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Cuando una mascota se va

¿Una caja o un altar?, ¿Entierro o cremación?, son algunas de las preguntas que el buen cuidador se hará cuando al fiel compañero le llegue su hora de partir.

Escrito en ESPECIALES LSR el

CIUDAD DE MÉXICO (La Silla Rota).- Al sur de la Ciudad de México, en el pueblo de Magdalena Petlacalco en la delegación Tlalpan, existe un cementerio que por su singularidad se ha convertido en lugar casi turístico para excéntricos y amantes de los animales. ‘El Jardín para un Amigo’, o jardín Ameyalco, como se le conoce en la zona, que se ha hecho famoso por su giro, mismo que se lo debe a los hermanos Mario y Joel Sánchez, quienes dejaron de lado la siembra de maíz y cempasúchil para convertirse en enterradores de mascotas

“Rocco (2003-2013), Gracias a ti ahora sabemos que vivir vida de perro es mejor”, dice el epitafio de una de las tumbas que aún queda en pie en el cementerio de mascotas, único en la ciudad.

Magdalena Petlacalco, o lugar de la casa del petate en náhuatl, es el más pequeño de los ocho pueblos pertenecientes a la delegación Tlalpan, colinda con San Andrés Totoltepc y San Miguel Topilejo. Es famoso por sus arenales, inmensas barrancas de arena también utilizadas para practicar sandboarding, por la fiesta de Santa María Magdalena que se realiza en julio de cada año y, desde hace unos años, por ser un lugar de descanso y reposo para perros, gatos, conejos, lagartijas y hasta un león.

 

 

Sepultar a una mascota en el jardín Ameyalco tiene un costo que va desde los 800 pesos y hasta los 2 mil 500, dependiendo de lo que requieran los deudos. Se ofrece colocar una lápida elaborada con una pieza de azulejo y grabada con un marcador, una inmensa cruz de madera, una piedra pintada, un arbusto, una planta o una incluso un portarretratos con la fotografía del difunto can. Además, se ofrece el servicio de carrosa para recoger el cuerpo del animal y se le invita a los dueños a participar en el entierro.

‘El Jardín para un Amigo’, ubicado a 10 kilómetros del centro de Tlalpan, sobre avenida Arenal y Camino Real al Ajusco, no cuenta con ninguna señalización pero es custodiado por una gran reja de hierro y se sitúa al final de un largo y empinado camino de terracería. El terreno, también es utilizado para sembrar maíz, algunas hortalizas y se encuentra abrazado por el bosque de coníferas típico de la región.

Entre las lápidas custodiadas por una pequeña cerca de madera se puede apreciar juguetes que alguna vez fueron mordisqueados por algún can, bolsas de croquetas de pedigrí y de purina. También cuenta con un par de bancas para descansar o contemplar el paisaje de una diminuta comunidad aislada del ruido y del smog de la capital. 

A los pobladores no les molesta que exista un camposanto animal, “cada quien hace lo que quiera con su tierra”, dice don Ricardo Guzmán, vecino del santuario de mascotas, quien asegura conocer a los hermanos Sánchez desde que comenzaron con su negocio.

El Jardín Ameyalco mide poco más de cuatro hectáreas, hay al menos 500 animales enterrados, la mayoría perros, y aunque las tumbas no son muy vistosas, es un sitio donde los seres humanos pueden recordar a quien alguna vez consideraron parte de su familia.

“Benito va, cantando va… Gracias”, se puede leer en otra de las lápidas.

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"Los animales merecen un homenaje" 

En este pequeño establecimiento, ubicado en el corazón de la delegación Gustavo A. Madero, a unos metros de ‘La Virgen del Tepeyac’, no hay crucifijos o efigies religiosas, pero decenas de familias acuden todos los días para enfrentar un duelo alejado de cualquier ritual.

Si bien fue en 1983 cuando el Concilio Vaticano levantó la prohibición para incinerar los cuerpos humanos, fue hasta hace 17 años cuando este crematorio comenzó a operar en la ciudad y tuvieron que pasar al menos cuatro años más hasta que pudieran operar con un permiso, todo con el objetivo de ayudar a dueños, amos y amigos de algún animal a despedirse de su fiel compañero, como si se tratara de un humano.

Perros, gatos, hámster, aves, hurones y reptiles han pasado por los hornos de Funeral Pet, empresa pionera en realizar servicios funerarios para mascotas en México y en América Latina, y que, hoy por hoy, realiza casi cinco mil incineraciones al año, cifras similares a las de una empresa dedicada al servicio para humanos. 

“Empezamos en 1998 cuando tuvimos la necesidad de incinerar a una mascota, tuvimos que llevarla a un crematorio tradicional y detectamos la necesidad, más tarde tuvimos que legislar, buscar con las autoridades, tramitar una infinidad de permisos y autorizaciones”, relata Alejandro García, director de Funeral Pet, quien asegura que en 17 años de trabajo los servicios funerarios para mascota se han convertido en una necesidad.

"En 1999 llegamos casi a los 100 servicios, hoy, Funeral Pet cerramos con 4 mil 500 y para el próximo año esperamos tener 6 mil, de igual forma, empezamos con dos empleados y hoy tenemos 16 en nómina. Entonces pues eso dice mucho de que la cultura hacia la cremación de las mascotas".

Una vez incinerada, la mascota acabará en un nicho, en la sala de la casa junto a una fotografía, encapsulada en un diminuto relicario o incluso en el mar, en algún tipo de urna que puede alcanzar hasta los 4 mil 500 pesos.

“Al principio tuvimos que romper el paradigma, ‘¿cómo voy a incinerar a mi mascota?, ¿qué va a decir la gente’, pero si no existiera el amor a las mascotas, nosotros no podríamos hacer esto”.

“Eso se ha ido eliminando porque la cultura hacia las mascotas está creciendo, ya hay hoteles restaurantes y esto ha ido creciendo en torno a un tema cultural, hoy en día, el servicio funerario para mascotas se ha vuelto una necesidad”.

Sin embargo, también existe la opción de cremación comunitaria en donde sólo se otorga un certificado de cremación y los precios van desde los 700 hasta los mil 200 pesos, pero el amo no recibe los restos de su animal.

Hasta el día de hoy, Alejandro estima que existen al menos 25 empresas dedicadas al servicios becario animal, sin embargo sólo tres más cuentan con todos los requisitos necesarios para operar. 

Finalmente, Alejandro confiesa que le gusta su negocio e insiste: "Las mascotas merecen un homenaje".

La muerte no es fácil para nadie. Y menos cuando se trata de tu mejor amigo con quien has compartido aventuras y desventuras. Pero, ¿Qué pasa cuando tu mejor amigo tiene cuatro patas? 

"Hay que recordar, los animales merecen tener un homenaje por acompañar a sus amos durante se vida".

 

nm