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Feminicida de Emma Molina busca revertir sentencia de 50 años

La defensa de Martín Alberto Medina Sonda busca revocar la sentencia por el delito de feminicidio tras 3 años en prisión

Escrito en ESTADOS el

MÉRIDA.- El 27 de marzo de 2017, Emma Molina Canto fue víctima de feminicidio. Esa tarde dos personas la asesinaron con un arma blanca. Se dijo que eran sicarios contratados por su exesposo Martín Alberto Medina Sonda.

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Este lunes 21 de febrero de 2022, la defensa del feminicida interpuso un amparo en contra de la sentencia. Alegaron que no hay suficientes pruebas.

En el 2019, Medina Sonda fue sentenciado a 50 años de prisión por el delito de feminicidio agravado y J. R. M.H, alias “El Cachorro”, a 35 por el delito de homicidio calificado; se determinó que él contrató a los dos “sicarios”.

Los dos homicidas son originarios del estado de Tabasco, Oscar N y Jonathan N., presuntamente recibirían el pago de 60 mil pesos cada uno, fueron condenados a 46 y 43 años de prisión respectivamente.

(Emma Molina Canto y sus hijos)

Actualmente, la defensa de Martín Alberto Medina Sonda busca revocar la sentencia por el delito de feminicidio. Alegaron que el testigo protegido declaró que fue contratado por Medina Sonda, pero nunca logró probar su presencia en el Centro de Reinserción Social donde supuestamente se entrevistó con él. Ni tampoco se confirmó su ingreso.

Asimismo, reiteraron que se encuentra libre por culpar a otra persona, es decir, “tiene interés de mentir”, según señalaron.

Además, que se supone existían bloqueadores e inhibidores de señales de celular, por lo que no se pudo determinar el origen de la supuesta llamada para contratar a los asesinos de Emma Molina.

LA RUTA DE UN FEMINICIDIO ANUNCIADO

En 2001, después de contraer matrimonio con Martín Alberto Medina Sonda, Emma se mudó a Villahermosa y es ahí cuando empiezan las primeras muestras de violencia, como gritos, regaños y humillaciones en público y en privado.

El control que el esposo ejercía sobre ella no solo era psicológico, también era económico, controlaba todos los gastos al grado que le exigía enviarle todas las notas de compra. Únicamente podía adquirir las marcas y productos que él especificara.

La primera separación fue en el 2008; Molina Canto se mudó a la capital yucateca junto con sus hijos, con la aprobación de su esposo.

En 2010, Medina interpuso la demanda de divorcio y custodia. Para ese año, Martín Alberto ya tenía otra pareja y solo iba a visitar a sus hijos los fines de semana.

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También denunció a Emma por maltrato, exponiendo exámenes físicos de una de las menores en la Fiscalía General del Estado.

El 17 de mayo de 2012, tras el divorcio, ella obtiene la guarda y custodia de los menores. El juez resuelve que el papá podría visitarlos, pero no sacar del estado a ninguno de sus hijos. Ocho días después, Emma es interceptada, encañonada y arrestada con lujo de violencia delante de sus hijos. Martín Alberto sustrae a los menores aprovechando la intervención de las autoridades a su favor. 

Fue acusada del robo de un vehículo por dos de las empresas en las que Medina Sonda era socio mayoritario; la trasladaron al penal femenil de Tabasco, donde estuvo recluida cuatro meses.

El 11 de diciembre del mismo año, ella y toda su familia son acusados de robo, sobresale que la fecha del arresto y esta segunda ocasión, coinciden con el ingreso de dos desistimientos del divorcio. 

En el afán de continuar casado con Emma y conocer su ubicación, según la declaración de una testigo en el juicio, acusó de clonación y falsificación de documentos oficiales a Ligia Canto, quien fue trasladada al penal femenil de Santa Martha Acatitla, donde permaneció por más de un año.

En ese entonces, la mujer se encontraba en un refugio de mujeres víctimas de violencia.

Fue el 14 de octubre del 2014 que la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia pudo recuperar a los tres menores.

La última ocasión que Emma tuvo contacto con su ex esposo fue en enero de 2017; él continuaba buscándola y la familia acosándola. La testigo señaló que ella solo quería una vida normal y disfrutar de sus hijos, por lo que se negó a denunciar. 

Los asesinos solo tuvieron que pasar a una ferretería a comprar los cuchillos y esperar pacientemente a que Emma llegara del trabajo, para matarla en el garaje de su casa ante la mirada de sus hijos.

 

(djh)