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A Ruth, la covid le quitó la oportunidad de abrazar a su recién nacida

Alegre, dulce, risueña, tierna y amorosa, así recuerda su familia a Ruth, quien falleció un par de días después de dar a luz a su tercer bebé, "La Milagrito"

Escrito en ESTADOS el

HERMOSILLO.- Alegre, dulce, risueña, tierna y amorosa. Son las palabras con las que su familia y amigos recuerdan a Ruth, una joven madre que perdió la lucha contra la covid-19, en esta pandemia que ha dejado más de 3 mil 222 víctimas mortales en Sonora.

Ruth Eunice Romero Ibarra tenía 31 años cuando el virus atacó su cuerpo, como lo ha hecho con más de 39 mil sonorenses en estos casi ocho meses. A mediados de junio, comenzó con los síntomas: dolor de cabeza, fiebre, malestar; se enfermó al mismo tiempo que su padre.

Cuando acudió al doctor, en Hermosillo, solo le recetaron paracetamol y no le hicieron la prueba rápida, ni la del hisopo. Los días pasaron, y no mejoraba.

Fue hasta que se consultó con otro médico, que le tomaron las muestras para hacerle las pruebas y le recetaron medicamento para que su condición mejorara.

Sin embargo, la joven, que estaba a pocas semanas del término de su embarazo, no presentó avances y su estado de salud se complicó cada vez más.

“Se empezó a poner muy mal, sus órganos estaban delicados por el virus, la teníamos con oxígeno y al otro día le empezaron los dolores de parto”, recuerda Ruhama, su hermana.

"Ruth estuvo en aislamiento en casa, por más de dos semanas. No podía estar cerca de sus hijos, una niña de 12 años y un pequeño de dos años".

Tampoco de su madre, María Esther, para no contagiarla. Su padre también luchaba contra el virus.

Lo que más sufrió esos días, más que las secuelas de la enfermedad, fue el no poder abrazar a sus pequeños.

“Ella sufría, quería abrazar a sus niños, el pequeño lloraba, quería que ella lo agarrara, y no podía y ella lloraba con él por no poder cargarlo”, cuenta María, su mamá.

EL MILAGRO DE LA VIDA… Y LA MUERTE

A pesar de que a Ruth le faltaban todavía dos semanas para dar a luz, los dolores de parto comenzaron. Ahí, aislada en su cuarto, con la enfermedad causada por la covid, a flor de piel.

La joven fue trasladada de inmediato a un hospital de Hermosillo donde la atendieron para que su cuerpo se fortaleciera y pudiera tener a su bebé.

De acuerdo con su hermana, Ruhama, Ruth dio todo de sí para dar a luz a la pequeña Esmeralda.

“Nació la niña, ella luchó mucho para la bebé. Dicen los médicos que es un milagro la bebé, porque luchó mucho mi hermana”

La joven madre tuvo a su pequeña, pero su cuerpo ya no se recuperó. Sus órganos no superaron los daños provocados por el coronavirus que afectó su corazón, riñones y pulmones.

Ruth tuvo que ser intubada… y ya no despertó. Su familia, sus hijos y su prometido no pudieron despedirse de ella, abrazarla una última vez.

A Esmeralda, “La milagrito”, como le dicen de cariño su mamá y sus tías, solo la vio de lejos, no la pudo sostener en sus brazos, ni amamantarla.

“Estuvo con ella dos días… se la mostraron de lejos, no pudo ella cargar a su bebé. Nosotros tampoco tuvimos contacto con ella todos esos días, ingresó al hospital el domingo en la mañana, el viernes tres de julio nos dieron la triste noticia…”, comenta su hermana.

Tampoco pudo despedirse su papá de ella. Mientras el también luchaba por recuperarse en el hospital, su hija perdía la batalla. La noticia la tuvo hasta que fue dado de alta.

Para su madre, María Esther, Ruth presentía que las dejaría.

"A días antes de morir, cuando se encontraba en aislamiento en casa, ella les decía que su cuerpo ya no soportaba más, y que pronto se reuniría con Dios".

“Nos decía que oráramos mucho, que tuvo un encuentro con Dios. Aquí estuvo mucho tiempo aislada en la casa, y nos dijo que estaba muy feo el infierno, dijo que quería que todos fuéramos salvos. A mí me decía que ella ya iba a partir con el señor. Ella sabía, yo le decía: estás loca mijita, no es cierto, te vas a aliviar. Me dijo: no mamá, estoy muy mala. Ella ya sabía”, recuerda María las palabras de su hija.

RUTH: SIEMPRE SONRIENTE, AMABLE Y CARIÑOSA

La familia de Ruth, sus amigos y compañeros de trabajo siempre la recordarán con esa sonrisa que la caracterizaba, alegre y muy cariñosa.

Era una madre amorosa con sus pequeños, a quienes amaba con todo su corazón. Pero también se preocupaba siempre porque sus padres, dos adultos mayores, estuvieran bien cuidados. Fue una tía cariñosa con sus sobrinitos y una hermana afectuosa.

“Así la recordamos: una buena persona, adoraba a sus primos, su familia, sus hermanos, sobrinos, era un amor; ella era ella, muy buena niña. Alegre, risueña, muy buena compañera de trabajo, muy buena hija, era muy querendona con nosotros, no nos quería dejar solos. Muy buena esposa, su esposo llora mucho por ella”, agrega su madre.

Para su hermana, Ruhama Naara, Ruth era muy servicial con todos, trabajadora y no se rendía por nada. Por eso, sus compañeros de trabajo, siempre la recuerdan con cariño, cuando compartieron momentos en la extinta Prospera, de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), donde apoyaban a la gente más necesitada.

“Desde chiquita ella ayudaba mucho a la gente, terminó su carrera de chef y era mamá trabajadora, muy trabajadora, responsable, solidaria, simpática, era muy querida, por su familia, amigos”, agrega.

Este 15 de noviembre, la joven madre cumpliría 32 años y su familia la recordÓ con su comida favorita: tamales de elote.

Era una tradición, para su cumpleaños, que su mamá le preparara este platillo típico sonorense y que la pasara rodeada de todos sus seres queridos. Este año fue diferente, pero honraron su memoria.

“El día 15 cumpliría años, 32. Todos los días la recordamos, pero es un día muy especial para ella, todos los años le hacía sus tamales, su cena”, comenta con sentimiento María Esther.

“LA PANDEMIA ES REAL Y NO TE PUEDES DESPEDIR DE TUS SERES QUERIDOS”

El día del sepelio de Ruth Eunice fue un día triste. Además de despedirla de manera inesperada, la pandemia por covid-19 provocó que solo unas cuantas personas estuvieran en el funeral.

Incluso una de sus hermanas no pudo darle el último adiós, tampoco sus amigos o más familiares. Solo 10 personas estuvieron presentes.

Su familia quiso que todo fuera color blanco: el ataúd, la carroza y los 34 globos blancos que lanzaron al cielo; 31 por su edad y tres más por sus hijos.

“Primero nos dijeron que eran tres personas. Después fuimos menos de 10 y tomando sana distancia. Fue muy triste eso, no poder despedirla bien. Le lanzamos globos blancos al cielo: 31 por cada año de vida y tres más por cada niño. Tratamos que fuera lo más bonito posible, su cajón blanco, la carroza blanca. Todo color blanco, puro como ella”, menciona Ruhama.

María Esther, madre de Ruth hace un llamado a la población para tomar conciencia sobre el covid-19, un virus real, que ha arrebatado la vida de miles de personas en el país y en el mundo, y que ahora, también a su hija.

No desea que ninguna mamá sufra la ausencia repentina de su hija, o los pequeños se queden sin sus madres. Por ello, pide a los ciudadanos tomar las medidas de protección, en todo momento, ya que el virus está en todas partes y, como Ruth, pueden desconocer dónde lo adquirieron.

“Que la gente entienda que sí existe la enfermedad, que cuiden a sus hijos a su familia, que salgan con cubrebocas, se laven las manos, todas las medidas”

“Que sean responsables, la gente puede estar de fiesta, tener sus reuniones, cada quien es responsables de sí mismos, pero hay que ser empáticos con las demás personas, respecto a que ellos pueden ser asintomáticos y pueden contagiar a las personas y no saben si cierta persona tiene buena salud, o va a poder atenderse”, comentan María y Ruhama.

Ahora, la familia vive la ausencia de Ruth, pero con ellos está una nueva integrante, Esmeralda, “La milagrito”, y en sus vidas siguen los pequeños de dos y 12 años de edad, quienes también son visitados por su padre, quien vive en Estados Unidos y honra cada día la memoria de la joven madre.