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"En Zapoapan se pepena la gasolina porque no hay chamba"

Los lugareños refieren que tienen dos opciones: aferrarse a su azadón y cosechar chayotes de sol a sol, o “pepenar gasolina”

Escrito en ESTADOS el

IXTACZOQUITLÁN, Veracruz (La Silla Rota).- De manera inesperada -hace poco más de un año- cientos de litros de gasolina comenzaron a estancarse entre sembradíos de caña y platanales de la comunidad Zapoapan, ubicada en la zona montañosa del centro de Veracruz. Una oportunidad  tentadora para cualquier campesino que medio come por 100 pesos al día.

Los lugareños refieren que desde entonces las opciones fueron dos: aferrarse a su azadón y cosechar chayotes de sol a sol, o “pepenar gasolina” proveniente de un ducto que era ‘ordeñado’ por personas desconocidas, que se paseaban sin temor, frente a elementos militares y de la Secretaria de Seguridad Pública (SSP).

La familia De los Santos Martínez se inclinó por la segunda posibilidad y como “muchos en el pueblo de Zapoapan”, acudieron la mañana del sábado 19 de agosto de 2017 a las zanjas con gasolina que yacían a pie de montaña. Allí apilaron bidones con combustible en su vagoneta Wolskwagen modelo 91, sin embargo no se percataron que el vehículo permanecía encendido, y luego vino la explosión y las llamas que no tuvieron compasión con los cinco campesinos.

Areli De los Santos Martínez murió al instante, su cuerpo calcinado quedó adherido a la tierra. El resto de la familia -cuatro- fueron trasladados de emergencia al hospital más cercano, ubicado en Río Blanco, Veracruz, a unos 25 kilómetros de distancia. De acuerdo con las partes médicas los cuatro presentaron quemaduras de segundo y tercer grado, en el 60 por ciento de sus cuerpos.

Es la tarde del sábado 19 de agosto en la comunidad de Zapoapan, y en el lugar no hay otro tema que se comente que no sea la explosión del ducto de Petróleos Mexicanos (PEMEX). Las pláticas se perciben -como el olor a petróleo quemado en las inmediaciones- en las bancas de la parroquia, en el Kiosco, o frente a la escuela primaria Emiliano Zapata.

“A nosotros nos tocó ver la pinche humareda, eran como las siete y media de la mañana y parecía que estaban quemando un cañal. Luego ya supimos todo, y vimos que entre los muertos estaban los vecinos”, refiere una mujer que ya se alista con veladoras para asistir al velorio de Areli De los Santos, cuyo cuerpo recién fue llevado hasta su domicilio por las autoridades.

La mujer de unos 60 años de edad, versa una máxima en los pueblos para respaldar, de alguna forma, los apellidos de las cinco víctimas, que ya han sido referidos como ‘huachicoleros’ en las redes sociales y medios. “En el pueblo todo mundo se conoce, y ellos no eran delincuentes: las dos chamacas venden tortillas y memelas todos los domingos y los hombres pues como todos al campo”.

“La familia es pobre, ojalá que los ayuden”, se lamenta la mujer de cabello entrecano mientras señala la vivienda de la familia De los Santos Martínez, la cual es uniforme como la pobreza que se percibe en la comunidad socorrida por el programa federal Próspera.

Dos cuartos con muros de block y techos de lámina, un patio de tierra, y dos árboles de limón a la entrada de la vivienda, es el único patrimonio que ubican los lugareños de la familia De los Santos, ello sumado a la vagoneta modelo 91 que también se maltrató con el fuego.

En el interior de la casa se mira un féretro color gris, acompañado de sirios blancos y una fotografía al fondo. Las cámaras fotográficas quedan prohibidas ante la pena, advierten. “Aquí la gente es así, hay veces que han corrido del pueblo a los que venden periódico y nos vienen a traer noticias de algún muertito de aquí”. 

A la plática se suma otro jornalero, quien de alguna forma introduce a un problema que ocurre en su pueblo con el derrame de combustibles, similar al que sucede en carreteras cuando un vehículo cargado con comida vuelca y este es vaciado por los habitantes. Rapiña, le llaman en las ciudades; pepenar gasolina le dicen en Zapoapan.

“En Zapoapan se pepena la gasolina porque no hay chamba”

“Es un secreto a voces. Viene gente de fuera a robar y los de acá nomás pepenan las sobras. Ahí está tirada la porquería -el combustible-, y pues la economía está orillando a que vayan a recogerlo, porque no hay chamba. Yo no le entro por miedo, pero la verdad los comprendo, aquí al campesino le pagan entre 100 y 120 pesos diarios”.

El hombre, de quien se omite su nombre por seguridad, refiere que la fuga en la comunidad de Zapoapan cumple al menos un años. Con sus palabras explica que, “el combustible “se riega y se filtra en la tierra, y se va a las zanjas y ahí se almacena. “Haiga lo que haiga yo no voy, porque pues la gasolina sí está ahí, pero no sabemos quiénes son los que se la estén robando”.

El entrevistado también advierte sobre una presunta complicidad de autoridades estatales y federales. “Pasan y pasan a cada rato los militares y por qué nunca han agarrado a los que perforan los hoyos. ¿Apoco no se habían dado cuenta del reguero de combustible?, se cuestiona desde el patio de su casa.

De acuerdo con su relato, que no difiere de otros habitantes, la gente como los integrantes de la familia De los Santos Martínez, una pequeña porción de la gasolina tomada de las zanjas la usan para su consumo y el resto al comercian.

Con un bidón de 20 litros, con un precio estimado en los 200 pesos, las familias ganan en una carga lo que en el campo, bajo el sol, les llevaría 20 horas de trabajo. “Aquí decíamos que era una bomba de tiempo, dan ganas de entrarle pero tarde o temprano iba a pasar un accidente”, comenta el jornalero.

A la muerte de Areli De los Santos y las heridas de sus familiares, se suman pérdidas en las inmediaciones donde ocurrió la explosión, sembradíos de caña, plátano, café, frijol y chayote, para la gente que tomó la primera opción que existe en Zapopan, Veracruz: trabajar por la vía honrada.

lrc