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Universidad Autónoma de Hidalgo, en la mira

El pasado de Gerardo Sosa Castelán visto a través de expedientes de inteligencia

Escrito en ESPECIALES LSR el

Para el sistema de inteligencia federal, Gerardo Sosa Castelán, actual presidente del Patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), era un hombre con varios episodios de violencia en su carrera como líder estudiantil y, después, cuando accedió al control de la institución.

Expedientes de las extintas Dirección Federal de Seguridad (DFS) y de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS) señalan que este personaje, que ahora aglutina gran poder universitario y es responsable del manejo financiero de la UAEH, tuvo un crecimiento económico y de poder entre oscuras anécdotas de presuntas agresiones y ataques contra sus rivales políticos.

Las fichas sobre Sosa Castelán datan de la época en que fue alumno universitario, misma en la que inició una carrera política en la que aspiraría en tres ocasiones a la candidatura priista a la gubernatura.

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El gasto en su guardia personal, su trayectoria laboral en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) y la remuneración que ha recibido desde que, en 1979, culminó su licenciatura en derecho y se incorporó al trabajo en la institución como profesor de Introducción al Estudio del Derecho –aunque no hay constancia de que haya impartido cátedra–, están clasificados como “información reservada” por la casa de estudios, investigada por presunto lavado de dinero debido movimientos inusuales en el extranjero por 156 millones de dólares, motivo por el cual la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) bloqueó una de sus cuentas. 

PUÑOS Y FUERO

En el expediente de Sosa, la DFS integró evidencia hemerográfica sobre un incidente en el que éste se vio involucrado cuando agredió, junto con cuatro acompañantes, a dos empleados del restaurante Alex Steak (ubicado en el Rancho Luna sobre la carretera Ciudad Sahagún), que, afirma, se negaron a servirles más alcohol “por el estado inconveniente en el que se encontraban”.

Uno de los acompañantes de Sosa encañonó a un empleado con una pistola “por el simple hecho de que no le sirvieron otra botella. También lo insultaron soezmente y le lanzaron botellas con la intensión de herirlo”.

El dueño del establecimiento, Rafael García González, quien denunció el caso ante el Ministerio Público, afirmó que Sosa Castelán se introdujo a la casa habitación “causando daños al mobiliario”.

El priista, rememora la publicación, escenificó “un escándalo similar el 28 de junio en Ixmiquilpan”.

La DFS elaboró un informe adicional, con fecha 6 de julio de 1983, sobre el incidente:


El 19 de enero de 1984, la DFS documentó que Sosa amenazó con un arma en la “Lonchería Mario’s” al reportero Marcos Loaiza Ortega, de El Sol de Hidalgo, a quien recriminó, en estado etílico, haber publicado que él cobraba en la Universidad.

Los hechos, refiere, constan en la averiguación previa 12/1984 que se inició en la Procuraduría de Justicia.

“Si me vuelves a echar, te va a pesar”, advirtió Sosa Castelán, según el testimonio del redactor. Esta es la primera referencia, en este caso por el órgano de espionaje, sobre un exabrupto por una publicación; treinta años después demandaría a Alfredo Rivera Flores, autor del libro “La Sosa Nostra”.

El 21 de enero, la Dirección Federal tuvo conocimiento de otro informe: “Conversación privada de funcionarios de gobierno estatal”, en la que se advierte el riesgo para el jefe del Ejecutivo por la protección al entonces líder de los burócratas, el cual refiere que dentro del mismo aparato gubernamental, en el primer nivel, veían al líder del Grupo Universidad como un peligro para el sistema.

El texto dice: “Se tiene conocimiento que al reportero del diario local El Sol de Hidalgo (…) lo apoyan económica y políticamente el Lic. Efraín Arista Ruiz, el secretario general de gobierno; el C.P. Jorge Nikaido Gallardo, secretario de Administración y Finanzas, y el Lic. Jaime Flores Zúñiga, director de Gobernación del estado, quienes argumentan que el mencionado líder Gerardo Sosa Castelán representa un peligro para la política del Arq. Guillermo Rossel de la Lama, gobernador.

Todo esto se sostuvo en una conversación privada entre los funcionarios…”.

La Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, por su parte, da cuenta de otra denuncia en contra de Sosa que presentó el gerente del hotel La Joya Héctor Barroste Martínez, por daños, desorden y agresión a empleados.

Cita que, de acuerdo con la averiguación previa 912/984, el exlíder de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Hidalgo (FEUH) hizo destrozos en la recepción cuando le informaron que, debido a que no había disponibilidad, no podían rentarle dos cabañas que solicitaba.

En otro informe, el 192, un agente de ese organismo de espionaje también notificó sobre una reunión entre autoridades universitarias después de la toma de rectoría por una agresión contra Francisco Olvera Ruiz, entonces dirigente de la FEUH, quien de 2011 a 2016 sería gobernador de Hidalgo, el primer exlíder estudiantil en ascender a la primera magistratura.

A Sosa, insistió, “se le menciona como autor intelectual de los hechos”.

LA FRACTURA OLVERA-SOSA 

Un informe del 3 de abril de 1981 narra la toma de rectoría y planteles de la UAEH como respuesta a una “agresión” sufrida por el presidente de la FEUH, José Francisco Olvera Ruiz.

El líder del alumnado, que movilizó a mil 200 de sus representados a la sede de la Universidad, se quejó porque “pseudo-estudiantes” los agredieron “a golpes y cañonazos” en la Preparatoria 2, a la que asistieron a un evento que no se especifica.

Según Olvera, él y dos acompañantes se “echaron a correr” para tratar de abordar su vehículo, lo cual consiguieron, “pero antes sus agresores alcanzaron a causarle daños al automóvil como rompiendo vidrios y parabrisas y sufriendo varias abolladuras por golpes”.

Entre los “pseudo-estudiantes” responsables de ese ataque, como los llamó Olvera, acusó a los hermanos Zenaido y Ariel Meneses Pérez, a Fernando Navarrete Mendoza y Alfonso Briones López, afines a Sosa Castelán. El rector Carlos Herrera Ordoñez pidió a los inconformes “guardar la cordura” y liberar las instalaciones universitarias, lo cual, aquel día, no ocurrió.

Ese, sin embargo, no es el único enfrentamiento con violencia entre los dirigentes estudiantiles.

En su libro “Política y Gobierno de Hidalgo”, Arturo Herrera Cabañas relata que Zenaido Meneses, el probable ejecutor del ataque contra Olvera, “estuvo a punto de matar” a Gerardo Sosa, su líder e impulsor político, “en una ocasión en la que le disparó a quemarropa en el edificio central de la UAH; alguien levantó la mano de Zenaido en el último momento. El enfrentamiento le costó que su precandidatura a diputado fuera retirada”.

En “Política y Gobierno de Hidalgo”, escrito en las postrimerías de la década de 1980, Herrera Cabañas narra la formación del Grupo Universidad, en 1966, por el entonces pasante de Derecho Adalberto Chávez Bustos. El modelo de organización que se tomó fue el de Universidad de Guadalajara (UdeG), “Los Tecos”, grupo porril que estuvo vinculado al Partido Revolucionario Institucional (PRI) como parte de un plan de contra insurgencia hacia los movimientos sociales urbanos que tenía demandas hacia el Estado.

La FEUH, núcleo base del llamado Grupo Universidad, Sosa Nostra, porros o vándalos (nombres ganados a pulso) está integrado por aquellas esferas de poder donde Sosa Castelán ha sentado sus reales, es una organización completamente vertical que ofrece a sus agremiados diversas prestaciones como gestión de trámites (…) y otras, más importantes todavía, aunque no estén explícitas, como gestión de trámites ilegales”, entre las cuales cita “el acreditamiento de materias reprobadas o no cursadas, venta de títulos profesionales y, sobre todo, protección para ejecutar toda clase de asaltos, atropellos y vejaciones”.

A cambio, aseguraba, la Federación pide a sus agremiados “obediencia sumisa para ser utilizados como grupos de presión o de choque contra aquellos que se contrapongan a los intereses de Sosa Castelán”.

El autor también cita entre los hombres ligados al porrismo a Damián Sosa Castelán, los hermanos Meneses y al actual rector Adolfo Pontigo Loyola.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) confirmó el 10 de agosto de 2011 la sentencia en contra del escritor y periodista Alfredo Rivera Flores, autor del libro “La Sosa Nostra”. Porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo, quien fue acusado por Gerardo Sosa Castelán de haber ofendido su honor, reputación, decoro e imagen con esa publicación.

El libro es una investigación que, en palabras de Rivera Flores, muestra las entrañas del poder político que han logrado los líderes estudiantiles, “sobre todo el capo mayor Gerardo Sosa Castelán”, episodios que también son parte de dos legajos de informes elaborados por las Direcciones Federal de Seguridad (DFS) y de Investigaciones Políticas y Sociales (IPS) del gobierno federal, entre las décadas de 1970 y 1980, cuando se encumbraría como líder del Grupo Universidad el oriundo de Acaxochitlán, Hidalgo, poblado rural en el que su parentela mantiene control político y en 2008 la Procuraduría General de la República (PGR) aseguró dos ranchos de Jesús Reynaldo "El Rey Zambada", miembro del Cártel de Sinaloa.

Hijo de Gerardo Sosa Gómez y Ángela Castelán López, según la ficha que la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales (IPS) elaboró, en 1980, cuando fue secretario general del sindicato de burócratas –un procedimiento que, afirma, fue ilegal–. Asimismo, en ella refiere sus nexos políticos con Jorge Rojo Lugo, su protector político, y “los principales dirigentes de su partido”, como José Antonio Zorrilla Pérez, que sería acusado de brindar protección a Rafael Caro Quintero y otros miembros del Cártel de Guadalajara, y condenado por la autoría intelectual en el homicidio del periodista Manuel Buendía Tellézgirón, “el primer asesinato de la narcopolítica en México”, según Miguel Ángel Granados Chapa, quien fue incluido en la demanda del 6 de agosto de 2004 por haber realizado el prólogo de “La Sosa Nostra”.

De sus propiedades, en ese momento, sólo se menciona un automóvil Valiant Super Bee, modelo 1980. Sus ingresos mensuales fueron testados. Actualmente los Sosa son propietarios de fincas en Acaxochitlán, en localidades como Yemila; mismo municipio donde el familiar de “El MayoZambada tenía sus bienes.

Todos los codemandados fueron absueltos, excepto Alfredo Rivera, quien espera la cuantificación monto y forma del cumplimiento de sentencia que establecerá el Juez Vigésimo Noveno de lo Civil en el Distrito Federal.

A Sosa Castelán, el periodista Rivera Flores lo definió como un “estudiante sin brillo, líder por la fuerza de su carácter y la certeza de sus puños, hábil para crear alianzas, bronco comandante de sus subordinados, enemigo temible”.

NOTA: El texto es un extracto del libro “La historia oculta de Hidalgo, archivos secretos de la política y del crimen organizado”, escrito por este reportero, cuya base documental son expedientes elaborados por las extintas Dirección Federal de Seguridad (DFS) y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, bajo resguardo en la galería 8 del Archivo General de la Nación, así como averiguaciones previas y carpetas de investigación; informes de la PGR, El Ejército y la Marina obtenidos a través de solicitudes de información. La publicación de esta obra está en proceso.

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