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Casa Grecia, un refugio para migrantes de la comunidad LGBTTTI en Ciudad Juárez

"El infortunio de migrantes se multiplica cuando son parte de la comunidad LGBTTTI"; la enfermera Grecia Herrera fundó un refugio en Juárez para acogerlos

Escrito en ESTADOS el

CD. JUÁREZ.- “Mi llegada a la casa de Respetttrans fue el 4 de febrero de 2020. Pasé por miedo, acoso mental y persecución, ni siquiera quería salir a la calle”, Grecia Herrera me hizo sentir protegido y me ayudó a confiar en los demás y en mí mismo … Ya no estoy solo.”, narra un migrante transgénero que encontró refugio en Casa Grecia.

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A finales de 2018 se formó la primer Caravana Migrante, cientos de centroamericanos atravesaron México a pie algunos meses para tratar de entrar a Estados Unidos.

Entre los extranjeros sin papeles viajaban personas trans, entre ellas niñas, “muchas fueron agredidas y asesinadas en el camino. Algunos incluso fueron asesinados en ciudades fronterizas como Tijuana. Muchos simplemente no sobrevivieron”, recuerda Grecia Herrera, enfermera titulada, quien a raíz de esta situación fundó Casa de Respetttrans o Casa Grecia, para brindarles un lugar seguro.

En su página de presentación señala que las personas de México y otros países, principalmente de Centroamérica, que llegan a Ciudad Juárez con la esperanza de pedir asilo en Estados Unidos, las calles los reciben con hostilidad; el infortunio se multiplica cuando son parte de la comunidad LGBTTTI – lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual–.

Muchos no tienen nada más que la ropa que usan. Sin dinero, sin comida, son sujetos a explotación o algo peor. Para ellos se fundó este refugio en Ciudad Juárez, para recibir a personas que son rechazadas y violentadas en otros refugios, por su orientación sexual o identidad de género.

Grecia Herrera recuerda que estas personas: “No vienen aquí para mejorar su situación económica. No tienen un sueño americano. Están huyendo de situaciones que amenazan su vida; solo quieren sobrevivir”.  

El refugio nació en 2018 en un antiguo almacén en ruinas que se fue adaptando como hogar; comenzó por ocupar los dos primeros pisos del edificio de cinco pisos.

Comenzó con pocos muebles, usando bloques de cemento como sillas y con una cocina con sólo una estufa semi-funcional que con sus protegidos encontraron en la calle.

Actualmente cuenta con 56 “inquilinos”, que cuando comenzaron a habilitarlo tenía ventanas rotas o faltantes, cables eléctricos manipulados por el jurado, paredes y techos que se derrumbaban, escaleras y pisos peligrosos.

En más de dos años de operación, por el lugar han pasado casi 800 personas provenientes del sur del México y de Centroamérica, de acuerdo a cifras de la activista.

Grecia Herrera advierte: “Ellos [los residentes del refugio] vienen aquí con cicatrices físicas y profundas heridas emocionales. Algunos han sufrido una violencia tan fea y degradante que no se atreven a hablar de ello. Vienen aquí sin dinero, desnutridos y a veces enfermos. Nuestra intención es ayudarlos a sanar.”

esc