10 MINEROS ATRAPADOS

“Existen los milagros, pero sin comer ni beber agua, ya se acabó”: familiar de minero

Don Antonio, padre de Antonio Cabriales Oreste ahora es uno de los 10 mineros atrapados en Coahuila, aguarda frente a la zona donde ocurrió el colapso, que luce rodeada de vallas y cintas de seguridad

Su hijo decidió trabajar en los pozos del predio de El Pinabete porque también quería solventar los gastos para los estudios de sus dos hijos y le decía a don Antonio eso, que quería que tuvieran una carrera.
Su hijo decidió trabajar en los pozos del predio de El Pinabete porque también quería solventar los gastos para los estudios de sus dos hijos y le decía a don Antonio eso, que quería que tuvieran una carrera.Créditos: Marco Antonio Martínez
Escrito en ESTADOS el

SABINAS.- Antonio Cabriales Balderas tiene 81 años. Fue minero y nunca tuvo un accidente. Pero su hijo Mario Alberto Cabriales Oreste ahora es uno de los 10 mineros atrapados desde el 3 de agosto en los pozos de extracción de carbón del predio de El Pinabete, en la comunidad de La Aguijita, en el municipio de Sabinas, Coahuila.

Don Antonio aguarda frente a la zona donde ocurrió el colapso, que luce rodeada de vallas y cintas de seguridad. En el día el ex minero se resguarda del sol quemante de Coahuila, que estos días ha alcanzado hasta los 38 grados, bajo una carpa acompañado de sus hijas. Durante la noche despliega un catre y ahí se duerme, atento a cualquier noticia sobre el rescate de los mineros entre quienes está su hijo, y que en los últimos días han sido pocas. 

A pregunta expresa sobre el operativo de rescate, es contundente. “Pues está lento”. 

A 10 días de que iniciaron los trabajos de rescate, cabizbajo, reconoce que cree que su hijo y los restantes 9 mineros atrapados ya fallecieron. 

Pese a ello, se aferra a lo insólito, a lo divino, aunque también es realista. 

“Existen los milagros, pero se imagina, sin comer, sin beber agua y sin batería -dice mientras hace un gesto como si encendiera un dispositivo a la altura de la cabeza- ya se le acabó”, dice don Antonio, sentado en una silla de plástico donde por su altura parece que apenas cabe, y que porta un sombrero vaquero que es como parte de su cuerpo.

 

Don Antonio, tiene dos hijos varones. Dentro de la zona cercada, está la esposa de Mario Alberto, quien es diabética. 

Las hijas de don Antonio así como él están afuera de los pocitos de extracción de carbón, y llegaron desde el primer día de ocurrido el accidente.

Campamento instalado para familiares de los mineros que esperan su rescate. Foto: Marco Antonio Martínez.

Sobre la relación que lleva con sus hijos es como de amigos, compara don Antonio, y resalta el gusto de Mario Antonio por cantar, tanto que hasta se compró su karaoke y una bocina. 

“A él le dicen “El Fantasma” porque cuando salió una canción de un fantasma en el jardín, la cantaba. Luego me dedica la de Querido Viejo” expresa, orgulloso.

No se quejaba pero sabía que había explotación

Su hijo nunca se quejó del trabajo, pero él mismo le hizo saber a don Antonio que había condiciones de explotación en ese pocito -que no mina, dicen los expertos, pues estas son las que tienen túneles inclinados donde entran carritos en rieles.

“Explotó esto. ¿On tá el administrador de aquí? Se fue así, ese mismo día que pasó esto. El dueño, quién sabe, debiera estar dando la cara. Pues ya llevaban los bolsillos llenos de dinero. ‘Pos ahí que se queden’ y eso no se vale. Uno debe hablar”, expresa enérgico don Antonio. 

 

Explica que los mineros le dan dinero a ganar a los dueños. Recuerda que no es solo sacar una tonelada de carbón, sino que estando trabajando, el piso está resbaloso y su labor no se hace caminando. 

“N’ombre, vas corre y corre, esas chambas son rápidas para ganar bien, si vas lento pues no, mejor ponte a buscar botes de aluminio. Aquí se gana más que en una mina, porque ahí tumbas, manteas y  echas a la plancha y llegan los carros y otra vez a palear doble, acá no, nada más una descarga a la carretilla y le echan al bote y sale bien”, afirma.

Familiares piden por que los mineros sean rescatados con o sin vida. Foto: Marco Antonio Martínez.

El mismo llegó a ganar mil pesos diarios cuando descendía a pozos.

Ser minero es mejor pagado que en la maquila

Su hijo decidió trabajar en los pozos del predio de El Pinabete porque también quería solventar los gastos para los estudios de sus dos hijos y le decía a don Antonio eso, que quería que tuvieran una carrera.

"Está bien, hijo, nomás cuídate. Pues sí se cuidaba, pero como te digo, accidentes así volada, nunca piensas que te va a pasar algo".

 

Una de las complicaciones de trabajar en pozos, es que al ser más chicos que una mina tienen menos carbón y a veces los trabajos solo duran dos meses. En ocasiones Mario Alberto no hallaba trabajo en el área y se metía a la maquila pero lo que ganaba era inferior, cuenta el padre. 

"Una baba, ¿qué cree pá? Mil 200, mil 300 pesos a la semana, para comer dos tres días, es muy poco. Entonces nada más salieron estos (pozos), ven al otro día. Los accidentes son imprevistos, uno anda a gusto, pero de repente pasan, pero si yo supiera, pues no bajo, pero no sabemos”.

Dice que al entrar en un pozo uno entra agachado, y aunque el trabajador saque 4 o 5 toneladas a veces sale encorvado. 

“¿Te imaginas agachado todo el día? Tumbando y manteando y rápido la pala, pura fuerza y córrele”. 

 

"De aquí soy, carbonero me quedo"

Don Antonio fue quién le enseñó a su hijo a trabajar en la extracción de carbón, a petición de Mario Alberto, quien se lo pidió cuando cumplió 18 años.

"Nunca le obligué, le dije oye busca una chambita para que te vistas. Yo me fui a la plancha, él de apuntador, ahí había puros chavos de 18 años. Cuando recibió el dinero me dijo ‘apá quiero entrar al carbón".

La razón es que como apuntador pagaban poco. Entonces don Antonio habló con el encargado y en cuanto hubo posibilidad, le enseñó a Mario Antonio cómo se tumba y se trabaja y le gustó a su hijo.

"De aquí soy, me quedo de carbonero, había billete" lo parafrasea.

 

(djh)

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