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Carretera Monterrey-Nuevo Laredo: desaparecer durante la pandemia

En este territorio agreste han desaparecido, por lo menos, 164 personas, la mayoría durante la pandemia de coronavirus

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Escrito en ESTADOS el

CD. VICTORIA.- Seis camiones de carga descansan sobre el acotamiento, se distingue uno que tiene pintado un collage con las banderas de México, Estados Unidos y Canadá. Por un momento esto parece un cementerio de fierro, pero el ruido de las cajas frigoríficas, la fila de vehículos enanos y gigantes que cruzan la caseta y un letrero, dicen que no, que esta es la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, la más importante para el comercio de norteamérica.

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El paisaje del camino embelesa por un instante, hasta que aparecen las primeras cachimbas -paraderos donde venden desde comida hasta huachicol- que anuncian la llegada a Nuevo Laredo.

En la entrada a la “puerta comercial de México” hay coches destartalados, yonkes, patios de empresas transportistas y templos cristianos, católicos y de la Santa muerte. Por este camino, refiere el informe económico local, circulan 5,110,000 camiones al año, que transportan 300,000 millones de dólares de comercio; también aquí, en este territorio agreste, han desaparecido, por lo menos, 164 personas, la mayoría durante la pandemia de coronavirus, revela un reportaje del proyecto Desaparecer en Pandemia.

DESAPARECER POR BUSCAR TRABAJO

“Se vino la pandemia y mi hermano se quedó sin trabajo, tiene 3 hijos y por quererles dar una vida mejor, porque no les faltara, se le acabó el trabajo, y por eso iba para allá, pero no sabíamos que nos iba a dejar peor de lo que estábamos”, dice Minerva Bautista Alemán, hermana de Salvador y Enrique, desaparecidos a 2 meses de que inició la alerta sanitaria.

El 25 de mayo de 2020, los hermanos Bautista y su amigo Daniel Zúñiga Sánchez salieron de Santa Catarina, Nuevo León con destino a Piedras Negras, Coahuila. Enrique condujo su taxi Tsuru hacia el norte, para que Salvador, albañil que había quedado desempleado, cruzara el río Bravo en busca de trabajo en Estados Unidos.

Minerva recuerda: “salen de Monterrey a las 3 de la tarde y para las 6, 7, de la tarde ya no supimos de ellos, ya no contestaron celulares, nos mandaban a buzón. El último contacto que tuvimos fue Salvador que le mandó un mensaje a otro hermano que tenemos en Estados Unidos y le dijo que estaba a 2 horas de llegar a Piedras Negras, que estuviera listo con el dinero”.

Para la mañana del 26 de mayo, Minerva ya era una buscadora. Fue a presentar la denuncia en el centro de la Fiscalía de Nuevo León, ubicado en García. Allí recibió la respuesta común en estos casos: tiene que esperar a que pasen más horas. Después acudió a la Comisión de Búsqueda para reportar las 3 desapariciones: Salvador, 39 años, trabajaba de albañil en construcciones en la zona metropolitana de Monterrey. Enrique, 30 años, trabaja conduciendo su taxi. Daniel, 27 años, laboraba de albañil.

Envuelta en su búsqueda, la hermana de los desaparecidos convenció a Oziel, amigo de Salvador que organizó el cruce a territorio estadounidense, de dar su testimonio en la denuncia. Él contó que “el pollero” nunca recibió la llamada del albañil migrante para verse en Piedras Negras, Coahuila. Fue todo.

En 21 meses, Minerva nunca ha ido a Nuevo Laredo por temor. Los primeros 10 meses buscó sola y encontró las mismas respuestas en las oficinas de la Fiscalía y la Comisión de búsqueda nuevoleonesas. En marzo de 2021, ella conoció a otras mujeres que buscaban a sus familiares. En ese momento decidió unirse al colectivo “Todos somos uno”.

A casi 2 años de las 3 desapariciones, las Fiscalías de Tamaulipas y Nuevo León, y las Comisiones de Búsqueda, no han informado los avances de la indagatoria.

DE TRABAJO O PASEO Y NO REGRESAR

El 22 de enero de 2021, Manuel Antonio Acuña Tolentino, chofer de Didi, y su hermano Michael decidieron ir por Bruno Castañeda Mejía a Nuevo Laredo. Los hermanos abordaron su automóvil Toyota Avanza color arena, compartieron la ubicación en tiempo real vía WhatsApp con la familia, y partieron de la zona metropolitana de Monterrey rumbo a la frontera tamaulipeca.

Abigail García Lara, pareja de Manuel, los siguió en el trayecto carretero. Ella vio que entraron sin problema a Nuevo Laredo, encontraron a sus familiares en Walmart, platicaron, se tomaron unas fotografías y se despidieron. Al regresar los celulares dejaron de enviar señal, alrededor de las 6:35 de la tarde, todavía en Nuevo Laredo.

Margarita, madre de los hermanos, y su nuera llamaron a los números telefónicos insistentemente de las 7 a las 10 de la noche, pero no respondieron y solo veían activadas las cuentas de Facebook de Manuel y Michael.

De ahí empieza nuestro calvario, tocando puertas de que no nos decían nada

La mañana de 23 de enero, la señora Margarita y su esposo viajaron a Nuevo Laredo para buscar a los jóvenes en la última ubicación que registraron: la calle Magnolia entre las avenidas Rosal y Azucena de la colonia Granjas Económicas, un sector de calles de tierra, enclavado a las afueras de la ciudad. El matrimonio entró y salió sin nada, siendo evitados por los vecinos.

Era sábado y la siguiente parada fue la Fiscalía General de Justicia (FGJ) de Tamaulipas para presentar la denuncia. Allí el personal les dijo que ya era fin de semana, que volvieran el lunes para denunciar. La señora Tolentino se quedó un mes, denunció y recorrió las calles de Nuevo Laredo preguntando por sus hijos.

Dice mi suegra que tenían cajas con expedientes y que no tenían ninguna denuncia reciente, según el MP2 de Nuevo Laredo, que después supimos que la persona que le tomó la denuncia era una policía. Desde que toman la denuncia nos damos cuenta realmente de cómo trabajaban en Tamaulipas, que no hacían caso a las denuncias

Desde Monterrey, Abigail llamó a hospitales y dependencias, como la Cruz Roja y la Comisión de Búsqueda de Tamaulipas para saber si había información de ellos. La respuesta era la misma que la señora Margarita recibía en Nuevo Laredo, no había datos de los jóvenes, tampoco rastro del auto en que viajaron.

Los perfiles de los 3 hombres planteaban más preguntas sobre la razón de su desaparición. Manuel entró a trabajar a la plataforma Didi un par de meses antes de que iniciara la pandemia por coronavirus. Michael buscaba volver al estudio tras quedarse desempleado por el paro económico y Bruno cursaba la escuela en Estados Unidos.

Al cuarto mes de las desapariciones, Abigail recibió una llamada: ‘vamos a tener una marcha’, le dijo Juana Prado. La esposa de Manuel se unió al colectivo “Todos Somos Uno” en la manifestación frente al Palacio de Gobierno de Nuevo León y en el cierre de calles del centro. A partir de ahí la búsqueda de Manuel, Michael y Bruno cambió, aunque aún siguen sin rastro de ellos.

EL CASO QUE MOSTRÓ LA BARBARIE Y LA IMPUNIDAD

Para junio de 2021, a 16 meses de iniciada la pandemia por coronavirus, la gravedad de las desapariciones en la carretera norestense todavía era un asunto regional, hasta que desapareció una familia estadounidense.

El 13 de junio de 2021, Gladys Cristina Pérez Sánchez, conserje escolar de 39 años, y sus hijos Juan Carlos González, de 16, y Michelle Cristina Durán, de 9, desaparecieron cuando circulaban por la carretera, con destino a su casa en Laredo, Texas.

En un par de días, el hecho escaló a noticia internacional. Las autoridades mexicanas respondieron ante la exigencia norteamericana. El Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés) se sumó a la indagatoria de la madre y sus hijos que habían pasado un fin de semana con los abuelos, en Sabinas Hidalgo, Nuevo León.

Con los periodistas y las autoridades estadounidenses observando la búsqueda, la crisis de desapariciones se puso en el ojo internacional y, como efecto dominó, el colectivo “Todos somos uno” se presentó al mundo cerrando las calles del centro de Monterrey, la capital económica del país, el 24 de junio.

La exigencia fue una búsqueda real y completa de todas las personas desaparecidas en la región. El entonces gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, apareció para informar del rescate de 17 personas que habían sido secuestradas en la carretera. Días después aceptó que las víctimas fueron liberadas y regresaron solas a sus casas.

Rodríguez Calderón responsabilizó a los grupos de la delincuencia organizada de las desapariciones. Además, pidió a la población regia que cancelara o pospusiera los viajes a Nuevo Laredo. “Si no es urgente que tengan una vuelta, que se esperen a que esté todo tranquilo. Es una sugerencia”, dijo en entrevista el 24 de junio de 2021.

 

 

 

 

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