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Vivir una helada navidad en una casa de campaña

En la CDMX, familias que vivían en Concepción Béistegui 1503 sobreviven bajo lonas; en Jojutla se quejan del abandono de las autoridades

Escrito en ESPECIALES LSR el

“Navidad…ni quiero pensar en eso. Estaremos aquí, con frío en la casa de campaña donde hemos dormido los últimos tres meses”, lamenta Jorge Martínez, damnificado del edificio Concepción Béistegui 1503, de la colonia Narvarte Poniente.

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A Jorge le acaban se servir un taco de huevo con verdura y un poco de aguacate. Como desde hace tres meses, los vecinos preparan de comer en una improvisada cocina al lado de los restos de lo que fue su hogar.

Mientras una vecina calienta los alimentos en una parrilla eléctrica, otros sirven refresco y pasan los platos a los demás. Ahora, quienes vivían en este edificio son una gran familia que comparte la mesa diariamente.

“Nuestra vida ha cambiado radicalmente. Yo tenía una tienda de abarrotes aquí, la tuve por más de 25 años y era mi principal ingreso”, comenta Alejandro Garibay, quien se turna con otros vecinos para vigilar el campamento.

 

La cocina, un pequeño cuarto hecho con lonas y carpas tiene pocos utensilios. En tres mesas largas se encuentra lo básico: platos desechables, un pichel con agua, gel antibacterial, un pequeño horno de microondas y  la parrilla eléctrica.

Ahí los vecinos desayunan, comen y cenan, ya sea sentados en las sillas de alrededor o de pie, para terminar más rápido.

“Hemos tenido ayuda de todos lados, afortunadamente. Nos traen de comer los vecinos y la gente de la delegación nos manda víveres, no nos ha faltado nada, tenemos bastante ayuda”, agrega Alejandro.

Incluso, hasta el elemento de la policía capitalina, designado para vigilar el lugar y brindar apoyo a los damnificados se acercó por un plato de comida, que solidariamente le ofrecieron.

En el lugar, detrás de la cocina están los dormitorios: una carpa grande color blanco donde duermen todos. Al otro lado de la calle, hay otra casa de campaña con un pequeño colchón y muchas cobijas.

“Está del cocol. Con este frío amanecemos como hielo. Nos llenamos de cobijas y más cobijas para calentarnos”, menciona Mario, un adulto mayor que también se quedó sin hogar el pasado 19 de septiembre.

La semana pasada la temperatura bajó hasta los 3° grados centígrados, y en algunas delegaciones se activó la alerta naranja por el incesante frío.

Mientras que algunos capitalinos mermaban el viento helado en sus casas, con calentones, los vecinos de Concepción Béistegui 1503 se resguardaban sólo en sus delgadas casas de campaña.

“Estamos a la espera de que nos resuelva la delegación o el IMPI, no sabemos nada aún. Yo era dueño del departamento 312. Era de dos pisos, tenía tres recámaras, una sala y un comedor muy grandes, una cocina; pero ahora vivimos aquí, en este campamento”, lamenta Jorge Martínez.

Al preguntársele sobre sus planes para Navidad, Mario suelta un suspiro: “Navidad… aquí vamos a estar”, y encoge los hombros.

Por su parte, Jorge recuerda los cálidos días festivos que pasó con su esposa, en su departamento, pero regresa al presente donde ahora no tienen a donde ir. 

Tristeza y miseria en Jojutla

Sin casa, sin empleo, de luto y sin los recursos necesarios para reconstruir sus vidas, cientos de familias del municipio de Jojutla saben que la de este año será una de las peores navidades de su vida.

“Será diferente a todas las navidades que hayamos vivido, que hayamos celebrado por convivir o  por tradición, como se quiera llamar, es una época en donde se acostumbran juntar las familias, pero esta Navidad es más simple, es más simple en todos los sentidos porque no hay ese calor que se tenía de contar como fuera tu casa, muy humilde, como la tuvieras, pero era tu casita, ahora  ya no tenemos esa alegría como antes la vivimos otros años, ahora es más simple, más insípida en muchos sentidos.

“Casi ya no anhelábamos cosas, como el árbol, que están por demás ahorita, entonces en ese sentido se está pasando más de noche, no hay esa alegría  que se sentía porque llegara la temporada de celebrar, ahorita todo es más frío, más simple, no hay esa alegría que otros años, creo que para muchos va a ser una Navidad muy triste”, expresó Israel Flores, quien desde la tarde del 19 de septiembre vive, junto con su esposa y dos hijos, en una carpa de plástico.

Y es que aunque el gobierno federal ya entregó las tarjetas con los recursos del Fonden destinados a la reconstrucción de las viviendas dañadas, prácticamente la mitad de los beneficiarios recibieron el apoyo incompleto, pues a pesar de que fueron registrados en el padrón con la pérdida total de su casa, solo recibieron la suma destinada a daños parciales.

“Nos ha retrasado en muchas cosas que no hayan venido correctamente estas tarjetas, muchas de las familias que pensábamos comenzar esto, pues no, la sorpresa fue que no, estamos ansiosos de comenzar porque es importante para todas nuestras familias contar con esto y el hecho de que vengan así las tarjetas no solamente es que nos moleste, más bien es que nos entristece, nos entristece que no se nos tome como personas, sino como objetos que podemos vivir como ellos piensan que podemos vivir, que podemos comer como ellos piensan que podemos comer, que podemos estar como ellos piensan que podemos estar y no es así”, dijo Israel.

 

En la Colonia Emiliano Zapata, la zona más afectada por el sismo en Morelos, a casi tres meses del terremoto no hay una sola  vivienda en proceso de reconstrucción.

Las pocas obras que se ven desde las calles son generadas con recursos propios de las familias damnificadas.

Además, decenas de familias permanecen en la vía pública o en albergues porque no recibieron apoyos institucionales por no ser dueños de predios o viviendas dañadas.

La gente que rentaba, dijo Bertín Marín Bandera, uno de los damnificados, están abandonados por las autoridades.

“Si no tenemos el auxilio ahora, en estos días de esas más de 100 familias que están padeciendo hambre y frío, están condenados a pasar, así como tengo en un oficio, una miserable Navidad una triste y miserable Navidad y un raquítico y pordiosero Año Nuevo porque parecemos limosneros, de verdad, parecemos limosneros, estarle pidiendo algo a los gobernantes pues como que no se vale, ahora la situación crítica apenas comienza, ya está pasando.

“Ya no hay despensas, ya casi no visitan, entonces la situación se va a agravar en los próximos meses, hay crisis de hambre, de trabajo, de salud, entonces todas esas más de 100 familias que no tienen dónde vivir propio, no tienen para un enganche dónde irse, no tienen para pagar algunas rentas, adelantar, no tienen un punterito para iniciar un pequeño negocio, no, no tienen para nada”, expresó.