CIUDAD VICTORIA.- Tras dos años de permanecer varados sin poder cruzar hacia Estados Unidos, cientos de migrantes resienten la falta de ayuda de voluntarios y asociaciones civiles; por la falta de alimento y ropa, cada vez tienen mayores dificultades para permanecer en un campamento.
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Juan Antonio Sierra Vargas, coordinador de la Casa del Migrante en Matamoros, señaló que en 2018, cuando empezaron a llegar las oleadas de migrantes, diversas asociaciones, grupos de la sociedad y voluntarios se organizaron para llevar alimentos, medicina, ropa, calzado, así como artículos de higiene a los migrantes instalados en torno al puente internacional Matamoros-Brownsville.
Agrupaciones religiosas a ambos lado de la frontera llevaban a los migrantes, además, alimentos, cobertores, ropa, y otros artículos para que pudieran estar en mejores condiciones.
Tal vez hay ya un desgaste pero la sociedad ya no está ayudando igual. La ayuda es ya menos y por ello en algunos días los alimentos no alcanzan, se tienen que dar menos raciones
De los más de dos mil migrantes que llegaron a estar varados en las inmediaciones del puente internacional Matamoros-Brownsville, actualmente hay alrededor de 800 y es que muchos migrantes han accedido a ser retornados a sus lugares de origen luego de que las autoridades estadounidenses endurecieron las medidas para el otorgamiento de visas humanitarias.
Antes de la pandemia, voluntarios de ambos lados de la frontera llevaban alimentos y ropa a los migrantes. Foto: Facebook
Sierra Vargas, apuntó que aun cuando ahora son menos los migrantes que hay en el campamento instalado en las inmediaciones del rio Bravo, en la Ciudad de Matamoros, la ayuda resulta ser insuficiente.
“Vamos a volver y con más fuerza”: migrante hondureño
Comentó que tal vez debido a la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus asociaciones religiosas y civiles de Matamoros y Brownsville es que han reducido la ayuda a los migrantes.
“Ya es mucho lo que han gastado asociaciones, agrupaciones y ahora con la crisis económica es difícil poder sostener la ayuda”.
Debido a la pandemia del coronavirus algunas agrupaciones han suspendido sus actividades y otras cuentan con pocos voluntarios para hacer labores de recolectar y preparar alimentos, clasificar ropa, alimentos y demás.
A la vez añadió que se han comenzado a registrar días de bajas temperaturas y muchos de los migrantes no traen consigo ropa adecuada para pasar el frio, por lo cual hay que conseguirles chamarras, abrigos, y demás. PIERDEN LA ESPERANZA
Kevin Cruz, salvadoreño, que arribó a Matamoros hace cuatro meses, comentó: “a veces nos reparten poca comida, la tenemos que redistribuir entre nosotros para que todos alcancen. Al fin que yo no viene a comer aquí. Yo quiero estar de aquel lado y con el primer pago que tenga comprarme una hamburguesa y una coca-cola”.
“En el campamento hay parejas, familias con niños y cuidamos de que a ellos no les falte alimento”.
“A veces nos reparten poca comida, la tenemos que redistribuir entre nosotros para que alcance", comentan. Foto: Facebook
Rubén Madrid, guatemalteco, dice “ya tengo más de cuatro meses aquí. Los americanos no nos dejan entrar porque los trámites de migración están suspendidos por la pandemia del coronavirus. No hay trámites todo está parado en las oficinas de los puentes”.
“Vienen del Instituto Nacional de Migración y ofrecen transporte para regresarnos a la frontera sur. Pero yo no viene para regresarme sin dinero y a pie. Yo voy a entrar a Estados Unidos, trabajar para regresarme con dinero y en una camioneta”.“Yo no he perdido la esperanza de poder entrar a Estados Unidos y poder ir a Atlanta, porque allá hay amigos con los que pondría a trabajar arreglando casas”, insistió.
Lucia Santos, hondureña, llego a la frontera entre Matamoros y Brownsville, en el verano “hacía mucho calor y fui tirando cosas para que no me pesara la mochila, pero ahora necesito una chamarra, un abrigo, pues ya por las madrugadas se siente el frio”.
Hizo énfasis en que como a ella a muchos de los migrantes se les está acabando el dinero y entonces como otros tiene que pedir limosna. “Hay gente buena que si te dan un billete, unas monedas, pero otros se enojan y te avientan el auto encima. No estamos por gusto aquí. Me da tristeza, pena molestar a las personas, tengo un sueño que quiero alcanzar”.