TRAGEDIA EN COAHUILA

José Luis tenía dos días de trabajar en El Pinabete y quedó atrapado

El hombre de 46 años no bajó al pozo en su primer día de trabajo porque había mucha agua; ya había sufrido 3 accidentes trabajando como minero

El minero quedó atrapado en su segundo día de trabajo, el primer día no entró porque ya estaba lleno de agua el pozo
José Luis Mireles.El minero quedó atrapado en su segundo día de trabajo, el primer día no entró porque ya estaba lleno de agua el pozoCréditos: Especial
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José Luis Mireles comenzó a extraer de pozos de carbón desde sus 14 años. Ahora, de 45, es uno de los 10 mineros atrapados en los pozos de El Pinabete, en Sabinas, Coahuila, desde el 3 de agosto.

José Luis, a quien en el amplio espectro de apodos que se otorgan a los trabajadores de las minas le tocó el del Taca, de Tacalila, de joven le gustaba el futbol e incluso jugó en el equipo Cantarranas, del barrio del mismo nombre de la comunidad de Villa de La Agujita, donde está la mina.

Está pasión se había modificado y desde hace dos años comenzó a ser un asiduo de un templo cristiano.

Aunque había buscado tener otro trabajo menos riesgoso que ser minero, donde ya había tenido tres accidentes, uno que le dejó muy lastimada la clavícula, debió volver a los pozos, porque lo que ganaba no le alcanzaba y su ruda situación económica se agudizó con la covid-19, en una región donde además las opciones laborales son menos.

Fue un regreso de José Luis con nervios, dice un amigo suyo, quien dice que todavía lo vio el 2 de agosto y le preguntó si ya había bajado. El trabajador no bajó el primer día que llegó a trabajar. La causa: el pozo tenía agua. Era un aviso de lo que sobrevendría.

Su amigo, que no quiso dar su nombre, afirma que Mireles era “un hombre de ley”, y como prueba de ello es que diario iba en su bicicleta por su pareja, a las 4am, pese a que ella iba acompañada precisamente del amigo.

"ES MI APÁ"

El amigo de José Luis visita a ratos el campamento y saluda a Claudio, hijo de Mireles y quien se ha convertido en una de las personas que más tiempo ha permanecido afuera del campamento montado por las autoridades encargadas del rescate.

Claudio es entrevistado por La Silla Rota y comenta que no le importa que su papá haya formado otra familia.

“Nosotros estamos acá aparte, pero como quiera es mi apá y aquí estamos”, expresa con la mirada fija en el campamento.

Tiene 20 años. Llegó el mismo miércoles 3 de agosto “desde que pasó la tragedia”. Se enteró por medio de vecinos suyos de La Agujita.

Recuerda que durante las primeras horas las autoridades no tenían la lista de personas ni la cifra exacta de los trabajadores que habían quedado abajo, refiere.

“De hecho el administrador de aquí no quería avisarnos a los familiares”, reprocha el joven, instalado debajo de la carpa en la que él, su novia y su prima se sientan y se protegen del inclemente sol coahuilense.

Incluso, asegura que pasado el accidente, el administrador aprovechó un instante y avisó que iba a ir por bombas pero se desapareció y no regresó en dos días.

Pasadas tres horas del colapso, ocurrido a las 13:35 horas del miércoles 3 de agosto, Claudio confirmó que entre los trabajadores que quedaron abajo, estaba su papá, que además era el más reciente en haber comenzado a laborar en El Pinabete.

YA HABÍA TENIDO ACCIDENTES

El hijo de José Luis, quien está en el campamento, comparte que su papá ya había tenido accidentes en pozos y le tocó ver otros donde incluso participó en el rescate de personas, en uno causado por un derrumbe.

Sobre los que él había sufrido, hace muchos años le cayó una piedra en el pie, y aunque quedó lastimado, regresó a los pocos días a trabajar.

Al preguntarle a Claudio sobre si José Luis se quejaba del trabajo responde que no, porque pues eso es lo qué hay en la zona.

“No te puedes quejar si es lo único de lo que puedes trabajar”.

Claudio no se ha separado de las afueras del campamento ahí más que para cosas urgentes como su limpieza personal. Sobre el papel de las autoridades durante las primeras horas, dice que más que dar información, querían saber quiénes eran los familiares de los trabajadores, la hora a la cual pasó el accidente y cómo se enteraron.

Claudio describe que luego de que hace años José Luis formó otra familia, la relación no quedó rota y cuando su papá pasaba, se saludaban y platicaban.

“Es mi padre, verdad”.

SÓLO ESPERAMOS UN MILAGRO

Dice que ahora con la espera prolongada ya no sabe qué hacer y aunque le han pedido ayuda al mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, nadie ha podido hacer nada por él y sus dos hermanos mayores, que no están ahí porque deben trabajar y no les dieron permiso como a él y es algo que agradece.

“¿Qué podemos esperar más? Que pase un milagro”.

Lamenta que el sábado 13 de agosto, cuando el agua ya estaba abajo y hubo un chance de rescatar a los trabajadores, las autoridades lo dejaron pasar.

Ahora que volvió a subir el nivel de agua, su estado de ánimo es de enojo, tristeza y no saber qué hacer. Crítica que cuando las autoridades llegaron hicieron lo posible para que todo estuviera rápido. Y cuando ellos quisieron dar su opinión, no los escucharon.

“No eres nadie allá adentro”.

Además, desde el domingo les dijeron que no iba a ser un rescate, sino una recuperación.

“Estoy bien decepcionado del gobierno, del presidente, de todo, pues ya no puedo pedir nada, ya pedí cuando se pudo y no hicieron nada , menos ahora, solo esperemos que pase un milagro”.

Aunque es de La Agujita, y puede irse a su casa que está a unos minutos en auto, sí ha llegado a quedarse ahí, fuera del campamento, por si había novedades.

ERA PELIGROSO

Al preguntarle a Claudio, que es soldador,  si él probó alguna vez probó la minería, responde que no, que su mamá no se lo hubiera permitido, pues sabía que la zozobra forma parte de la minería y ella tenía varios familiares ahí.

“Me decía que era muy peligroso, no sabes si vas a regresar”, le decía su mamá.

FUTBOLISTA Y CRISTIANO

Aunque Mireles cuando era joven gustaba de jugar futbol y estuvo en el equipo del barrio Cantarranas, de acuerdo con un amigo suyo, últimamente había comenzado a ir más a la iglesia cristiana.

“Pasan cosas que te hacen acercarte a la iglesia”, explica Claudio de manera enigmática y sin abundar en detalles.