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Yaquis: zona impenetrable, pero con violencia, armas y drogas

Como sucede en varias regiones del país, en los últimos años la violencia ha escalado en Sonora y la Nación Yaqui no quedó exenta

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HERMOSILLO.- El territorio yaqui, que comprende casi 500 mil hectáreas, se ubica en medio de los dos municipios más violentos de Sonora: Guaymas y Cajeme, donde los delitos de alto impacto son el pan de cada día: homicidios, narcomenudeo y desapariciones forzadas.

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Como sucede en varias regiones del país, en los últimos años la violencia ha escalado en esta entidad norteña y la Nación Yaqui no quedó exenta.

En fechas recientes se han registrado una serie de asesinatos y desapariciones de algunos personajes yaquis, conocidos públicamente por su activismo y la confrontación con autoridades por obras que presuntamente violentan su autonomía y territorialidad.

El 3 de mayo pasado fue asesinado a balazos Agustín Valdez, hijo del gobernador tradicional de Loma de Guamúchil, uno de los ocho pueblos en los que se divide la etnia, y cuyos integrantes mantienen bloqueada la circulación de la carretera federal México 15 desde el año pasado, en protesta por la construcción de un gasoducto.

Días después, el 27 de mayo, se reportó la desaparición de Tomás Rojo Valencia, uno de los principales voceros de la defensa del agua cuando el exgobernador Guillermo Padrés Elías impuso la obra Acueducto Independencia para llevar agua a Hermosillo.

El 8 de junio, un joven llamado Luis Urbano Domínguez recibió varios impactos de bala cuando salía de un banco en Ciudad Obregón, cabecera municipal de Cajeme. Él también era una de las voces más renuentes contra la obra que transporta agua a la capital desde la presa El Novillo.

Días después de este homicidio se encontró el cuerpo de Tomás Rojo Valencia; estaba semienterrado a las afueras del pueblo de Vícam, ubicado en Guaymas. La Fiscalía de Justicia de Sonora confirmó su identidad el 22 de junio.

Además, el 17 de junio se reportó la desaparición de Fernanda Valenzuela, media hermana de Mario Luna, otro de los liderazgos del movimiento de defensa por el agua. Una semana después, fue hallada a salvo en Puerto Peñasco.

El ataque más reciente ocurrió el domingo 27 de junio, cuando un grupo de sujetos incendió la casa de Juan Isabel Valdez, gobernador de Loma de Guamúchil y padre de Agustín Valdez. En esta ocasión no hubo personas heridas, solo daños en la pequeña vivienda.

Expertos consultados por La Silla Rota explican la complejidad de la etnia yaqui, sus principales problemáticas y lo peligroso de la zona en la que se ubica el territorio de uno de los pueblos originarios más antiguos y aguerridos de nuestro país.

LA ZONA MÁS VIOLENTA DE SONORA

La comunidad de aproximadamente 32 mil habitantes, en los ocho pueblos que se divide la etnia (Vícam, Tórim, Pótam, Rahúm, Huirivis, Belem, Loma de Bácum y Loma de Guamúchil o Cócorit), tampoco está exenta del consumo de drogas, las adicciones y la violencia.

El territorio yaqui está justo en medio de Cajeme y Guaymas, dos de los municipios que enfrentan una crisis de inseguridad y que, de acuerdo con Manuel Emilio Hoyos, director de Observatorio Sonora por la Seguridad, ha venido en escalada en los últimos cinco años.

Por un lado, Cajeme alberga a la cuarta ciudad más violenta del mundo: Ciudad Obregón, con una tasa de homicidios de 101.13 homicidios por cada 100 mil habitantes, sólo por debajo de Celaya, Tijuana y Ciudad Juárez. En lo que va de este 2021 se han registrado 255 asesinatos y 112 detenciones por narcomenudeo. 

Además, está la cifra negra de desapariciones, las cuales no son reportadas ante la Fiscalía, pero sí ante los colectivos de búsqueda que han surgido desde hace dos años ante el aumento de “levantones” y el hallazgo de fosas clandestinas.

En Guaymas, localidad a la que pertenece la otra mitad de la parte del territorio yaqui, también se encuentra hundida en la inseguridad con enfrentamientos armados a plena luz del día y, lo más reciente, la localización de tambos de fierro llenos de restos humanos que fueron arrastrados a las playas por la oleada del mar.

En Guaymas-Empalme la violencia ha sido de menos a más en los últimos años y se ha venido recrudeciendo, pero en los últimos 4 años se ha visibilizado más y se ha salido de control”, explicó Emilio Hoyos

Una de las principales razones de esta violencia es la disputa de grupos criminales por la venta de drogas en estas zonas de alto consumo, principalmente de metanfetaminas.

El director de Observatorio Sonora por la Seguridad detalló que en el Valle de Guaymas y el Valle del Yaqui, dos zonas agrícolas entre ambos municipios, es conocido el alto consumo de drogas, como metanfetaminas, también llamada cristal, usada principalmente por jornaleros por su bajo costo y el efecto de vigor o “fuerza” que produce en el organismo.

Y dada su cercanía con la etnia yaqui, algunos de sus miembros también son víctimas del uso y abuso de esta sustancia, principalmente los jóvenes.

“El problema de las adicciones dentro de la comunidad yaqui es porque está muy pegada al Valle de Guaymas, en los campos agrícolas hay jornaleros en toda esa zona que abarca también el Valle del Yaqui, donde trabajan miles de jornaleros por tiempos, eso lleva a que el problema de adicciones se ha aumentado en la región”.

TERRITORIO IMPENETRABLE

Como en todas las regiones donde hay consumo y venta de drogas, la incidencia delictiva se ha disparado. Lo vemos en las cifras de los dos municipios, Cajeme y Guaymas, con el 41% de los homicidios en todo Sonora.

Sin embargo, no se conocen datos oficiales de la etnia yaqui, ya que su territorio es impenetrable: ahí no puede entrar ninguna autoridad del estado mexicano.

La nación yaqui, como también se le conoce, se rige con sus propios gobernantes del orden civil, militar y religioso; por lo tanto, en caso de presentarse algún delito, la policía no puede ingresar, salvo a que sea permitido por los líderes de la tribu, señaló el director de Observatorio Sonora por la Seguridad. 

“Tribu yaqui es de usos y costumbres, la autoridad no entra nomás porque si, la mayoría de las veces es a petición de la tribu, y eso no solo ocurre en Sonora, en México; también se da en las reservaciones indias en Arizona y otros estados de Estados Unidos”. 

LÍDERES SON YORIS, NO YAQUIS

En entrevista con La Silla Rota, un integrante de la etnia yaqui -quien prefiere mantenerse en el anonimato- asegura que algunos personajes que encabezan protestas y manifestaciones en nombre de la tribu son en realidad “yoris”, palabra que utilizan para referirse a las personas que no son yaquis.

En referencia a Tomás Rojo Valencia, por ejemplo, señala que su familia es originaria de Puebla, pero que sí creció en la zona yaqui, debido a que es lugar de campos agrícolas a donde llegan jornaleros, pero no lleva su sangre y por ello no tenía ninguna autoridad otorgada por sus gobernantes, ni como vocero.

Tomás, el Luna (Mario Luna), todos los activistas son gente que no son de la comunidad, nacen, crecen y hablan hasta la lengua, pero es gente que no es del pueblo. Nosotros somos lampiños, no tenemos barba... y para nombrar a un vocero de los ocho pueblos es algo complicado, es de palabras mayores, eso no sucede; cada pueblo tiene a sus gobernantes, eso de vocero es de los yoris, nadie lo nombró de la comunidad

El entrevistado adjudicó a los empresarios agricultores y al Movimiento Ciudadano por el Agua, que surgió para protestar por el Acueducto Independencia, el darles proyección a estos activistas, pero no fueron los gobernantes yaquis.

Mencionó que para que se nombre a un vocero de toda la etnia es algo muy difícil, ya que los ocho pueblos tienen a sus propias autoridades y no hay alguien que represente a todos o hable por todos.

La autoridad tradicional no se ha manifestado (sobre los asesinatos) porque no pertenecen (a la etnia), cada pueblo tiene a su autoridad, a sus voceros, y ni en cuenta los hacen. El movimiento del agua se manifestó por Tomás Rojo, pero son yoris, ninguno es yaqui, son de los ricos de aquí de Obregón

Cabe destacar que los gobernantes yaquis son reservados y no salen de sus comunidades, hasta el momento no hay registro de alguna postura sobre los recientes homicidios de los activistas.

Sobre el bloqueo que mantienen algunos grupos en la carretera federal 15, a la altura de Vícam, esta persona de la etnia yaqui mencionó que la mayoría tampoco son yoemes (yaquis), sino que son incluso de la tribu mayo, asentados cerca del municipio de Navojoa, también al sur de Sonora.

Los de los bloqueos son indios mayos, se apellidan Buitimea, son mayos, son ellos los de los bloqueos, muchos ni yaquis son tampoco. Eso se dijo a la gobernadora, a todos, que no son yaquis, pero no hacen nada, quieren que nos dividamos unos con otros

El territorio de la tribu es de más de 500 mil hectáreas en medio de cuatro municipios: Cajeme, Guaymas, Bácum y San Ignacio Río Muerto, y solo lo habitan 32 mil yaquis; el resto, son ciudadanos que no forman parte de la etnia.

YAQUIS, VÍCTIMAS DEL DESDÉN GUBERNAMENTAL

Por su parte, Tonatiuh Castro Silva, investigador y maestro en Ciencias Sociales del Colegio de Sonora, consideró que la tribu yaqui ha sido víctima constante de un desdén por parte de las autoridades mexicanas en cuanto a sus necesidades, tanto de bienestar social como de salud y economía.

Como la mayoría de los pueblos originarios en el país, los yaquis viven en la pobreza y marginación, con todas las problemáticas sociales que conllevan estos factores. Sin embargo, señaló, la sociedad no los debe estigmatizar por ello, ya que fue la misma comunidad occidental la que lo ocasionó.

“Los pueblos originarios forman parte de sociedades regionales, están implicadas en los proceso sociales y criminales que se dan en el mundo entero; considerar que ciertos pueblos originarios tienen una tendencia o como rasgos la criminalidad es dejar de lado el hecho que están integrados a la sociedad a la cual todos formamos parte; la drogadicción y el narcotráfico existen en el exterior de estas comunidades y de ahí es de donde se origina”.

Castro Silva mencionó que además del desdén gubernamental en cuanto al bienestar de los yaquis, se ha atropellado de manera constante su territorialidad al usar sus recursos, como tierras y agua, en obras e infraestructura que violentan su autonomía.

Tal es el caso del Acueducto Independencia de Guillermo Padrés y el uso de sus tierras para el paso de vías de ferrocarril, fibra óptica de Telmex, la propia carretera federal 15 que atraviesa su zona y la construcción de un gasoducto; este último uno de los motivos que señala el pueblo de Loma de Guamúchil para bloquear la Rúa federal.

Pero el investigador menciona que los yaquis también son víctimas de los grandes productores agrícolas del Valle del Yaqui y de Guaymas, quienes poco a poco les han ido quitando tierras fértiles, con aval de las propias autoridades.

Lo que se advierte es que estas problemáticas provienen no solo de un desdén gubernamental, sino de la predisposición racista que han tenido los pobladores mestizos o yoris (población no yaqui), particularmente, la afectación a su territorio, no han sido las autoridades quienes han arrebatado porciones de su territorio, en la actualidad tienen 35 mil hectáreas menos que los que les otorgó Lázaro Cárdenas y no solo grandes productores, sino pequeños ejidatarios, con el aval de autoridades

El investigador mencionó que esta afectación a la autonomía yaqui ha causado los levantamientos de voces, como la de Tomás Rojo y Mario Luna, entre otros; existe también una división entre la propia etnia, ya que no son los mismos quienes protestan por la defensa del agua y quienes lo hacen contra el gasoducto de Loma de Guamúchil.

Esto se reflejó en la firma de Plan de Justicia para el Pueblo Yaqui del presidente Andrés Manuel López Obrador, a la que no acudieron las autoridades de Loma de Guamúchil y continuaron con el bloqueo de la carretera.

GUERRA DE EXTERMINO

En entrevista, Sergi Pedro Ros, director del documental “Laberinto Yo´eme”, en el que participaron Rojo y Urbano, considera que no sólo se trata de un hostigamiento a la tribu yaqui por el agua, sino que además es una guerra de exterminio por el grado de independencia que estos indígenas tienen del gobierno.

Esto es una guerra de exterminio y es algo que no es nuevo, lleva sucediendo durante toda su historia reciente. Porfirio Díaz los mandaba a los campos de henequén a trabajos forzados, mandaba al ejército a exterminarlos. Las primeras bombas de aviación que cayeron en México, cayeron en su territorio. Hay toda una historia de intento de genocidio contra la tribu yaqui. Y esa historia se ha ido modernizando y se ha ido adaptando a los tiempos, pero eso no ha cesado nunca

Además del hostigamiento de que son objetos, los grupos de delincuencia organizada han ingresado a las comunidades yaquis a inundar a los indígenas de metanfetaminas, lo que complica aún más la vida de los pueblos.

“Lo que nos damos cuenta, por lo que hacemos la película también, es que al mismo tiempo que esto sucede pues están ingresando drogas que no existían antes en la comunidad y está ingresando con ello el crimen organizado. Incursionan de manera más fuerte y copan muchos espacios. Convierten al territorio yaqui en un lugar muy peligroso, muy inseguro y utilizan eso para callar voces discordantes al interior de la tribu yaqui”.

Sergi Pedro Ros advierte que la situación resulta angustiante porque ante su exigencia de acceso al agua, se les responde con violencia, con asesinatos, desapariciones, crimen y drogas.

El caso de Tomás Rojo, considerado un dirigente yaqui, es el ejemplo más claro de esta política de exterminio que enfrentan los yaquis.

Rojo participó en el documental “Laberinto Yo´eme”, dirigido por Ros, por lo que el director tuvo la oportunidad de conocerlo y de hablar con él ya que una de las intenciones de su película era retratar con fidelidad lo que los yaquis piensan y sienten.

El asesinato de Rojo, de acuerdo con el director del documental, no sólo es un golpe para la tribu yaqui sino para la sociedad en general.

“Cuando de un golpe eliminan a una persona de estas características, que tiene grandes capacidades de análisis político, que sabe entender la realidad en la que está, que piensa maneras de accionar para mejorar la situación de su pueblo, de su tribu, es un golpe no sólo para la tribu yaqui sino para toda la sociedad mexicana, porque al final son personas necesarias, importantes”.

El director de “Laberinto Yo´eme” afirma que su trabajo audiovisual tuvo como eje central la participación de la comunidad y que fueran los yaquis los que retrataran y explicaran su situación.

El documentalista afirma que no tuvo intención de entrevistar o de darle espacio frente a la pantalla a ningún especialista del tema que no perteneciera a la misma comunidad. Incluso, afirma, decidió nunca presentar a ningún antagonista frente al protagonismo de los yaquis por la relevancia que tiene la voz indígena y para que el espectador tenga la posibilidad de imaginar quién es el responsable de la injusticia que viven los yaquis.

Sin embargo, a pesar de las ofensivas, de los ataques y del hostigamiento que reciben día tras día, sexenio tras sexenio, la historia yaqui parece apuntar a que no dejaran de movilizarse y de luchar por sus derechos.

“Mientras exista la tribu yaqui seguirán luchando y seguirán defendiéndose. La tribu yaqui no está desactivada ni mucho menos. La tribu yaqui es un pueblo muy fuerte, muy valiente y que no permite que pasen por encima de él. Los yaquis no están ni sumisos ni desactivados”, concluye Ros.


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