicas más avanzadas en por medio de software especializado y con scripts de código, con los que se pueden modificar los parámetros y obtener resultados más refinados.
La técnica de los deepfakes utiliza programas que analizan la cara en el video de origen, el cual debe tener al sujeto con buena iluminación. El análisis puede tardar desde unos minutos hasta varias horas, en donde cada gesto y movimiento es capturado y analizado.
Se realiza luego la captura de los gestos o la cara con la que va a ser reemplazado el rostro original. El software busca la forma en que se puedan ajustar y distorsionar los fotogramas clave, intercambiar las expresiones, ajusta la iluminación y el color para crear un sustituto bastante real.
Privacidad y política en riesgo
Debido al nivel de realismo que pueden alcanzar estos montajes, se consideran peligrosos. En su momento, la actriz Scarlett Johansson, quien habitualmente es blanco de estas ediciones, habló sobre los deepfakes, diciendo que salen un “vasto agujero de oscuridad que se auto consume”.
Otras famosas afectadas por esta técnica de reemplazo de cara han sido Emma Watson, Gal Gadot, Daisy Ridley y Katy Perry.
Sin embargo, al convertirse en una técnica al alcance de un público más amplio, se puede utilizar para falsificar videos de porno venganza, un delito que ha afectado las vidas de muchas personas, en especial mujeres.
Así mismo, el reemplazo de caras de políticos o la modificación de sus declaraciones, con montajes casi indistinguibles de la realidad, pueden ocasionar polémicas y problemas en donde no solo se vean afectados los actores políticos, sino sectores importantes de la población.
Si cualquier persona con una computadora relativamente barata puede falsificar videos por diversión o para afectar alguien conocido, grupos con gran capital político y económico podrían aprovecharse de esta ciencia, para atacar y denigrar a sus opositores.
Un buen imitador, una persona con cuerpo similar, fotos y videos de la cara del objetivo, es todo lo que se necesita para desatar una crisis política.
¿Cómo sabemos que las declaraciones que vemos son reales o han sido modificadas?
