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"Casi pierdo la vista, la Fiscalía no hace nada y ahora me interrogan"

Alejandra Natarén, doctora originaria de Tapachula, aún no obtiene justicia ante la agresión que sufrió hace casi un mes por parte de 3 personas

Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ.- A 26 días de haber sido agredida de forma verbal y física por al menos 3 personas, Alejandra Natarén, doctora originaria de Tapachula, Chiapas, aún no obtiene justicia a la denuncia que interpuso por ese hecho en ese mismo día. Al contrario, afirma, la Fiscalía General del Estado (FGE) la interroga ahora a ella como si fuera la culpable.

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Durante esa agresión, la médica perdió la noción: le propinaron algunos golpes, uno de los cuales le tiró la careta de protección, pero, ante la adrenalina, no se acuerda que, casi en el piso, fue pateada, lo que observaron algunos de sus compañeros de trabajo en el Hospital “Dr. Belisario Domínguez” del ISSSTE en esta ciudad capital.

Como lo dio a conocer La Silla Rota, unas personas llegaron, como a las 3 de la mañana del domingo 6 de julio a ese nosocomio para exigir que atendieran a su papá porque presentaba síntomas de covid-19. Al no recibir la atención “exprés” que esperaban, una de ellas comenzó a jalonearla, le arrebató incluso el teléfono celular, y de ahí le dijeron groserías hasta golpearla.

Alejandra señala la región frontopariental derecha cercana a su ojo: “Perdí la visión del mismo por el puñetazo que me dieron en la mascarilla industrial que portaba, apenas empiezo a recuperarla, pero no recuerdo cómo más me agarraron”, lamenta quien, hace apenas unos días, dejó de vomitar producto también de ese hecho.

Tras dejar en claro que está incapacitada debido a las lesiones y con un tratamiento especial, lo que más le preocupa es que la FGE no capture a quienes la vejaron, a pesar de que cuentan con las pruebas necesarias e inclusive con la identificación de al menos una de las agresoras.

De hecho, la joven profesionista, quien desde ese día es “perseguida” por un dolor de cabeza que varía de intensidad, afirma que no entiende por qué ahora esa instancia de justicia la interroga a ella de forma incisiva, “con tristeza lo digo, me acosan, porque insisten en que si yo los conozco, que por qué tengo muchos datos de ellos (…)”

De héroes y víctias... a "verdugos"

Lo que más le duele, acepta, es que el personal médico “pague los platos rotos” por la escasez de insumos, medicamentos y equipos en los hospitales públicos, como le sucedió a su colega e incluso maestro, el urgenciólogo Gerardo Vicente Grajales Yuca, hoy privado de su libertad luego de ser acusado por abuso de autoridad.

Tan es así, agrega la mujer de 33 años de edad (4 de los cuales los ha dedicado a la medicina humana), que antes de que a ella la golpearan, elementos de la Guardia Nacional llegaron a ese mismo sanatorio del ISSSTE y, con prepotencia, exigieron que atendieran a un compañero, “y tampoco nadie ha hecho algo sobre ese caso”, ocurrido en abril pretérito.

Alejandra lleva “en las venas” el amor por su profesión, por eso le lastima que las autoridades y hasta la misma sociedad los vea a ellos como “el patito feo” en tiempos de pandemia, y prueba de ellos es lo que han sufrido ellos y otros compañeros de varios municipios, donde incluso personas han quemado hospitales, ambulancias y hasta golpeado a personal médico y de enfermería.

Lo que la “levanta”, confiesa, es que tras la agresión sufrida ha recibido una serie de mensajes de aliento no solo de sus familiares y amigos, sino también de expacientes y sus familias que están agradecidos por su atención, porque del lado de la ley, remata, “se siente uno sola… Solo exijo justicia, ¿eso es demasiado pedir?”.