Chilpancingo, Guerrero.- Estudiantes de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa advirtieron que de manera permanente ha habido infiltración del Estado en dicha institución, por lo que la revelación de que el alumno Julio César López Patolzin era miembro activo del Ejército refuerza su sospecha sobre la participación de las fuerzas armadas en los hechos que derivaron en la desaparición de los 43 normalistas en Iguala.
Integrantes del Comité Estudiantil de la Normal Rural de Ayotzinapa admitieron que las infiltraciones en la escuela no son un caso nuevo y continúan viviéndolas, porque, a su juicio, es una estrategia permanente del Estado.
En un posicionamiento en conferencia de prensa en la normal rural el 16 de marzo informaron:
“La información no es nueva. Después de la desaparición de los compañeros en 2014 ya se tenía información que había un compañero infiltrado”.
El tema se colocó otra vez en el escrutinio público a partir de que el periodista Ciro Gómez Leyva, en su programa de radio en Radio Fórmula, retomó que uno de los 43 normalistas desaparecidos, Julio César López Patolzin, todavía era miembro activo del Ejército el 26 de septiembre de 2014, día de la desaparición.
ESCUELA RURAL AYOTZINAPA
La normal rural además de una escuela en la que se forman maestros es una referencia de lucha social en Guerrero. Los estudiantes reciben formación ideológica y política adicional a su preparación académica. De ahí han egresado personajes emblemáticos como Lucio Cabañas Barrientos, quien encabezó un grupo guerrillero en la Sierra de Guerrero en parte de la década de 1970.
Exlider guerrillero Lucio Cabañas
Sus estudiantes, independientemente de participar en protestas por sus necesidades en el internado –como en todas las normales rurales del país, los alumnos estudian, comen y duermen en Ayotzinapa–, se involucran en los movimientos sociales.
Es casi habitual que normalistas participen en acciones de maestros cetegistas, por ejemplo, para anular los efectos de la nueva Ley de Educación o que se involucren en el reclamo por la liberación de presos políticos y otros movimientos por causas similares.
Quizá esa es la causa por la que el Estado, a través de sus instituciones, se interesen por tener ojos y oídos en Ayotzinapa.
Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos
Esta vez la información sobre López Patolzin, se dio en torno a que era informante del área de inteligencia de las fuerzas armadas y unos videos en el que se ve a la madre del normalista recibiendo un sobre amarillo que, se incluyó en el reportaje, era la quincena pendiente del estudiante. Los videos, al parecer, fueron grabados apenas unos días después de la desaparición de los muchachos, en la base militar de Chilpancingo.
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La dirigencia estudiantil de Ayotzinapa analizó el caso de López Patolzin de una manera distinta a lo expuesto en días recientes: el Ejército ya tenía intervenida la normal antes de la noche de Iguala, es decir, sabía lo que harían los normalistas el 26 de septiembre de 2014.
Con esa valoración, la posición de los estudiantes es seguir al lado del movimiento de los padres. “El hecho de que haya un infiltrado en Ayotzinapa no quiere decir que se van a separar (los padres). Son 43 desaparecidos, sin importar que uno sea infiltrado, fue parte de la desaparición forzada”, es parte de la posición de los estudiantes.
Arturo Miranda Ramírez, uno de los egresados de la normal rural sembró la inquietud de que Ejército tiene relación con la desaparición de los 43 apenas unos días después de la noche de Iguala.
Arturo Miranda Ramírez
El maestro rural, actual académico de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), es una voz autorizada. Fue preso político; en 1972 supo lo que el Ejército es capaz de hacer: “yo mismo viví esa experiencia” en el Campo Militar 1. Formó parte del grupo armado de Genaro Vázquez Rojas y con Lucio Cabañas Barrientos compartió antes las aulas en Ayotzinapa.
Es autor del libro Los 43 normalistas que conmocionaron a México, publicado en 2015, y ahí documentó que la noche del 26 de septiembre el Ejército y la Policía Federal tenía cercada Iguala con retenes en todas sus salidas: Chilpancingo, Taxco y hacia Tierra Caliente. Evaluó como casi imposible que alguien saliera si no era con la autorización de los agentes militares y policiacos.
El expreso político, en una entrevista, relacionó el interés del Ejército con la normal rural justo con las infiltraciones, y a su juicio el caso de López Patolzin sólo confirma que está presente en Ayotzinapa. “Los aparatos de Estado estaban al tanto de los movimientos de los muchachos desde que estaban en la normal”, comentó.
Con los años y por las propias experiencias vividas en la lucha social, desde estudiante se involucró en la defensa de la autonomía universitaria en 1960, más tarde en los movimientos subversivos y después en su vida laboral y académica, conoce que las infiltraciones son una estrategia institucional. En Ayotzinapa hay un interés especial, expuso, porque hay una idea de que es “un nido de guerrilleros” y buscan desaparecerla.
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El exgobernador Ángel Aguirre Rivero es -a su juicio- uno de los servidores públicos que empleó uno de los planes o estrategias más sangrientas para desaparecer la normal rural.
Para sostener esa denuncia recordó que a inicio de su gobierno, el 12 de diciembre de 2011 fueron asesinados en la autopista del Sol, durante un desalojo en el que participaron policías federales y ministeriales, los normalistas Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino. Un caso en el que no hay culpables.
La versión de Miranda Ramírez es que Aguirre Rivero condicionó a los estudiantes durante su gobierno la autorización de la convocatoria de nuevo ingreso a Ayotzinapa, en la que la dirigencia estudiantil de la normal rural tiene relación directa, a cambio de que les dejaran algunos espacios para jóvenes recomendados.
El expreso político sostuvo que esa fue la estrategia que utilizó el ex gobernador para infiltrar Ayotzinapa en su periodo. “Aguirre se dedicó a chantajear a los muchachos para que soltaran espacios para gente recomendada, para los orejas (informantes de gobierno)”, comentó.
Aguirre Rivero salió de sus funciones de gobernador –sin terminar su periodo– después de la desaparición de los 43.
Miranda Ramírez sabe que estas estrategias son de todos los gobiernos porque también fue director de la normal rural de Amilcingo, Morelos de 1999 al 2000 y, denunció, ahí también detectó a normalistas, formalmente inscritas, con funciones de informantes. La normal de Amilcingo es otro de los internados donde se forman maestros rurales, pero sólo es de mujeres.
Moisés González Cabañas, integrante de la Coordinación de Egresados de la Normal Rural de Ayotzinapa, también dijo que el Estado infiltra la escuela como lo hace con las protestas y algunos gremios. “En las marchas también hay infiltrados. Dentro de los reporteros también hay gente de gobierno, del sistema”, mencionó.
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Estas funciones, comentó el egresado, están a cargo de personal de áreas como el Cisen (ahora Agencia Nacional de Inteligencia), Marina, áreas de la Secretaría Gobernación (Segob) y del gobierno del estado, además del Ejército. “(…) La intención es la desaparición de la escuela”, comentó el maestro.
La infiltración a la normal rural en estos tiempos la percibe en que ha menguado la formación política de los estudiantes.
“Si negamos en este momento que no hay infiltración, estamos negando que el Estado tiene mucho que ver con lo que ha sucedido en Ayotzinapa”
Desde que recién ocurrió la desaparición de los normalistas, los padres de los 43 también reclaman la aparición con vida de sus hijos pidiendo que el Ejército sea investigado. Es una línea que la Fiscalía General del Estado (FGE) les debe en la investigación del caso.
El caso de López Patolzin les hace mantener el dedo en el mismo renglón: que se investigue al Ejército porque oculta información del caso y que abran el cuartel de Iguala.
El vocero de los padres de los 43 normalistas, Felipe de la Cruz, lo planteó así después de mencionar que existe una intención, sin mencionar de quién, por criminalizar a los estudiantes y a los padres, para que impacte en el movimiento que pide su aparición.
–¿Por qué el Ejército tiene interés en Ayotzinapa?
–Porque está involucrado. Queremos que se abra el cuartel.
Para los padres, según la versión del vocero, la prioridad es verdad y justicia sobre el caso, es decir, saber qué paso con todos los muchachos esa noche de Iguala.
bl