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"A las embarazadas las acomodan en los pasillos por la saturación"

El Hospital General Chilapa de Álvarez, en Guerrero, debió abrir desde el 2012, pero todavía no está listo, por lo que mantiene saturados otros centros de salud en la región

Escrito en ESTADOS el

Chilapa, Guerrero.- Silvia Flores está en los pasillos de fuera del pequeño edificio ubicado a orilla del bulevar de la cabecera municipal de Chilapa que funciona como hospital general, en espera de que den de alta a su hermana Rosalinda. Es viernes 29 de marzo por la mañana y un día antes le hicieron cirugía para sacarle un mioma del útero. Están por cumplirse las 24 horas. 

Al lado de Silvia hay varias personas, sólo algunos son sus familiares. Están ahí desde el miércoles. Su hermana acudió ese día al hospital a una revisión y le dijeron que tenían que operarla.

La fachada del edificio funciona como dormitorios para familiares de los enfermos. “Estaba todo lleno aquí”, dice Silvia sobre la ocupación de los pasillos el miércoles por la noche. Es un espacio no mayor a cinco metros cuadrados. Algunos tienen improvisadas camas con pedazos de cartón y cobijas, otros, como Silvia y sus familiares, llevaron sus propias sillas para sentarse y esperar.

El sismo del 19 de septiembre del 2017 dañó el viejo edificio del Hospital General de Chilapa, ubicado en el centro de la cabecera municipal, y el personal trasladó los servicios al inmueble que reta la Secretaría de Salud a orilla del bulevar.

Independiente a los ajustes que las autoridades hicieron después de sismo, los servicios de salud en Chilapa deberían ofrecerse en otras condiciones.

El Hospital General de Especialidades de Chilapa, que sustituiría el antiguo hospital del centro, debió abrir desde el 2012, pero todavía no está listo. Le hacen falta detalles en la fachada y el acondicionamiento de todo el interior. Por mucho tiempo la obra estuvo parada, según la versión de los habitantes, pero en la actualidad hay personal trabajando en la construcción.   

El inicio de operaciones lo anunció Lázaro Mazón Alonso, el secretario de Salud en el gobierno de Ángel Aguirre Rivero, periodo en que arrancó la obra.

El 21 de junio de 2011, el ex gobernador y el ex secretario, junto al entonces alcalde de Chilapa, Sergio Dolores Flores, colocaron la primera piedra del hospital sin publicar la licitación de la obra. Ahí se supo, de acuerdo a lo que publicaron reporteros, que el hospital tendría capacidad para cubrir la Montaña baja, que abarca cinco municipios donde viven más de 132 mil habitantes, la mayoría indígenas.

UN CUARTO PARA ROSALINDA

Rosalinda está en el mismo cuarto con otras cinco o seis mujeres que acaban de parir a sus hijos. Silvia dice que es un espacio más pequeño a donde ella y sus familiares han pasado las dos noches que su hermana lleva internada.

El edificio rentado por la Secretaría de Salud y utilizado como hospital general es de tres pisos, que son insuficientes para la demanda: están juntas las áreas administrativas con las de hospitalización. En el mismo espacio con divisiones hay personal administrativo ocupados en trámites y enfermos en cama o en alguna intervención quirúrgica. 

Aquí no existen clasificación de internamiento, en un mismo cuarto hay mujeres con sus hijos recién nacidos, que deberían recuperarse en el área de ginecología, y Rosalinda, que debieron enviar al área de cirugía, según las normas que se siguen en un hospital general.

La escena incluye a un paciente canalizado en una silla de ruedas en pleno pasillo, enfermeros gritando los nombres de pacientes o familiares de pacientes, y toda la gente que espera fuera.  

Se llegó el mediodía del viernes y la familia de Rosalinda sabía que en cualquier rato la daban de alta.

ALTAS FORZADAS PARA LIBERAR CAMAS

La noche del 13 de julio del 2017, Casiana Nava encontró a Salomón Lara sentado en un banco pequeño en el pasillo del antiguo Hospital General de Chilapa. Estaba encorvado y tenía los labios y las palmas de las manos blancas.

La tarde del día anterior, Salomón llegó desangrándose al hospital de Chilapa, herido de dos balazos. Él y Benigno Marabel, ambos habitantes de Quetzalcoatlán, un pueblo de Zitlala, otro municipio de la Montaña baja, fueron atacados a balazos de vuelta de Chilapa a su pueblo. Benigno murió y Salomón quedó herido en el brazo y en la cara, a la altura del ojo derecho.

Cuando Casiana Nava lo encontró en el pasillo, el personal médico ya lo había dado de alta. “Me dicen en Trabajo Social que llegó mucha gente y estaban solicitando las camas. Entonces, por eso se le dio de alta a don Salomón”, comenta. En su relato expuso que hasta ese momento sólo le habían parado el sangrado y vendado el brazo; nunca mencionó de una atención en el ojo, pero sí que se veía muy débil.

Casiana Nava es presidenta del Centro de Derechos Humanos José María Morelos, una organización local que asiste a víctimas de desplazamiento forzado, condición en la que estuvieron por un tiempo los habitantes de Quetzalcoatlán por la violencia, otra de las características de los municipios de esta región de Guerrero. 

También es enfermera jubilada, y para ella fue evidente que Salomón no se encontraba bien, como evidente que el personal del hospital quería sacarlo. “De urgencias debieron pasarlo al hospital, del hospital ver cómo le harían. Él llegó a urgencias y de urgencias le dieron de alta”, dice.

El Centro Morelos se encargó de la recuperación de Salomón. Estuvo internado en el domicilio particular de una integrante de la organización con supervisión médica, pero la primera atención debió ser la más importante. 

Salomón perdió la vista del ojo derecho. 

EMBARAZADAS EN MEDIO DE LA FALTA DE SERVICIOS MÉDICOS

Cuando Casiana Nava era enfermera en el Hospital General de Chilapa, de eso hasta hace unos años, lo que más recuerda es que el lugar era insuficiente para la demanda de mujeres embarazadas. “Las teníamos acomodadas en los pasillos”, dice.

Chilapa es uno de los municipios que se sostuvo en los primeros sitios de la estadística de mortalidad materna. Guerrero conservó la misma posición a nivel de entidades federativas, pero las autoridades locales desde inicio del 2019 mantiene una campaña en la que difunden que ya revirtieron las cifras. 

A Rosalinda, quien compartió cuarto con mujeres que recién tuvieron a sus hijos en el improvisado hospital, quizá no le quedó duda de que la demanda es mayor a las capacidades de los servicios de salud en la región, pero quien tiene mayor certeza es la promotora de la Casa de la Mujer Indígena Zihuachikahuac, Brígida Chautla, quien desde hace años asiste a mujeres en proceso de parto y de fuente primaria se entera de muertes por esa causa.

Las funciones de la casa ubicada en la cabecera municipal de Chilapa son atender a las mujeres, en especial indígenas de la región, antes o después de parir y durante la recuperación de alguna enfermedad relacionada a salud sexual o reproductiva. 

Entre la gente que las atiende hay parteras tradicionales y promotoras de salud, pero su prioridad es que los partos ocurran en el hospital. 

La zona baja de la región Montaña es la unión de cinco municipios donde Chilapa tiene una función preponderante, al parecer por contar con más servicios. Si este es el criterio, el hospital general recibe también a los habitantes de Zitlala, Ahuacuotzingo, José Joaquín de Herrera y Atlixtac.  

La Cami Zihuachikahuac tiene ese mismo flujo y un poco más, porque Chilapa de alguna manera está conectado con pueblos de Tixtla, Quechultenango, Mártir de Cuilapan y Tlapa. Pero la región es tan complicada que aun cuando son municipios o pueblos vecinos, varios se distancian hasta por más de cuatro horas.

Además del espacio físico acondicionado para que las mujeres y sus hijos descansen, también reciben a sus familiares y les dan comida a todos. 

En la casa terminan asumiendo más que eso. Hace tres meses una de las usuarias ahí tuvo a su hijo. “Se le habló a la Cruz Roja, dijo que no podía o después ya no contestaban a la una o dos de la mañana, hasta que se les dijo ya dio a luz. De inmediato se presentaron”, comenta la promotora. 

Cual sea la circunstancia, para quienes impulsan este proyecto, entre ellas Brígida, el compromiso es nunca dejar solas a las mujeres. Y “disminuir las muertes maternas durante embarazo o después, en la cuarentena”, es uno de sus objetivos.

La Casa de la Mujer Indígena Zihuachikahuac abrió en mayo de 2014  por las gestiones de un grupo de mujeres indígenas nahuas que crearon la asociación civil Zihuame Xotlametzin, interesadas en atender la salud sexual y reproductiva de otras mujeres de la región.

Sólo en 2018 atendieron más de mil 200. A la mayoría les ofrecieron orientación y capacitación sobre cómo cuidarse, pero 200 reposaron en camas de la Cami Zihuachikahuac, servicio que debió asumir el Hospital General de Chilapa.

Brígida Chautla lo dijo antes, al inicio de la entrevista en que dio detalles del proyecto para mujeres: “nos estamos preguntando, cuándo funcionará ya el (nuevo) hospital”.