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Cura que vive con su "esposa", acusado de abusar sexualmente de sus "hijastras"

Diana, joven tabasqueña, denuncia que el sacerdote ha realizado tocamientos a ella y a su hermana menor

Escrito en ESTADOS el

VILLAHERMOSA.- “Me levantaba de madrugada y no me podía volver a dormir. Yo me dormía hasta que todos se despertaban, porque me daba pánico de lo que pudiera hacerme cuando estuviera dormida”, relata Diana al dar su testimonio de la agresión sexual de que fue víctima de parte del sacerdote católico tabasqueño Carlos Francisco.

La joven tabasqueña, originaria del municipio de Jalpa de Méndez, decidió exteriorizar el evento traumático, del que aún padece secuelas emocionales, y del que fue objeto por parte del cura, quien además viola el celibato y voto de castidad eclesiástico, pues es pareja sentimental de su madre desde hace 12 años.

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Diana recuerda el hecho ocurrido en abril del año pasado, cuando su “padrastro” le tocó glúteos, piernas y le introdujo la mano en sus partes, cuando ella realizaba la limpieza de la casa y no había nadie más.

Denunció también que el sacerdote, igual durante varios años realizó tocamientos a su hermana menor, a partir de que la niña tenía seis años de edad, que fue cuando el sacerdote empezó a vivir con su mamá en su casa de la Ranchería Galeana, Jalpa de Méndez.

En conferencia por plataforma digital, Diana fue acompañada por la Red Colectiva Feminista de Tabasco (RCFT), colectivo que exigió justicia para la víctima al acusar de pederasta y agresor sexual al sacerdote católico Carlos Francisco.

La joven anunció que también acudirá ante la Fiscalía General del Estado (FGET), para interponer una querella y se inicia la Carpeta de Investigación contra el presunto infractor sexual. La Red también pidió a la jerarquía eclesiástica y a las autoridades civiles, la sanción correspondiente.

La Diócesis de Tabasco conoce de la indebida conducta del sacerdote y en el 2020, lo enviaron a la Diócesis de Ciudad Juárez, en cuyo directorio aún aparece como Vicario de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, ubicada en la colonia de El Carmen de esa comunidad fronteriza de Chihuahua.

El sacerdote viaja constantemente para estar la Ranchería Galeana, en casa de la madre de Diana, y fue en una de esas ocasiones cuando sufrió la agresión sexual.

“Yo a veces lo veía – narra con llanto en los ojos -- mientras estaba despierta, como cuando se levantaba al baño de madrugada, y solo me tapaba aún más y me hacía bolita y lloraba en silencio por el miedo que me hiciera algo”, a pesar de que allí también dormía su mamá y su hermanita.

Narra que ha llorado mucho, tenía miedo de decirle esto a su mamá, quien es quien debería protegerme, sin embargo, pues con el paso de los años he visto lo muy manipulada que tiene a su mamá el cura pederasta. “Y desde un principio, dije no me va a creer”.

“Mi madre le cree todo absolutamente” al sacerdote y pareja sentimental; es un manipulador, pues durante 12 años ha mantenido manipulada a la familia y a la Iglesia.

Diana rememora que cuando sufrió ese condenable hecho, se quedó muy confundida. Sólo se lo platicó a su mejor amigo. “La confusión se transformó en miedo. Ni él ni nadie tenía derecho de tocarme y agredirme sexualmente. Tocó mis partes intimas”.

El sacerdote Carlos Francisco, durante su estadía en la Diócesis de Tabasco, como párroco, maestro del Seminario Menor y presidió la Comisión Diocesano de Pastoral Litúrgica, fue acusado por su víctima de aprovechar su vulnerabilidad y de la posición que tenía en casa de su mamá, donde “se cree el hombre de la casa”.

La joven cree que cuando la atacó sexualmente, cometió el error de no haber gritado, de no haberlo golpeado, de no haber hecho algo en ese momento. “Una nunca sabe como actuar, pues no le enseñan a uno qué hacer cuando se enfrentan casos así”.

Finalmente, optó por irse de casa de su madre; pasan los meses, pero empezó a afectarle “en muchos aspectos de mi vida”.

En diciembre pasado, su mamá le anuncia que su pareja –el sacerdote – llegaría a pasar el fin de año su casa. Al escuchar esa información, “comienza nuevamente este miedo, que aparentemente había dejado atrás, pero que no, sólo estaba pausado. Vuelvo a sentir miedo de volver a verlo y que volviera hacerme lo que hizo”.

También comienza a levantarse de madrugada, sin poder dormir, a tener ataques de pánico. “Empiezo a llorar todas las noches y eso es un gasto emocional enorme, en todos estos meses, casi un año”.

Es entonces, externa la joven, que decido ya hablar, porque ya es demasiado, “ya no aguanto el secreto”.

Acudió a casa de su mamá a narrarle todo lo que pasó. A contarle al pie de la letra las cosas y de que también este hombre había tocado de forma indebida a mi hermana menor, desde los seis años. Que noté la forma que tenía en tratarla, se la sentaba en la piernas, le acariciaba sus piernitas y le daba de nalgadas.

Con pesar menciona que su mamá decide no creerle y eso lo hizo más difícil para ella, pues “no me protegió y me dio la espalda. Prefirió estar con él”.

Luego ya estaba decidida dejar todo por la paz, pero “mi alma no descansa”, pues su hermana menor siguió expuesta a ese hombre, y fue cuando decidió dar su testimonio con el apoyo del Colectivo.

“No fue justo – dice entre sollozos -- lo que me hizo y este aquí partiéndome en pedazos, cuando el sigue estafando y viviendo de la iglesia, de las limosnas de otras personas, pues ese dinero toma para mi madre y otras mujeres con las que también mantiene relaciones”.


(djh)