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Así buscan a sus desaparecidos en Ciudad Juárez (video)

En los llanos de este territorio fronterizo con Estados Unidos las familias acuden en brigadas a husmear entre matorrales, tierra de desierto y basura

Escrito en ESPECIALES LSR el

Ciudad Juárez, Chihuahua (La Silla Rota).- En la Sala 2 de la Ciudad Judicial de Ciudad Juárez hubo mujeres, madres sin hijas porque se las arrebataron, que lloraron al escuchar la sentencia emitida por las jueces contra cinco hombres: 697 años de cárcel a cada uno. Ese 28 de julio de 2015 algo hubo de justicia, algo de reparo en el terrible daño de perder a un ser humano. Los cinco hombres secuestraron, violaron, prostituyeron, torturaron y asesinaron.

Una de las pruebas para la sentencia fueron los huesos de 11 mujeres encontrados en el desierto al poniente de Ciudad Juárez. Sin embargo, se tiene la certeza que hay muchos más cuerpos y no sólo de mujeres. En cada rastreo que se ha hecho en la zona se ha encontrado algo que indica que son más. Y que no sólo son mujeres porque la zona fronteriza se ha vuelto terreno hostil también para migrantes y deportados. En los últimos cinco años Estados Unidos ha sacado del país a más de dos millones de mexicanos.

(Foto: David Peinado)


Retorno obligado

Si Javi hubiera nacido en Los Ángeles, California, seguramente su familia sabría dónde está y su hermana no lo estaría buscando por todo México. Pero Javi nació en Tala, Jalisco. Lugar al que fue obligado a volver, deportado, para luego ser un número más en la estadística de desaparecidos.

Javi nació en México y en este país no hay oportunidades ni para los mexicanos; mucho menos para un migrante deportado, dice Nansi, la hermana que lo busca hace más de tres años y quien nació en Los Ángeles.

Si Javi hubiera nacido en Estados Unidos, Nansi no tendría tatuado el rostro de su hermano menor en el antebrazo derecho con una leyenda en letras rojas como las de un sello oficial: “Desaparecido”.

(Foto: David Peinado)


Pero las cosas fueron de tal manera que Nansi busca a Javi, lo lleva tatuado y camina por un desierto que, de otra forma, jamás hubiera pensado conocer. Ella lleva una varilla en la mano del brazo con el rostro de su hermano para picar la tierra seca de las faldas de la sierra cerca del arroyo El Navajo, en el Valle de Juárez, junto a un río que serpentea como límite de dos países, no muy lejos de la ciudad de El Paso, Texas, donde Nansi decidió vivir para seguir buscando a su hermano.

Sin embargo, las casualidades, paradojas y contradicciones son la constante en el viaje para buscar a un desaparecido.

Eventos desafortunados de una búsqueda

Uno (paciencia y disculpas)

José Luis Castillo espera afuera de la Fiscalía General del Estado. Hace más de una hora que camina de un lado a otro como si buscara un lugar para quedarse y no lo hallara. Fuma y de vez en cuando, si cruza la mirada con alguien, deja escapar una leve sonrisa, nerviosa y fugaz.

Llegó a las cuatro de la madrugada. Apenas pasan las cinco y va, de una persona a otra, ofreciendo disculpas y pidiendo paciencia. Nadie más indicado para pedir paciencia y hacerla entender como un bien necesario, que él. Él, que hace más de siete años busca a su hija. Esmeralda era una niña de 14 años que desapareció el 19 de mayo de 2009; de estar viva es una joven de 21 años que habría pasado una tercera parte de su vida desaparecida. Él, que puede ofrecer disculpas y pedir paciencia justo antes de salir a buscar en un desierto indómito los restos de su hija, tiene autoridad para hablar de esperas. Él, que recibió por parte de la Fiscalía una tibia, que, aseguraron, era de su hija; un hueso para cerrar un caso y decir: “Su hija está muerta”. Él, a quien le prohibieron pegar pesquisas porque “afean la ciudad”. Él, sin respuesta ni consuelo, puede pedir paciencia.

Martha Rincón sintió un malestar dos días antes de esta madrugada. Era la incomodidad de saber que conforme el tiempo avanza se acerca el momento de picar, por cuarta vez, ese desierto y, quién sabe, tal vez ahí, dar con Esmeralda, su hija.

Un día antes, José Luis declaró en una conferencia de prensa: “Quisiéramos, un día, ir al arroyo El Navajo y no encontrar nada. Desafortunadamente no ha sido así”. Ahora fuma y camina. Y el hecho de que sea él quien pide disculpas y paciencia para que lo acompañen a buscar huesos en el desierto, es sólo el primero de los eventos extraordinarios de esta madrugada.

(Foto: David Peinado)

Dos (transporte sin memoria)

Frente a José Luis y a Martha hay dos camiones, desvencijados y viejos, deshecho estadounidense que ha venido alimentando al transporte juarense, reparado por partes usadas de autos inservibles, cadáveres metálicos que pueblan las principales avenidas de la ciudad en negocios prolíficos a fuerza de hacer servible lo inservible, yonques, les llaman. 

Martha y José Luis están parados frente a dos camiones que la Fiscalía del Estado dispuso para llevarlos a buscar restos humanos en el desierto, a más de de 100 kilómetros de la mancha urbana. Los camiones tienen grabado el sello de una empresa a la que dan servicio: Electrolux.

A las 5 de la mañana con 15 minutos toman su lugar en uno de los camiones viejos para partir a un descampado desierto que les ofrecerá un duro sol sobre la cabeza mientras escarban y remueven piedras para buscar a Esmeralda.

La historia de Esmeralda y de Ciudad Juárez -al igual que la de Javi si hubiera nacido en Estados Unidos- no sería la misma sin la industria maquiladora, que a su vez no sería lo mismo, o no en esta parte del país, si Estados Unidos no hubiera participado en la Segunda Guerra Mundial. Y así, como dos ramas que se bifurcan, México y Estados Unidos, y sus historias y costumbres, no serían lo mismo el uno, si el otro no hubiera estado ahí.

Antes de Donald Trump, un presidente militar, Dwight D. Eisenhower, en 1954 aprobó la llamada Operación Espalda Mojada, que deportó masivamente a migrantes ilegales en Estados Unidos. Los sacó del país a través de las ciudades fronterizas mexicanas, que en gran parte crecieron con el arribo y estadía de esta población despojada. Sin embargo, el Programa Bracero finalizó oficialmente hasta principios de 1965. Entonces los trabajadores mexicanos en el campo estadounidense tuvieron que volver. Y con ellos llegando nació la idea de traer la industria maquiladora.

Para enfrentar la problemática de desempleo ante el arribo de los mexicanos que regresaban de Estados Unidos y las deportaciones, en 1965 se creó el Programa de Industrialización Fronterizo, a través del cual se le ofrecieron facilidades a las empresas extranjeras, en su mayoría estadounidenses, para instalar en territorio mexicano plantas de operación con mano de obra extremadamente barata.

Los empresarios fronterizos se organizaron para hacer de Juárez uno de los lugares más atractivos para establecerse en el mercado, a tal grado que el primer parque industrial de la ciudad se llamó Antonio J. Bermúdez, uno de los empresarios más notorios de la ciudad. Bermúdez fue presidente municipal de Ciudad Juárez, fundador de una destiladora productora de whiskey en la época de la prohibición de licor en Estados Unidos, principal atractivo de la ciudad en esos años, y director general de Pemex, entre otros. De tal manera que los grupos empresarial y político fueron uno. El desarrollo urbano en manos de este grupo, se planteó a partir de sus intereses.

Sin condiciones de infraestructura y servicios crecieron comunidades de empleados que enfrentaron condiciones de miseria entre calles sin alumbrado ni pavimento. Las mujeres, mayor parte de la mano de obra en la maquiladora ante los bajos sueldos, se volvieron un blanco vulnerable del crimen. El motor principal de la obra maquiladora empezó a ser agredido, violado y desaparecido, principalmente en el trayecto de la casa al trabajo y viceversa.

A partir de 2004 se firmaron acuerdos para expandir la mancha urbana. A raíz de eso se asentaron parques industriales en otras partes de la periferia que comenzaron el desarrollo habitacional en terrenos de los mismos políticos y empresarios

En 2005, en la parte suroriente, se estableció la industria sueca Electrolux, generando 3 mil empleos directos y propiciando la creación de zonas habitacionales alrededor, en lo que antes era sólo desierto.

El 30 de junio de ese 2005, el director global de Electrolux tuvo que voltear a ver la hoja de su discurso para saber en qué parte del mundo se encontraba en ese momento inaugurando una planta. En el evento estaba Jaime Bermúdez, sobrino de Antonio Bermúdez, y también ex alcalde de la ciudad. El empresario y político fue cuestionado sobre la relación entre la industria maquiladora y la violencia, en esa ocasión respondió: “La maquiladora les da de comer”. 

Las zonas periféricas se volvieron sumamente vulnerables ante el abandono del Estado al omitir llevar educación, salud y servicios, sostiene José Manuel Valenzuela, investigador del Colegio de la Frontera Norte. Diversas investigaciones se han hecho desde 1993 a la fecha en cuanto a la relación de las maquiladoras con los feminicidios.

El suroriente, la parte más precaria y violenta de la ciudad, no existiría sin Electrolux. Y sin la empresa no sería este camión el que llevaría a los padres de Esmeralda a buscarla en el desierto.

(Foto: David Peinado)


Tres (33 personas hacen lo que no les corresponde)

Las personas que fueron a Fiscalía para de ahí partir a la búsqueda de restos, decidieron, ante la poca afluencia, utilizar sólo uno de los dos camiones que las autoridades dispusieron.

En el camión van 33 personas. Por oficio, en realidad, ninguna debería estar aquí. Sin embargo, toman la tarea como una responsabilidad indispensable. Un grupo de civiles sale a hacer el trabajo del Estado ante la falta de resultados y un índice de impunidad casi total: 97 por ciento.

De la mayoría de las entidades en las que grupos de familiares de desaparecidos se han organizado para realizar búsquedas (Tamaulipas, Veracruz, Guerrero, Sinaloa, Coahuila, entre otros), Ciudad Juárez es una de las que invita a la sociedad  en general a los rastreos que realizan los familiares, grupos de derechos humanos, estudiantes y activistas.

El llamado Rastreo Ciudadano tiene el objetivo de realizar el trabajo que, en teoría, debe realizar la Fiscalía. Pero como los familiares quieren dar con sus seres queridos, piden ayuda a quien quiera sumarse para buscar restos humanos.

En Veracruz, grupos como el Colectivo Solecito o Familiares de Desaparecidos Córdoba-Veracruz, han logrado identificar decenas de fosas clandestinas con cuerpos, pero la entrada a esos sitios es altamente restringida.

En el recorrido en Ciudad Juárez, el camión atravesó la ciudad y tomó la carretera hacia el oriente, siempre a lo largo del Río Bravo, en dirección a un pueblo conocido como El Porvenir, para internarse en la zona del Valle de Juárez, bajo una tenue oscuridad que cedía el paso a la luz del día con un sol que anunciaba el amanecer con un tono rosa intenso detrás de las montañas al otro lado del Río Bravo. Luego de múltiples paradas para esperar a grupos de personas que en el camino se unían a la caravana en sus vehículos, a las 8:55 de la mañana, y tras senderos intransitables que recorrieron en cajas de camionetas para entrar a la parte más salvaje de este desierto, el grupo forma un círculo para escuchar instrucciones.

Al centro, la joven activista Yizni Granados se acerca un altavoz para decir: “Tanto José Luis como Martha siguen buscando a esas personas que para el Estado únicamente son cifras y estadísticas y números. Pero para nosotros son personas con memoria, con familia, que fueron hijas, que fueron madres… nosotros seguiremos buscando, literalmente, hasta debajo de las piedras… Nosotros encontramos más restos que las autoridades… Porque vivas se las llevaron, vivas las queremos”.

(Foto: David Peinado)


Ser deportado y desaparecer

Francisco Javier Cisneros fue detenido en Los Ángeles, California, en 2007 porque le faltaba una luz a su bicicleta, salía del trabajo e iba a su casa, donde vivía con su hermana Nansi. Ella cuenta que Javi, como aprendió a llamarlo en todos los años que vivieron juntos, tenía antecedentes por una pelea y una multa de tránsito, y que eso fue suficiente para que fuera expulsado del país al que llegó cuando tenía dos años de edad y el único en el que había vivido hasta entonces.

Lo primero que Javi vio aquella vez al dejar su país fue Nogales, el contraste entre Arizona y Sonora. De ahí siguió hacia Tala, Jalisco, el lugar en el que nació pero con el que no tenía, ya, conexión alguna más allá de un idioma que no dominaba.

Y, sin embargo, Javi se estableció, o eso intentaba. Se dedicó a múltiples trabajos desde la industria de la caña hasta pintar establecimientos. El oficio al que se dedicaba en Los Ángeles no le dejaba ingresos suficientes para sacar adelante a la esposa e hija que tuvo, por eso tatuar quedó relegado de su fuente de ingresos principal en Estados Unidos, a pasatiempo en México.

El año en que Javi llegó a Jalisco se registraron 389 homicidios. Ese mismo año se empezaba a hablar del surgimiento de un nuevo grupo delictivo, el Cártel Nueva Generación. Desde entonces los homicidios, secuestros y extorsiones incrementaron de tal manera, que para 2013, fueron asesinadas mil 99 personas, un alza de 282 por ciento en el índice de homicidios en siete años, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

En este contexto Javi salió de su casa para visitar a un amigo apenas pasada la media noche del 19 de octubre de 2013.

Unas horas más tarde Nansi recibió una llamada. No recuerda exactamente qué le dijeron. Pero sí que colgó para voltear su bolso y tomar dinero, tarjetas e identificaciones, fue hacia su clóset y jaló un par de blusas y se fue al aeropuerto. Iniciaba un viaje que, tres años y medio después, no termina.

(Foto: David Peinado)


Lo que pasó en el lapso entre que Javi salió de su casa y Nansi tomaba un avión imprevisto fue lo siguiente: la madre de Nansi y de Javi escuchó disparos muy cerca. Desde la ventana vio las luces de las sirenas de una patrulla, salió para ver de qué se trataba. Un grupo de policías rodeaba a un hombre y el hombre era su hijo herido de bala en una pierna. Corrió, gritó, pidió que lo dejaran. Cuando le pusieron el cañón de la pistola en la cabeza para gritarle que se fuera, pensó que no eran policías sino criminales disfrazados, entonces pidió lo que pensó sería lo mejor para su hijo en esas circunstancias: “Mátenlo aquí”, gritó llorando, sin irse, a pesar del cañón en la cabeza, mientras subían a Javi en una patrulla para llevárselo. Ella no se fue y el cañón no expulsó la bala de la amenaza de aquel hombre.

Pero esa no fue la primera vez que Javi encontraba policías y tenía problemas con ellos. Antes, muchas veces, cuenta Nansi en la inmediaciones del desierto mientras clava su varilla y remueve la tierra en busca de un hueso, un zapato, una prenda, cuenta que fue detenido en varias ocasiones por estar tatuado, que cada vez que pasaba él se resistía porque no le parecía justo que lo revisaran sólo por tener tinta en la piel. Dice Nansi que muchas veces lo golpearon, hasta que en 2012 después de la rutina de detenerlo, resistirse y golpearlo, interpuso una denuncia en derechos humanos contra la Policía Municipal.

Para la tarde de ese mismo 19 de octubre Nansi estaba en Tala, Y desde entonces se hace cargo del caso de su hermano, desde poner la denuncia hasta buscarlo. Desde entonces enfrenta, cuenta, a una autoridad hostil e insensible a la que no le importa resolver casos. De aquella tarde acá busca a su hermano en donde sea necesario y ayuda a otras personas a buscar a sus desaparecidos, dice, cada vez que alguien encuentra se siente tranquila. Aunque no sea a Javi, a quien sólo ve acercarse en sueños en los que él le extiende la mano y le toca la frente.

Jalisco es el tercer estado con mayor número de denuncias interpuestas por desaparición de personas, 2 mil 634 casos que no se han resuelto, según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED).

(Foto: David Peinado)


Pero las cifras en cuanto a desaparecidos son niebla. En Veracruz, uno de los estados más violentos del país y en el que se han encontrado más fosas clandestinas, se tiene denuncia sólo de 554 personas. Para Araceli Salcedo, del Colectivo de Familiares de Desaparecidos de la Región Córdoba-Veracruz, por cada denuncia hay nueve casos de desaparición que no fueron reportados.

Un estudio del grupo Por Amor a Ellxs, asegura que en Jalisco hay 3 mil 376 personas que no han sido localizadas, mil más que las cifras oficiales.

A través de la Iniciativa Mérida México recibe 900 millones de dólares al año de Estados Unidos, hasta que hubo recortes a partir de 2016, para armar y equipar a las corporaciones de seguridad en la lucha contra los cárteles de la droga.

Para Nansi, el dinero de sus impuestos se utilizó para desaparecer a su hermano en México. Por eso pide que se acabe el programa que no ofrece resultados y sí más muertos.

Nansi se detiene un momento en su camino por el desierto, se agacha para ver, entre la arena, un pedazo de tela, que es o fue blanco con rosa, el rosa aun se nota más claro, un calcetín de mujer rodeado de vidrios de botellas rotas de cerveza, en un lugar que parece ilógico para estar o pasar. Nansi espera, bajo un sol concentrado, a un equipo de peritos para que se lleve la prueba, una de las 22 que levantarán hasta el final de la jornada, entre ellas dos balas, un casquillo y la mitad de la matrícula de un auto.

“Yo me convertí en esa persona que está todo el tiempo jodiendo, jodiendo, para que atiendan”, dice mientras ayuda a otras personas a hacer el trabajo de la autoridad en un desierto lejos del lugar y de la noche en que Javi fue desaparecido. Porque en México la gente desaparece.