Main logo

Víctima de avionazo en Reforma sigue esperando indemnización

Paul Henri Giménez fue una de las 16 personas que tuvieron heridas graves causadas por el accidente de aquel martes 4 de noviembre de 2008

Escrito en ESPECIALES LSR el

Tan solo un roce del avión hizo llamas la ciudad. Paul está dentro de un auto que hierve. Sentado en el asiento del conductor da una patada hacia enfrente, pone los pies sobre la guantera y aplasta con fuerza hasta quebrar el parabrisas. Las puertas trancadas del vehículo hacen imposible su escape. De un momento a otro, su cuerpo también está en llamas.

Los vidrios caen, se impulsa y azota su cuerpo hacia afuera. Sale del vehículo y corre. La avenida es fuego.

También puedes leer: Aquel martes 4 de noviembre de 2008

“Soy Paul Henri Gimenez”, grita con desesperación. “Soy Paul Henri Giménez, trabajo en HBO”. Quiere que su nombre sea recordado y no se esfume como el humo.

Cae al piso, lo cubren con un manta y pierde el conocimiento.

El 4 de noviembre del 2008 el avión donde viajaba el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, el subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos y otras 7 personas, se desplomó sobre Reforma y Periférico en la Ciudad de México, lo que causó muertes y daños.

 

El Lear Jet 45 matrícula XC-VMC propiedad de la Secretaría de Gobernación se estrelló sobre la Avenida Monte Pelvoux y Ferrocarril de Cuernavaca. Antes de caer, un ala del avión golpeó el auto de Paul Henri, quien conducía para salir de su oficina. Al estallar, el avión roció con turbosina todo lo que estaba alrededor y lo prendió en llamas, incluyendo el cuerpo de Paul, un joven 33 años en ese entonces.

Este mes se cumplieron nueve años del accidente, justo la fecha en que Paul Henri dejó México. Un país que le prometió una carrera exitosa.

“Venía saliendo de la oficina de la calle Monte Pelvoux y de Ferrocarril de Cuernavaca y el avión me cayó como a 10 o 15 metros detrás de mi móvil. No recuerdo, no recuerdo todo, esencialmente hasta el momento que llegué a la Cruz Roja que entré en una coma inducida”, narra Paul a La Silla Rota en una entrevista exclusiva desde Miami Florida, Estados Unidos. Es la primera vez que cuenta a un medio de comunicación su historia.

Lo que el fuego consumió

Paul Henri Giménez Soucy o Pablo Enrique Giménez Soucy (francés y castellano), de 42 años, fue una de las 16 personas que tuvieron heridas graves causadas por el accidente. Tenía menos de cuatro meses viviendo en la Ciudad de México pues la compañía televisiva HBO lo trajo al país para coordinar las ventas en América Latina. Nació en Caracas Venezuela, pero además tiene nacionalidad francesa.

En el incidente que mató a Juan Camilo Mouriño, mano derecha del entonces presidente Felipe Calderón, Paul Henri quedó con quemaduras de tercer grado en el 85% de su cuerpo. Cuando logró salir de su auto consumido por el fuego, Paul cayó sobre un charco de turbosina que hizo que sus quemaduras fueran más severas.

Personal médico lo auxilió llevándolo al hospital español. Su cuerpo estaba cocinado por dentro y necesitaba que se disipara el calor para no afectar más sus órganos. Le hicieron una abertura en todo su costado izquierdo, que iba de la axila a la cadera, pero no fue suficiente, su cuerpo seguía expandiéndose por el calor.

Tuvieron que abrir desde su garganta al abdomen, romper su tórax y exponer sus órganos para que la temperatura de su cuerpo se nivelara. Por esta primera intervención, ahora tiene una banda que une su cuerpo y le da soporte, pues, aunque la piel cierra las heridas superficialmente, los músculos no lo hacen.

“Me abrieron desde el tórax hasta donde empieza el área delgada”, dice Henri mientras señala de arriba a abajo su cuerpo. “Me cosieron el tejido abdominal nuevamente, pero eso no vuelve a agarrar porque no tiene rigidez estructural”.

Desde aquel día del accidente, a Paul Henri se le han realizado más de 67 intervenciones quirúrgicas. Estuvo tres meses en coma, le injertaron más de 20 mil centímetros de piel y tuvieron que amputarle los dedos de las manos.

Tengo unas secuelas muy serias físicas. Tanto de dolores permanentes en la pierna donde recibí una amputación de músculo. En mis manos todos los dedos están amputados y realmente no tiene ningún tipo de movilidad. Sufro de convulsiones recurrentes como principal problema del daño que sufrí a nivel del sistema central nervioso. Tomo medicamentos de convulsiones todos los días y también el dolor en las piernas es bastante fuerte para caminar una tarde en un centro comercial, ósea a las 2 horas, hora y media estoy con un dolor podría decirse que extremo”, señala.

Después de ese accidente a Paul no le dan ganas de regresar a México. Aún menos cuando no sólo tuvo una batalla por su salud, también con la justicia mexicana que no le ha repuesto de manera económica todo lo que perdió.

Se esconde la Secretaría de Gobernación

Juan Camilo Mouriño, fue secretario de Gobernación por poco tiempo durante el sexenio de Felipe Calderón. Llevaba apenas ocho meses en el cargo cuando la avioneta donde viajaba de regreso a la Ciudad de México se estrelló, después de haber realizado una gira de trabajo por San Luis Potosí.

Como resultado del incidente circularon muchas versiones de supuestas causas del avionazo: si Juan Camilo iba manejado el avión; si fue un homicidio por ajuste de cuentas contra Felipe Calderón por la anunciada “Guerra contra el narcotráfico”. Pero ninguna se comprobó.

Un año después del accidente, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes por medio de la Dirección General de Aeronáutica Civil dio a conocer un informe final del incidente, del cual La Silla Rota tiene una copia. En él se señala que tanto la aeronave como el personal de la tripulación pertenecían y trabajaban para la Secretaría de Gobernación.

Para cuestiones de indemnización “Se plantea la demanda para la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la Segob. Había dos fuentes de responsabilidad, una por la actuación de los controladores aéreos y otra por la situación jurídica del dueño de la nave”, reconoce el abogado Luis Cervantes, quien ha tenido el caso por 9 años, junto con Daniel Díaz.

Hubo varias razones a las que se les atribuyó la causa del desplome: irregularidades en la obtención de certificados de capacidad de los pilotos; omisiones en la aplicación del servicio de aproximación; vulnerabilidad del avión por estar colocado muy cerca de la aeronave que le precedía. Además, falta de capacitación adecuada de la tripulación, posible fatiga de los pilotos e insuficiente supervisión del operador.

Para lograr que el gobierno reparara los daños, los abogados de Paul Henri interpusieron una reclamación a las dos secretarías federales por su responsabilidad en los hechos. El primer pago lo realizó AXA Seguros, por ser la compañía aseguradora del avión, sin embargo, el monto sólo servía para cubrir los gastos médicos inmediatos del accidente.

Después de ese pago, las secretarías federales mexicanas consideraron que la demanda por responsabilidad patrimonial del estado por actividad irregular era improcedente. Respondieron que los gastos ya habían sido cubiertos por la aseguradora, pero sólo representaban una parte de las necesidades médicas de Paul Henri.

Ahí empezó el calvario del señor Paul Henri en los tribunales de este país. Planteamos la demanda, justo un día antes de que se cumplieran los dos años, por los conceptos que no habían sido indemnizados”, recuerda el abogado Luis Cervantes.

Los pendientes

“Mi día empieza a las 5 o 6 de la mañana cuando me despierta el dolor y la tensión de las manos”, describe Paul Henri, quien tiene que continuar trabajando desde su casa pese a su condición física. “Tengo dos opciones, o vivo con dolor tratando de trabajar y de producir lo que debería estar produciendo en mi vida laboral y personal o tomar unas medicinas para el dolor que me incapacitan como persona, como ser humano”.

Paul vive solo en un departamento de Miami Florida. “Yo soy una persona de 42 años en el cuerpo de una persona de 80”, se describe así mismo por lo que el fuego hizo con su cuerpo.

En su rosto, las marcas de quemaduras son evidentes, con manchas rosadas sobre su frente y pómulos. En el cuello tiene cicatrices de traqueotomías. El rastro más evidente quedó en sus manos, donde sólo conserva dos muñones colorados que se cierran cada día más con el proceso de cicatrización. Un vientre abultado es la característica que menos le gusta de su físico. Lo tiene así porque la malla que sujeta sus músculos sobresale de su cuerpo como una esfera.

 

Personal médico y de servicio lo ayudan a realizar labores del hogar, pues es ahí donde pasa la mayor parte del tiempo sentado frente a una computadora haciendo trabajos de publicidad para empresas.

No tiene hijos, ni pareja. Con acento venezolano no deja de repetir que, si no hubiera sido por el accidente, las cosas serían distintas.

Pese al tiempo, las necesidades médicas de Paul Henri continúan vigentes, desde comprar medicamentos para evitar convulsiones, hasta futuras amputaciones o intervenciones quirúrgicas. El daño aún no está saldado.

Aún quedan tres conceptos indemnizatorios en el aire: el pago por gastos médicos futuros, el daño moral causado a Paul Henri y la expectativa de vida, es decir, la remuneración por lo que el joven hubiera conseguido económicamente en su vida laboral sin ser incapacitado por el accidente.

Según consta en el expediente 7002/11-17-01-01, del cual La Silla Rota tiene una copia, los abogados de Paul Henri presentaron una demanda de nulidad ante el Tribunal de Justicia Administrativa, respecto a la previa resolución donde se daba como pagada la indemnización.

Esta fue turnada al magistrado Víctor Orduña Muñoz, la cual fue resuelta 30 meses después, en la que se absuelve la responsabilidad de la Segob y se determina que la SCT habría incurrido en una actividad administrativa irregular. La duda que aún queda en los abogados de Paul es por qué se le quitó la responsabilidad a la Segob, con ello el pago de indemnización disminuye.

“No entiendo la actitud servil del Tribunal de someterse con el gobierno y quedar bien con el gobierno a costa de la injusticia, del derecho de un individuo”, dice Luis Cervantes. “Que para ahorrarle 3 centavos al ejecutivo federal forza una sentencia a todas luces ilegal”.

Se acordó el pago de gastos médicos y en perjuicios una reparación laboral, aunque se trataba de incapacidad permanente, porque la condición de Paul Henri hacía imposible regresar a su trabajo normal. El pago de este último, el TJA lo planteó de acuerdo con el salario mínimo disponible en la Ciudad de México, siendo que el ingreso del joven antes del accidente era mucho mayor.

Indemnizar es volver las cosas como estaban antes del accidente, eso no se puede, sin embargo, sí se puede un pago para cuantificar cuáles son esas actividades que Pablo ya no puede realizar y tomando en cuenta el ingreso que tenía Pablo antes del accidente”, explica el abogado Daniel Diaz.

El caso fue atraído por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual “corroboró que la indemnización debía hacerse conforme a lo que ganaba Paul Henri, pero el Tribunal volvió a resolver la parte del daño moral con un monto inferior a lo estimado”, dice el abogado Daniel Díaz.

En el mes de agosto los abogados volvieron interponer un amparo contra el Tribunal de Justicia Administrativa, para que éste acate la resolución de la Suprema Corte, sin embargo, el tiempo de respuesta continúa siendo un recordatorio a Paul Henri que su pesadilla aún no termina a nueve años del accidente.

Esperamos que se haga justicia y se haga lo correcto para que los trabajadores que están en el país puedan contar con algún nivel de seguridad que sea atribuible a una entidad particular, que se haga respetar las recomendaciones de los expertos en la materia y lo que la misma Corte Suprema dictó que se iba a hacer la indemnización”, recalca Paul Henri.

La Silla Rota buscó la intervención de magistrados del Tribunal Superior de Justicia Administrativa, sin embargo, no accedieron a dar comentarios sobre que el caso pues aún permanece abierto.

Unidad de Investigaciones LSR

Dirección: Sandra Romandia