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Asaltos, accidentes y usuarios con mala actitud, los retos de una taxista

Conducir un taxi le ha permitido a Rocío cumplir los roles de madre de familia y de proveedora de sus dos hijos adolescentes

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- Rocío es taxista desde hace ocho años, la han asaltado dos veces y en ambas ocasiones le robaron su celular y la cuenta del día, a pesar de eso, no ha dejado de conducir, pues las ganancias de su trabajo le permiten sostener a sus dos hijos en edad escolar.

Mis hijos al salir siempre me dicen: mamita que te vaya bien, suerte, que dios te bendiga, te esperamos en la tarde, en la noche, dependiendo la hora en que me vaya”.

Su nombre es Rocío Alejandra Hinojosa Rosales, tiene 38 años de edad, es pachuqueña y taxista, oficio que inició al convertirse en única proveedora de sus hijos.

Aunque 14 años antes de conducir el transporte fue operadora de radio de bases de taxis, su trabajo consistía en contestar teléfonos, mandar servicios y apoyar a los conductores con ubicaciones.  

Sin embargo, comenzó a conducir cuando su sueldo como operadora resultó insuficiente para mantener a sus tres hijos, de los cuales dos todavía dependen de ella, ya que actualmente cursan la secundaria y preparatoria. 

Me cambié al taxi pensando en un mejor ingreso y, sobre todo, por mis hijos, las escuelas, los permisos, el estar al pendiente de ellos, el trabajar en un taxi te da tiempo de parar una o dos horas e ir hacer de comer, atenderlos, ir a las escuelas, lo necesario como ama de casa”.

En total, son 22 años los que Rocío lleva en el gremio de taxistas; es decir, más de la mitad de su vida. Sin un horario especifico, con jornadas de 14 a 15 horas laborales y ganancias 200 pesos diarios en promedio. 

UN RIESGO DIARIO

Aunque operar un taxi le permite atender su rol de madre, Rocío reconoce que es un riesgo.

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Yo creo que el temor no solamente es que me asalten, el temor es día a día, porque no la jugamos, realmente no solamente en un asalto puedes perder la vida, puede ser un choque, en manos de una persona alcoholizada, drogada”.

El primer atraco le ocurrió cuando recién empezó a conducir, fue la noche del 1 de noviembre en la colonia C. Doria, sobre la avenida principal. 

Aquella ocasión la policía interceptó a la persona que le robó; sin embargo, relató que el dueño del taxi se interesó más porque el culpable arreglara el retrovisor y otros daños que hizo al vehículo. 

El patrón me dijo que tenía que concederle el perdón para que pudieran arreglar su cargo, en ese momento lo hice, pero también lo mandé a volar a él porque no era justo, si me hubiera golpeado, matado, entonces la verdad al patrón tampoco le hubiera importado”.

La segunda ocasión fue hace seis años, en la avenida Gurriones, San Antonio, al sur de la ciudad de Pachuca. 

"Esa vez lo que el chico hizo fue medio ahorcarme, quitarme las llaves del carro, aventarlas, llevarse el celular y el dinero".

A diferencia de la primera ocasión, su jefe de ese entonces si apoyó a Roció e incluso denunciaron el hecho, pero el ladrón no fue aprehendido.

ME SIENTO LIBRE

Ser taxista es peligroso, dice Rocío, pero también es un trabajo noble por la flexibilidad en los horarios, pues considera que no es necesario pedir permisos a jefes o un patrón. 

Además, le permite conocer a diferentes personas, pero sin duda, prefiere que los adultos mayores aborden su unidad, pues sus pláticas y consejos son los que más le agrada escuchar.

"Me gusta mi trabajo, me siento libre, me gusta manejar, transportar a la gente y platicar, sobre todo con la gente adulta que tiene muchas cosas que enseñarte".

Aunque la taxista reconoce que conducir un vehículo no es sencillo, pues día con día se enfrenta al tráfico de la ciudad o a un accidente vial, además de tratar con usuarios que ofenden o se portan groseros debido a los costos por ser radio taxi; es decir, que el servicio se solicita por teléfono en un determinado domicilio. 

Nos encontramos gente buena, gente grosera, gente que te azota la puerta, gente que te dice hasta de lo que te vas a morir por uno o dos pesos de más o porque a lo mejor no traes cambio de un billete de a mil o de 500 y ya te están diciendo que es tu responsabilidad por una dejada de 35 pesos”.

Rocío también indicó que como conductora tiene que lidiar con los elementos de seguridad pública.

"No me gusta cuando los servidores públicos municipales te paran por el motivo que ellos gusten y si no accedes te infraccionan, muchos te piden la mochada".

A pesar de los asaltos y algunos usuarios con mala actitud, le gusta su trabajo. Una ocasión, un 24 de diciembre abordó el taxi una mujer que le dejó una propina de más de 900 pesos.  

Fue un 24 de diciembre, me mandaron por un servicio, fui por la chica exactamente a San Antonio, la chica me pidió que la llevara hacia arriba del mercado Primero de Mayo, en la calle de Patoni. La dejada era de 70-80 pesos, pero al bajarse del carro la chica me dejó mil pesos, me agradeció por el servicio, me dijo: es un regalo, si tienes familia dáselo a tus hijos y aprovéchalo”.


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