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Elluz, la venezolana que, en silla de ruedas, busca el sueño americano

Hace tres semanas, llegó a la estación migratoria “El Cupapé I” en esta ciudad capital de Chiapas, con la promesa de que les agilizarían el trámite

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TUXTLA GUTIÉRREZ.- Elluz Maraguacare, su esposo y su hijo menor de edad partieron de su natal Venezuela en octubre del año pasado en busca del sueño americano; sin embargo, un accidente en la Selva del Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá, y las “trabas” para que les otorguen sus visas humanitarias o tarjetas verdes, se han convertido en un sufrimiento.

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Hace tres semanas, ellos llegaron, junto a casi 400 migrantes, a la estación migratoria “El Cupapé I” en esta ciudad capital de Chiapas, con la promesa de que les agilizarían el trámite.

Pero no ha sido así: las familias migrantes, provenientes de Centro y Latinoamérica, han improvisado un campamento en espera de resultados; además, se han quedado sin “plata”, alimentos, agua, y lo poco que obtienen al día es por caridad de la sociedad.

Elluz, por su parte, tiene un problema fuerte, pues no se ha recuperado de la fractura de su pierna en ese incidente en la referida región selvática porque no tiene suficiente dinero, y cuando junta un poco, no le quieren prestar el servicio en laboratorios particulares, debido a que le exigen una identificación oficial del país si quiere que le saquen unas placas para saber cómo está.

Lo peor de todo, aceptan ella y su esposo, es que no se ha parado nadie del sector Salud para brindarles algún apoyo y saber cómo está su condición física.

José Andrade, su marido, tiene que llevarla a donde quiera que se mueva, incluido un crucero cercano a la mencionada estación migratoria, donde por algunos minutos u horas esperan una moneda de algún buen samaritano.

Si salió de su país, cuenta ella, es porque como licenciada en Educación solo ganaba 3 dólares al mes, insuficientes para mantener un hogar; mientras que Juan, dice, ya no obtenía suficiente recurso como comerciante y técnico en electrónica.

El caminar de esa familia ha sido complicado. Hace, habían llegado a Monterrey, pero a falta de la tarjeta verde los retornaron a Chiapas. Además, advierte Elluz, “en esa región están secuestrando a muchas personas, a mi hijito lo quisieron levantar, cuando acudía a la central de abastos de allá, una camioneta lo estaba ‘cazando’, por eso mejor preferimos hacer el trámite bien, aunque cueste tiempo y esfuerzo”.

Elluz se partió el tobillo en cuatro, y hasta hoy no se ha recuperado de la fractura en el peroné, lo que la tiene imposibilitada; si tiene una silla de ruedas, recuerda, es porque se la regalaron en Panamá, donde permaneció hospitalizada tres meses.

“Ahora dormimos a las afueras de Migración, ya son más de tres semanas, pero no nos quieren dar esa tarjeta verde”, lamenta la mujer de 35 años de edad, cuya pierna está cada vez más hinchada, pues requiere de cambio de férula de fibra y de una operación, la cual se demora cada vez más.

Según datos de Andrés Ramírez, titular de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), solo el 16 de mayo solicitaron citas más venezolanos en Tapachula que en los primeros 15 días de este mes.

“Nos enteramos de que hoy (este miércoles) cerca de 700 venezolanos entraron a Tapachula; ya somos muchos, o como dijera nuestro presidente, Venezuela se está quedando sin gente”, ironizó Juan, quien advierte que, desde que están en Chiapas, han vendido algunas pertenencias como teléfonos o zapatos.

Elluz, pese a estar imposibilitada para caminar, no pierde el humor, y le secunda a su marido: “Dice el presidente que, desde que salimos de nuestro país, el internet ha mejorado”.

Mientras tanto, Juan tiene que retornar a la espera a las afueras de “El Cupapé I”, con la esperanza de que, en uno de estos días, les entreguen la tan anhelada visa humanitaria, y de esa forma alcanzar al grupo de compatriotas con los que viajaban y que, desde hace unas semanas, ya están instalados en tierras estadounidenses.

 

 

 

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