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"Ésta cabrona ya valió madres": el relato de una mujer que libró el secuestro

Itzel fue secuestrada por sujetos que la metieron a la fuerza a un automóvil, el pasado 15 de diciembre... relata a La Silla Rota los momentos de terror que vivió

Escrito en ESTADOS el

“En segundos me ató las muñecas con cinta y también me puso un poco en la boca…, se referían a mí como ‘carne fresca’ y se reían a carcajadas; yo gritaba”.

El automóvil en el que sujetos metieron a la fuerza a Itzel el 15 de diciembre paró en San Juan Teotihuacan, Estado de México, y mientras ella gritaba en la calle la gente guardó silencio, en una entidad donde, de enero a noviembre de este año, ocurrieron 94 feminicidios, 144 secuestros y 1 mil 808 abusos sexuales, según el informe de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

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Itzel, cuyo nombre ha sido modificado para esta publicación, autorizó contar su historia sin revelar su identidad, porque el temor sigue; la herida, aún abierta: “No he podido dormir porque tengo pesadillas; no he podido salir sola por miedo; mis pensamientos están repletos de ese día y hay días en los que no salgo de mi habitación”, relata, y añade que después del incidente recibe ayuda psicológica.

Aunque ella es de San Martín de las Pirámides, en el Estado de México, todo ocurrió en San Juan Teotihuacan, a donde había ido a comprar cuerdas para su violín y se dio cuenta de que un sujeto la estaba siguiendo cuando caminaba para el centro.

Antes, a ella y a un amigo los habían asaltado en el mismo poblado, también un Nissan Tsuru, por eso creyó que la asaltarían de nuevo, pero cuando el auto se paró a su lado, un sujeto descendió y por la fuerza trató de meterla, supo que no se trataba de un robo, sino de algo más grave. 

“Comencé a gritar, pero nadie hacía nada, sólo veían y ya. Simples espectadores ante un inminente ‘secuestro’”, cuenta.

“Ya adentro me dijeron que nadie me ayudaría y ‘que ya me había chingado’. En segundos me ató las muñecas con cinta y también me puso un poco en la boca. Yo lloraba, y sentía una angustia y desesperación horrible. Como no paraba de llorar, el copiloto sacó una pistola y me dijo que si no me callaba me iba a meter un tiro en la cabeza”.

El sujeto que iba en la parte trasera con ella intentaba quitarle la ropa, “pero yo lo pateaba y cuando se desesperó fue cuando me daba golpes en la cara. Cuando vio que no resultaba dijo: ‘Esta cabrona ya valió madres’ y le pidió al copiloto que se pasara para atrás y le ayudara”.

Cuando escuchó eso lo comenzó a patear más y más para tratar de quitárselo de encima, porque esas palabras, afirma, la estremecieron bastante.

“Fue cuando busqué el seguro de la puerta y se lo quité. Sin pensarlo dos veces, me arrojé y segundos después, un auto se percató de lo que pasó y me subió. Me quitaron las cintas y lo empezamos a seguir, porque sus placas estaban cubiertas –he visto autos que tienen sus placas así; tanto en el Estado de México como en Pachuca–”.

Metros adelante ya no quiso que los siguieran más, “porque estaban armados y tenía mucho miedo”; quienes la rescataron la llevaron hasta su casa.

Días después, cuando acudió ante las autoridades, los funcionarios intentaron inhibir la denunciar del posible delito con el letargo burocrático: “Al principio me traían dando vueltas, pero al final me dijeron que no podían hacer nada, porque no tenía nada de pruebas, más que los golpes en la cara”, ya que, dice, les mostró una foto que se tomé al día siguiente, en la que su cara estaba hinchada.

“Aquí la situación es horrible, ya que en municipios cercanos han dejado cabezas con narco-mensajes. Se dice mucho sobre la implicación de la política con el narco, pero los pobladores prefieren quedarse callados”, dice Itzel, cuyo testimonio fue enviado por escrito a través de una de las personas que la apoyó después del intento de crimen del que fue víctima.

Cuando estaba en el auto también recuerda que los hombres empezaron a decirse: “wey, ¿quién va primero?”, mientras forcejeaban para quitarle la ropa.

En octubre pasado, el fiscal general de justicia del Estado de México, Alejandro Gómez Sánchez, reveló que en la entidad operan al menos 13 organizaciones criminales.

En el mapa geodelictivo está La Familia Michoacana en el suroeste de la demarcación y al Cártel Jalisco Nueva Generación en el noreste.

Cártel Nuevo Imperio, una derivación del que era de El Golfo, así como la Banda de Los Sapos y La Banda de Monterrey también son responsables de ilícitos como el robo de hidrocarburo y la extorsión; Cártel del sur, Unión Tepito, Cártel de Tláhuac y El Grupo, que deriva de la Nueva Familia Michoacana igualmente tienen operaciones en territorio mexiquense.

De enero a noviembre, en el Edomex se iniciaron 22 carpetas de investigación por trata de personas y 62 por corrupción de menores, con base en la información que proporcionó la fiscalía al SESNSP. A nivel nacional fueron 293 casos por los que se inició un procedimiento, y la entidad que gobierno Alfredo del Mazo fue la cuarta con mayor incidencia en el país, sólo debajo de la capital, con 30; Chiapas, con 26, y Chihuahua, con 24, pero arriba de Tlaxcala, que tuvo 21 y es considerada la cuna de la explotación sexual de mujeres en México.  

mvf