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Comerciantes de Yucatán y Oaxaca entran en crisis por coronavirus

Comerciantes informales viven una crisis provocada por el coronavirus, pues además de que sus ventas se han reducido, se arriesgan a contagiarse todos los días

Escrito en ESTADOS el

La pandemia ha tocado otro sector en el país que se mantiene vulnerable constantemente: el comercio informal.

En esta crisis que ha puesto a miles de personas en aislamiento voluntario -hasta el momento- ha visibilizado el problema de otras más que no pueden permitirse “el lujo” de permanecer en su casa.

Juan Ortiz Avenilo, quien trabaja en Mérida, Yucatán, ha resentido la pandemia en sus ventas, las cuales han bajado al 70 por ciento.

Con el objetivo de sacar adelante a su hijo Víctor, hace 40 años Juan decidió dedicarse al ambulantaje. Sin embargo, la contingencia por el covid-19 ha complicado su situación.

Su necesidad de salir a vender a la calle y ganar más que un sueldo mínimo fue impulsada por el deseo de ver sano al joven. También aseguró que prefiere “partirse el lomo” que gastar su tiempo en trámites:

“Tengo un hijo de 30 años que nació con microcefalia, a raíz de eso no habla, no ve, y no me lo estas preguntando, pero nunca he solicitado un subsidio del gobierno, ni me lo han ofrecido. De repente pienso que ahora si estaría bien porque ya estamos ahorcados. Y él tiene que tomar un medicamente que le dura ocho días” lamentó.

Sus ingresos han disminuido en más de un 70 por ciento, lo que gana solo alcanza para la comida que lleva a casa y sus pasajes “Estamos vendiendo un 15 por ciento de lo que antes, todo se va en comida y pasajes, por ejemplo, yo vivo en Umán y tengo que tomar para el camión y mototaxi, lo poco que llego a vender 180 pesos para pura comida”.

Fue a los ocho meses de nacido que Víctor convulsionó por primera vez, en aquel entonces trabajaba en una tienda de muebles llamada “el Dorado”, tenía seguro social y viajó al Hospital Pediátrico de Legaria, solo para enterarse de que la vida de su hijo estaba en riesgo:

“Lógicamente me pagaban un sueldo bajo y no alcanzaba, así que me dedique mejor a vender. Mi esposa es ama de casa porque decidimos entre los dos que ella lo cuidaría y yo trabajaría para ambos” puntualizó.

Cada semana Juan compra una caja de medicinas que cuestan $415 pesos. Por ahora dice “ha ido saliendo” pero su temor es que el covid-19 paralice completamente su trabajo.

Para Jorge Solís la situación también se ha complicado, pero ha decido junto con otros colegas que se dedican al ambulantaje seguir protocolos de saludo como ofrecer gel antibacterial a su clientela y colocarse tapabocas:

“Hoy en día las ventas han bajado bastante, con esto del coronavirus, han caído en el 70 por ciento, la gente no pasa tiene mucho miedo, estamos siguiendo el protocolo que nos dicen las autoridades, el gel antibacterial, traemos una botella que dura cada dos tres días y nos sirve todo el día y ahora nos pondremos cubrebocas para tener más higiene, cuidar al cliente y a nosotros mismos” señaló.

En el caso de este comerciante informal tres personas dependen de sus ingresos, se trata de su hija de once años y sus otros hijos de 14 y 16 años. Su preocupación principal es dejar de generar recursos para darles una vida digna:

“Si hoy en día ganaba de $400 a $500 pesos ahora ganamos de $70 a $80 pesos, muy poco se vende, esta bajísima la venta, lo poco que teníamos de mercancía nos lo estamos comiendo y nos estamos quedando sin mercancía, en vez de invertir” enfatizó.

El trabajo por encima de la salud: Comerciantes en Oaxaca

A casi mil 400 kilómetros de distancia, en el centro de Oaxaca , las opciones para enfrentar el covid-19 tampoco son las mejores para este sector. 

Desde el 2006 la esquina de Independencia y Valdivieso es espacio de trabajo de Josefina Millán pero, a medida que avanzan los casos de contagios de covid-19 en el país, su trabajo coloca en inseguridad su salud. “No nos queda de otra, digamos que es primero comer, con el riesgo de enfermarse”, expresa detrás del puesto de dulces.

Para la mujer de 56 años quien forma parte del más de millón 300 mil personas en Oaxaca con un empleo informal, lo único que la sostiene frente a la contingencia sanitaria por la pandemia del coronavirus, es la fe. “Teniendo fe no pasa nada. Puede ser que nos toque o que no, ya Dios dirá”.

A medida que avanzan los casos de contagios de covid-19 en el país las calles del primer cuadro de la capital de Oaxaca se han ido vaciando. La preocupación de la población por el contagio muestra su rostro en calles céntricas semi vacías y a la par acentúa la desigualdad y pobreza pues como Josefina muchas personas más, en su mayoría mujeres quienes viven al día, no pueden retirarse a casa a enfrentar una cuarentena.

“Si nosotros no venimos a trabajar no sale para las tortillas para otros productos. No nos podemos dar el lujo de ir a comprar despensas porque no sale para eso, nosotras vamos al día, si yo no trabajo hoy, no como”, explica.

Del trabajo que realiza dependen tres personas adultas mayores. No tiene otro sostén económico como pensión o programa de asistencia social. Como medida preventiva, lleva un bote de agua clorada para el constante lavado de manos. Las ventas ya están bajas, se desplomaron en un 70 por ciento en los últimos cuatro días -asegura- pero sean 20 o 30 pesos los que reúna, para ella son esenciales.  

Unos metros más adelante, sobre el andador turístico otra mujer con un bebé en brazos y otra niña de tres años de edad piden caridad a quienes pasan sobre el andador turístico. Ella es madre soltera y vive en una localidad del interior del estado. Cada tres meses viaja a la capital para conseguir el dinero que le permita medio vivir una temporada sobre todo cuando el trabajo en el campo no da para comer.

“Para nosotros quedarnos en casa es difícil porque no tenemos un trabajo que nos permita tener dinero guardado para solventar lo de nuestros alimentos”, explica. 

Aún en fase uno de emergencia, un gran número de escuelas paralizaron actividades, lo mismo personal de base de las dependencias de gobierno estatal y municipal. Las medidas sanitarias se intensificaron, un hospital quedó habilitado para enfrentar la pandemia, empresas de la iniciativa privada compactaron horarios laborales o determinaron que quienes pudieran hacerlo trabajaran desde casa atendiendo la recomendación “no salgas si no es necesario”.