PUEBLA (La Silla Rota).-Hay un lugar en la Sierra Norte de Puebla donde las personas poseen buenos pulmones, gran creatividad y mucho corazón: el Pueblo Mágico de Chignahuapan.
Cada año sus artesanos producen unos 70 millones de esferas que se comercializan en México, Estados Unidos, Centroamérica y llegan hasta la Ciudad del Vaticano, en Europa.
Foto. Claudia Lemuz
El título que ostenta de Pueblo Mágico se hace realidad no solo por los paisajes naturales que se observan en este lugar, sino por lo que sucede a lo largo del año en más de 200 talleres donde tubos de vidrio de convierten en obras de arte, en esferas de diferentes formas, tamaños, colores y hasta texturas.
Cada esfera es única, su producción es artesanal a diferencia de otras partes del mundo, donde los artesanos que moldean el vidrio han sido sustituidos por máquinas que entregan productos de plástico.
El trabajo elaborado por más de 3 mil artesanos de la región, suma al encanto de la Sierra Mágica de Puebla donde la belleza y diversidad de sus habitantes, tradiciones y comida son el sello.
Y se hizo la magia
El proceso de producción de la esfera inicia con el globiador, hombre o mujer que con ayuda de un soplete calienta la barra de vidrio a más de 200 grados centígrados, le sopla y le da forma en solo 30 segundos.
Cuando las esferas son las clásicas, las redondas, lo hacen de manera directa, pero si deben adquirir formas específicas como corazones, bellotas, etcétera, lo hacen con moldes de madera.
Una vez que el vidrio tomó la forma deseada, se enfría y mete al horno, para que adquiera color.
Para el proceso de metalizado se coloca una a una las esferas transparentes en unos cilindros, los cuales se acomodan en un carro que posteriormente introducen a la metalizadora, una cámara de alto vacío.
La segunda etapa es la decoración. Ahí se manifiesta la sensibilidad y creatividad de cada artesano.
Visitar Chignahuapan y recorrer sus calles es un lujo para la vista, encontrarás cualquier figura en vidrio. Desde aretes, dijes, hadas, muñecos de nieve, vírgenes, frutas y esferas de todos colores, tamaños y texturas.
Otros atractivos
Este año los turistas podrán observar una esfera de luz en el zócalo de Chignahuapan y un pino gigante que se puede escalar.
A través de la esfera, conforme cambia la iluminación se descubre la iglesia de Santiago Apóstol con arquitectura franciscana del siglo XVI.
La fachada que se observa actualmente fue construida en argamasa en el siglo XVIII por indígenas y guarda los tonos originales que combinan con el kiosko de la Plaza de Armas, otro icono de Chignahuapan.
Foto: Claudia Lemuz
A unos pasos del zócalo, fieles y turistas son recibidos por la imagen de la Virgen María de 12 metros de altura, en el santuario de la Inmaculada Concepción.
La imagen, obra tallada en cedro del escultor poblano José Luis Silva en una de las más grandes bajo techo de Latinoamérica.
Si quieres asombrarte sin esfuerzo, ve a Chignahuapan, llena los sentidos y el corazón.