CHIAPAS

Leidis y Víctor “echan raíz” en Chiapas; encantan a mexicanos con antojitos venezolanos

Leidis Escalona Castillo salió de su natal Venezuela para encontrar una mejor calidad de vida, allí conoció a Víctor con quien comenzó una historia de éxito

Créditos: LSR/ Christian Gonzáles (Corresponsal LSR)
Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ. - Estresada por las deudas y porque ya no le alcanzaba para vivir de forma digna, Leidis Escalona Castillo decidió dejar su natal Venezuela hace tres años para buscar una mejor oportunidad laboral y, de esa forma, como madre soltera, mantener a su hijo y darle una carrera, él sueña con estudiar Odontología.

A diferencia de otros connacionales, ella evitó algunas dificultades como la Selva del Darién, entre Colombia y Panamá, donde el peligro es incesante, pues llegó a Chiapas en avión.

“De inmediato, al aterrizar, busqué a mi hermana que está acá y comencé mi trámite para legalizarme y pedir asilo”, dice a La Silla Rota la exadministradora de una peluquería, donde, al mes, obtenía entre 5,000 o 6,000.

Leidis Escalona Castillo | Fotografía: Christian González

Según su relato, la franquicia a la que pertenecía comenzó a decaer poco a poco. Primero, recuerda, la misma mantenía en su nómina a más de 50 empeladas, hasta que llegó un momento en que el sueldo se devaluó “y ya no me alcanzaba ni para los pasajes; se me acabó el sueño de tener mi propia casa”. Para ella, el panorama era “grisáceo”, debido a que no sólo tiene a su cargo a su hijo, sino a su madre, por lo que no le quedó de otra que tomar la maleta y salirse de allí.

Todo cambió cuando llegó a Chiapas

A su llegada a territorio chiapaneco, Leidis se topó con Víctor Hernández, también venezolano, quien de igual manera abandonó Colombia, donde trabajaba y tenía una esposa y tres hijos, debido a que, como comerciante, no le alcanzaba para la manutención de su familia.

De hecho, el varón se separó de su mujer y por eso emprendió el viaje hacia México. A diferencia de Leidis, él sí pasó por la mencionada selva y se enfrentó a otros sucesos, como dormir en las calles y ser detenido por la autoridad migratoria, hasta alojarse en la entidad sureña de la República Mexicana.

“Todo se complicó en Colombia, no tenía nada de dinero, y sólo me salí con un morralito de sueños”, cuenta. Asimismo, agrega que, no sólo tiene que enviarles dinero a sus hijos y a su expareja, sino a otros seres queridos como su mamá, una hermana, una sobrina, entre otros a los que apoya porque lo necesitan.

En sí, Leidis y Víctor se unieron a una larga lista de venezolanos que emprendieron el éxodo de su tierra. De 2013 hasta el año pasado, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) reconoció como refugiados u otorgó protección complementaria a 126,215 personas extranjeras; de siete países que concentran ese total, la lista la encabezan Honduras con 58,099, Venezuela con 24,257 y El Salvador con 19,187.

Víctor Hernández | Fotografía: Christian González

Enamorar paladares, su fuerte

Con su pareja, Leidis incursionó en el campo de la gastronomía con alimentos originarios de su tierra y, como arranque, lanzaron las arepas, similares a las “gorditas” hechas de masa y rellenas de carne que se ofertan en esta y otras entidades del país, las cuales acompañan con una salsa conocida como guasacaca, elaborada de aguacate, cilantro, perejil, ajo, mayonesa y sal.

Ellos han sudado la gota gorda, pues desde hace poco más de un año que echaron andar su negocio, nombrado “Playburger”, se levantan desde temprano, todos los días, para juntar el mayor recurso posible, pues ahora su objetivo no es sólo sobrevivir, sino extender su franquicia.

De su extenso menú, el cual ofertan de 10 de la mañana a 10 de la noche en un local que está ubicado casi en frente de una Subdelegación del Instituto Nacional de Migración (INM) de Tuxtla Gutiérrez, a donde llegan a diario decenas de connacionales y migrantes de otros países, sobresalen no sólo las arepas, empanadas o patacón, sino otros antojitos o platillos típicos venezolanos como la bandeja paisa, hasta otros más conocidos como hamburguesas y hotdogs.

Arepas venezolanas | Fotografía: Christian González

Leidis advierte que, a pesar de que han avanzado en todos los sentidos de sus vidas, la situación no ha sido tan fácil, pues tuvieron que hacer sus respectivos trámites ante las instancias competentes para estar en regla y trabajar de forma tranquila.

La pareja, con su residencia permanente ante la Comar, está decidida a no salir de la geografía chiapaneca y, por el contrario, su intención es quedarse, “echar raíz” y avanzar aún más. De hecho, ella inició su trámite de naturalización como mexicana.

Para Víctor, quien manifiesta su pasión por los deportes, sobre todo el beisbol (de ahí el juego de palabras para darle una identidad a su actual negocio), el sueño de llegar a los Estados Unidos ya se esfumó porque, como Leidis, se dice enamorado de Chiapas, adonde se piensa quedar por mucho tiempo.

“Allá en los EU tengo varios primos, quienes trabajan duro porque tienen deudas, pero quieren regresar a Venezuela, lo que pasa es que somos muy arraigados a la familia”.

Comensales disfrutan de los platillos de "Play Burgers" | Fotografía: Christian González

Empezar “desde abajo”

Aunque no ha sido fácil, en la actualidad se sienten orgullosos de ayudar con un empleo a casi cuatro o cinco personas, la mayoría también migrantes de Venezuela. Víctor dice que, gracias a Dios, tuvieron todas las facilidades para quedarse en México, adquirir el espacio en el que están, y luego mejorar el mobiliario, entre otros detalles que le han servido para darle “otra vista” al local.

“Hemos logrado sostener a nuestras familias, generamos empleos, orientamos a nuestros paisanos para que sepan cómo y dónde obtener sus papeles”.

Pero su ayuda no se termina en otorgar trabajo a sus “paisas”, sino que, además, le echan la mano a otros migrantes que pasan por su local y no tienen un solo peso para comer.

Aunque ellos no reciben otro tipo de apoyo del gobierno mexicano o del Programa de Integración Local, impulsado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) que, desde su creación en mayo de 2016 y hasta octubre de 2023, ha permitido que más de 35,000 refugiados de diversas nacionalidades se incorporen a la economía formal, tener mayor acceso a servicios educativos y de salud e iniciar procesos de naturalización, su visión está en Chiapas.

“Estamos en trámites para podernos casar, es lo que queremos, esperemos que se dé pronto”, remata Víctor, secundado por Leidis, quien asiente con la cabeza.

Leidis Escalona y Víctor Hernández | Fotografía: Christian González