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El abuso sexual ronda las aulas

Organizaciones no gubernamentales consideran que la cifra de abusos sexuales es mayor, debido al miedo de las víctimas a denunciar

Escrito en ESPECIALES LSR el

(La Silla Rota).- De enero a noviembre de 2014 la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) inició 77 averiguaciones previas por el delito de abuso sexual en escuelas. Según datos de la CNDH, de 2000 a 2013 se registró un promedio de 42 denuncias por estos delitos ante autoridades escolares.

El número es mínimo advierten organizaciones de la sociedad civil como la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas y de la Red por los Derechos de la Infancia en México, que estiman que la cifra negra –los casos que no se denuncian– rondan los 400 anuales.

El número de abusos evidencia la negligencia a la hora de cumplir con los protocolos para prevenir y detectar abusos sexuales en las escuelas, alertan especialistas. En 88% de los casos las autoridades escolares desincentivan las denuncias, alerta la CNDH.

 

Cuando la violencia sexual se vuelve un número

El 14 de octubre de 2014 fue martes… una pequeña de tres años resume en una frase la mañana de ese día en una guardería de la colonia Roma:

“…me jaló a las escaleras, me bajó los calzones, me metió los dedos en la vagina”

El relato de la pequeña fue consignado por la Fiscalía para la Atención de Delitos Sexuales de la PGJDF, donde el médico legista descartó que haya habido alguna penetración por parte del acusado, un trabajador de la guardería, y que sólo fue un “intento”. Es decir fue abuso sexual, no violación.

Sin embargo, “en estos casos los niños no mienten”, asegura Laura Martínez Rodríguez, directora de la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas (Adivac), para quien la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los niños en escuelas y centros de enseñanza, es grave y las autoridades no han tomado cartas en el tema.

Como corchos en un estanque de agua, los casos brotan cuando se le pide a la activista que enumere los más recientes de los que han tenido conocimiento en Adivac:

“El año pasado un profesor fue acusado de violar a dos pequeños, los dos eran primos; en otra ocasión, varias chicas fueron abusadas por su profesor en una fiesta de fin de curso, sus compañeros las drogaron y el maestro las violó”, relata.

Otro caso se suscitó en octubre pasado en un colegio de la colonia Roma, donde el maestro de música le pidió a una de sus alumnas, de sólo cuatro años de edad, que se desnudara y luego le hacía tocamientos.

En abril, con el pretexto de corregir su postura para la foto de generación, un fotógrafo hizo tocamientos a varias menores en una escuela primaria de la Gustavo A. Madero. El agresor fue detenido hasta que los familiares de las alumnas hicieron la denuncia correspondiente…

“Y puedo seguir”, advierte la activista de voz parsimoniosa. 

En su oficina, en las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal –conocido como el Búnker– la fiscal para la atención de delitos sexuales Martha Alicia Rosas Rubí detalla de sólo de enero a noviembre de 2014, 77 averiguaciones previas fueron iniciadas por abuso, hostigamiento o violación sexual en escuelas.

“Las agresiones han sido a mujeres en 67 casos y a hombres, en 10 casos; en 39 casos son en escuelas privadas y 38 en escuelas públicas. Generalmente los agresores sexuales buscan realizar las actividades que les permitan estar cerca de los menores. En el caso de los profesores de primaria y secundaria especialmente seda en los casos de los maestros que dan clases extracurriculares, de música o deportivas”, detalla la funcionaria.

De los casos denunciados, 17 casos fueron contra menores con edades entre los 0 y los seis años; en 21, las víctimas tenían entre 7 y 12; y en 29 denuncias, los agredidos eran alumnos de entre 13 y 17 años.

Según los datos de la PGJDF, hay más casos denunciados por delitos sexuales contra jóvenes que cursan la secundaria o el nivel medio superior. Sin embargo, afirma la fiscal, esto no quiere decir que los casos no se presenten más en menores de seis.

De las 77 averiguaciones: 

  • 28 fueron por abuso sexual, es decir que las víctimas refirieron que sólo hubo tocamientos y no penetración
  • 1 fue por violación, es decir que sí hubo penetración con alguna parte del cuerpo u objeto
  • 1 por corrupción, lo que significa llevaba mucho tiempo abusando del menor y para este la situación resultaba normal
  • 47 casos fueron denuncias de hechos, es decir que las víctimas no supieron precisar el delito**.

 

**Según los especialistas de Redim y Adivac, no precisar el delito podría deberse a la edad de los menores.

“Es lo que tenemos reportado, puede ser que se den más casos en niños, bebés, pero si no hay denuncia yo no puedo decirte que sí se da o no se da más el delito”, lamenta y agrega que “no puedo precisarte si es todo lo que sucede, porque podemos considerar que hay quienes no denuncian”.

Sobre esa cifra negra se refiere Laura Martínez, presidenta de Adivac, donde un promedio de 400 víctimas de abuso, hostigamiento o violación sexual llegan mensualmente en busca de tratamiento psicológico o asistencia legal.

“Consideramos que las cifras oficiales son el mínimo de las personas que denuncian. Hay una cifra oscura, tal vez hasta del 500%, si no es que más”, alerta la especialista.

De cumplirse esta regla, 385 casos de violencia sexual contra alumnos en escuelas del Distrito Federal estarían presentándose al año.

La titular de la Fiscalía para la Atención de Delitos Sexuales reconoce que existe una cantidad de casos que no se denuncian, pero desconoce la cifra.

“No se puede medir (la cifra negra) que sí la debe de haber”, dice Rosas Rubí y asegura que en los últimos dos años el número de casos se ha mantenido en “menos de 100 averiguaciones previas”.

Sin embargo, en una recomendación general hecha por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en 2014 sobre abuso sexual en escuelas, se encontró que de 2000 a 2013, se reportaron un promedio anual de 42 casos. En total, 546 denuncias realizadas ante autoridades escolares.  

Juan Martín Pérez, director Ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim) –que integra a 75 organizaciones de la sociedad civil mexicana que desarrollan programas a favor de niñas, niños y adolescentes– asegura que una de las causas por las que existe esa cifra negra es la poca seriedad que las autoridades tanto escolares como judiciales dan a estas denuncias.

“Tenemos la mala costumbre de no creerle a los niños y a los adolescentes, de no darles el lugar que se merecen y por eso, en primer lugar, ellos no hablan cuando están sufriendo un abuso, porque se trata de acusar a un adulto con el que de ante mano saben que no van a poder”, lamenta.

A la par de lo anterior, advierte la presidenta y fundadora de la Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas, interponer una denuncia sigue representando un camino tedioso para las víctimas o para las familias de estas.

“Las agencias especializadas, en el Búnker, son muy burocráticas y no le dan la importancia que tiene la problemática”, lamenta.

En la Recomendación general número 21 sobre la Prevención, atención y sanción de casos de violencia sexual en contra de las niñas y los niños en centros educativos, la CNDH encontró que en 88% de los casos contabilizados de abuso sexual contra estudiantes las autoridades escolares desincentivaron la denuncia.

“’ ¿Sabe usted a los que se va a enfrentar?’, preguntas como esas son muy comunes entre directores o autoridades de las escuelas hacia los padres de familia o a los mismos alumnos que son víctimas”, ejemplifica Laura Martínez.

Además, la CNDH también encontró que en 93% de los casos existen negligencias por parte de las autoridades para atender los delitos sexuales en escuelas, por lo que es hasta que los padres de familia se enteran cuando se procede a denunciar al agresor.

“Encubren a los maestros, no les creen a los niños, ellos nunca mienten en relación a eso, si te lo dicen es porque sí les está pasando; el gremio educativo es muy cerrado”, subraya la presienta de Adivac.

Laura Martínez agrega que a las cifras de averiguaciones ente la PGJDF no se suman los casos de violencia sexual entre pares, es decir de alumno a alumna o viceversa, pues por tratarse de menores de edad no se denuncian.

 

Se incumplen los protocolos

Aunque el Distrito Federal es la única entidad del país en la que se cuenta con una Unidad de Atención al Maltrato y Abuso Sexual Infantil que da seguimiento a los casos de delitos sexuales cometidos en escuelas de educación básica –que opera a través de la Administración Federal de Servicios Educativos–, de acuerdo con el informe de la CNDH “se han detectado casos en los que no interviene”.

Además, encontró el organismo descentralizado, la Secretaría de Educación Publica en el Distrito Federal cuenta con el programa de “Educación de la Sexualidad y Prevención del Abuso Sexual Infantil”, sin embargo sólo está dirigido a docentes y no al demás personal que trabaja en las escuelas y que convive con los infantes.

Por si fuera poco, cuando un funcionario es encontrado culpable de abuso, hostigamiento o violencia sexual, las autoridades escolares “las sanciones que reciben son llamadas de atención consistentes en ‘extrañamientos’, amonestaciones verbales o escritas y ‘notas malas’, suspensión temporal con pérdida de sueldo por algunos días y reubicación”.

Finalmente, la CNDH encontró preocupante que el Código Nacional de Procedimientos Penales que entrará en vigor el 18 de junio de 2016, no prevé como graves el abuso sexual, el estupro, el hostigamiento ni el acoso sexual en el supuesto de que haya sido en perjuicio de un menor de edad

Ante esto, Juan Martín Pérez, de la Red por los Derechos de la Infancia agrega que es urgente respetar dichos protocolos y en su caso, agregar otros como la Norma 46 que actualmente se aplica en el sector salud, para que todos los trabajadores, docentes y funcionarios de la SEP estén obligados a denunciar los casos de abuso sexual en alumnos, dentro o fuera de las aulas.

Lo más lamentable, asegura el activista, es que la falta de mecanismos eficaces que reduzcan a cero la violencia de todo tipo en las escuelas hace ver que “se lleva de la mano a los niños hasta sus victimarios”.

“No sólo me parece una buena medida, sino es que muy necesaria en la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los niños en las escuelas, lugares que se supone deben ser de formación y crecimiento”, lamenta Juan Martín.

 

“Sólo aprendes a vivir con ello…”

Nohemí ha pedido que se le cambie el nombre, ronda los 20 años y recuerda que los abusos sexuales por parte de un adulto –de quien pide también omitir sus datos–  comenzaron cuando ella tenía la edad de una pequeña de primero de primaria.

“Jugábamos, me tocaba, me besaba y así empezó todo. Yo no entendía si era bueno o malo, solo lo hacía. Esta situación comenzó a ser demasiado frecuente hasta que un día me penetro, me dolió y sangré”, recuerda.

La mente de seis años Nohemí no discernía lo que pasaba. Para ella la manera en que el hombre que prácticamente le triplicaba la edad trastocó su inocencia no fue clara hasta que llegó a la adolescencia. 

“Nunca le dije a mis padres, fui descubriendo que por mucho tiempo abusó de mi, por miedo y pena nunca dije nada. Fue hasta tercero de preparatoria cuando me acerqué a un profesor que es psicólogo para que me ayudará (…) No voy a mentir, él nunca me golpeó, ni me agredió; la única vez que me sentí lastimada fue cuando me penetro porque me dolió mucho (…) esa vez me pidió que no dijera nada, nunca”.

Nohemí titubea, tratando de explicar cómo es que se deja de ser niña a los seis años.

“He vivido desde ese momento con muchos recuerdos, incluso mucho tiempo intenté recordar todo lo posible para armar el rompecabezas de lo que llego hacerme, pero nunca he tenido el valor de denunciarlo, ni tampoco tengo la intención de hacerlo, el daño ya está hecho esas cosas nunca se olvidan. Hubo días que lo odie, días que lloro, días que recuerdo, pero no creo que una denuncia pueda consolar un abuso sexual”.

Cualquiera que mire a Nohemí diría que es la musa en la que Café Tacuba se inspiró para componer La chica banda (enamorado de su negra piel/sus pelos pintados flexi-botas negras...) Pero cualquiera que la mire, no podría ver el dolor con el que ha vivido durante 17 años.

“El daño psicológico es abismal y siempre necesitas ayuda y aunque la recibas de la persona más profesional del mundo es una experiencia que nunca se va borrar de tu memoria. No hay manera de superarlo, sólo aprendes a vivir con ello”.

Finalmente desde su oficina en el Búnker y con un café americano en la mano, la fiscal para la atención de delitos sexuales de la PGJDF, Martha Alicia Rosas Rubí, alerta a los padres que: 

“Las víctimas sufren una serie de transgresiones a la dignidad que cuando son menores de edad no los perciben ni se dan cuenta y la consecuencia de éstas son manifestadas en edades adultas”.

que…

“Los adolescentes se tornan un poco agresivos, un poco violentos, rechazan la convivencia con los adultos. Los niños pequeños, de primaria, empiezan a tener mucho temor de quedarse solos, manifiestan situaciones de pánico a la hora de dormirse, empiezan a tener pérdida de control de esfínteres”.

y que…

“Los agresores tienden a seducir a los menores, como haciéndose pasar por personas muy carismáticas, muy comprensivas, cariñosas atentas, gentiles. En otros casos, los agresores se muestra con los menores espléndidos, les dan regalos y al final los violentan”.

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