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Hombre lobo chiapaneco, el mito inventado por el estrés colectivo

Un hombre lobo se ha convertido en un mecanismo social para desahogar el estrés acumulado por las condiciones de encierro que viven las personas en cuarentena

Escrito en ESTADOS el

Tuxtla Gutiérrez (La Silla Rota).- Desde la semana pasada, cuando escuchó que un “hombre lobo” acechaba en colonias, barrios y comunidades del municipio de Ocozocoautla de Espinosa, localizado a casi 30 kilómetros de la capital de Chiapas, Mariane López afirma que colocó muebles en la entrada de su hogar para que no “fuera atacada” por el peculiar personaje.

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De acuerdo con ella, quien en la actualidad vive en la localidad Valenzuela de esa demarcación de la lengua zoque, el génesis de los aullidos se registró en la comunidad Ocuilapa de Juárez, donde incluso la gente salió armada con machetes y palos para defenderse del supuesto licántropo que surgió en medio de la pandemia del coronavirus.

Pero van más allá: según cuentan los pobladores de ese sitio, se trataría de un nahual, como se le conoce a aquellas personas que, con base en la mitología local, tienen la capacidad de convertirse en algún animal: desde un cerdo o chivo o perro hasta en un gato. 

Mariane advierte que, en varias ocasiones, ha oído los aullidos del espécimen que los “acosa” por las noches, “y por eso le puse todos los sillones a mi puerta; quien quiera que lo crea, yo lo viví el pasado jueves por la noche, ese hombre lobo es un brujo, no jueguen con eso”, manifiesta. 

No obstante, sobre todo en redes sociales como Facebook, circulan videos de gente reunida a punto de ir tras la criatura; u otros donde se escucha el sonido que emite el mismo (lo cual era reproducido por bocinas de algunos vecinos, en tono de broma), o donde se oyen disparos al aire con armas de fuego, como para “asustar” al supuesto hombre lobo.

Inclusive, circularon unas imágenes en las cuales se aprecia a un perro muerto, presuntamente atacado por el “ser maligno”. En otra, se observa sangre sobre la tierra, producto de ese mismo ataque.

Hombre lobo, un efecto de la cuarentena  

Para Rosemberg Román, reconocido psicólogo chiapaneco, no se trata de una situación de histeria colectiva, sino que dicho “hombre lobo” ha configurado un mecanismo social para desahogar el estrés acumulado por las condiciones de encierro actuales que viven miles de personas, es decir desde síntomas como angustia, ansiedad, desesperación, desesperanza, entre otros.

Para entenderlo mejor, aclara que se trata de un proceso de adaptación que viven los ciudadanos, es decir de llevar una vida “normal” o rutinaria, a una condición de encierro, de inactividad social.

Para él, no puede tratarse de una histeria colectiva porque no se cumple con el criterio, es decir que un grupo de personas presente, al mismo tiempo, una afectación física generada por una situación en común, como parálisis de mano, cuerpo, cintura, “te sofocabas, o perdías la vista, oído”.

Rosemberg Román

De hecho, advierte que el estrés no se puede quitar, porque sin duda es un mecanismo de supervivencia, lo que además provoca la vigía permanente, “tras el terremoto de 2017, sabíamos que habría réplicas, entonces cuando intentabas dormir, no podías porque tu cuerpo te despertaba como en alerta de que habría otro temblor, y eso es el mecanismo de supervivencia que genera esa vigía y por consiguiente el estrés”. 

Por ello, afirma, es casi seguro de que se crearán más noticias, parecidas a las del hombre lobo, que sirvan de mecanismos para mitigar ese estrés colectivo. En pocas palabras, advierte:

“El encierro por esta pandemia solo manifiesta los trastornos emocionales de las personas”.

Mientras tanto, el estrés colectivo aún “carcome” la tranquilidad de las familias de Coita, mismas que mantienen las guardias para no enfrentarse a un supuesto hombre lobo. De hecho, apenas el sábado pasado por la madrugada vecinos de diferentes barrios de la cabecera de esa demarcación salieron a las calles para hacerle frente al hecho sobrenatural, e incluso hubo presencia de policías municipales.

Una memoria histórica

Entrevistado para La Silla Rota, Mario Nandayapa, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), advierte que no es tan común que una población cree personajes “imaginarios” o situaciones irreales en momentos de pandemia, “aunque de alguna manera externa ese temor a contagiarse”.

Mario Nandayapa

Como el caso del hombre lobo en Coita, como se le conoce también al municipio Ocozocoautla de Espinosa, afirma que lo que sí queda, después de una pandemia como el covid-19, es la llamada memoria histórica, un temor. 

A principios del siglo XX en la ciudad de Chiapa de Corzo, situada a 10 minutos de Tuxtla Gutiérrez, ejemplifica el experto, las muertes en el pasado eran tan numerosas que la misma gente impedía que esos fallecidos “llegaran” al panteón, por lo que una gran parte optó por construir esas tumbas o mausoleos en los patios de sus casas.

“Cuando escarban y hallan restos humanos, es muy común que la gente crea mitos, y sucedió hace poco, cuando se decía que se detectó un entierro mesoamericano, lo que es falso”, especifica.

También rememora la pandemia de catalepsia que se vivió en esta misma localidad, tierra de los personajes conocidos a nivel internacional como parachicos, cuando la gente no se moría, sino que quedaba en estado rígido.

“Por eso horas después se levantaban cuando ya los velaban, lo que generaba miedo, o mitos, pero no pasaba de ahí”, puntualiza Nandayapa, quien retoma el caso del hombre lobo de Coita: “eso lo veo como simple broma, sentido del humor, nada más”.

Cuando hay un deceso o una situación trágica, explica que el individuo por lo regular tiende a negar el hecho, como mecanismo de defensa, pero luego viene una aceptación, y tras ello “viene la indiferencia”.