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“¡Súbete el cubrebocas!”, así es la nueva realidad en la construcción

Las medidas de higiene y seguridad incomodan a los obreros por el uso obligatorio del cubrebocas y la portación de la careta, entre otras acciones

Escrito en DINERO el

“¡Súbete el cubrebocas!” es uno de los nuevos gritos que se pueden escuchar en las obras de construcción en la primera semana de la nueva normalidad que dio inicio este lunes 1 de junio, fecha en la que este sector fue puesto entre las actividades esenciales como la minería y la producción de automóviles, por lo que se dio luz verde a los trabajadores a  volver a las labores.

 

Laborar con medidas de seguridad

Los obreros se encuentran incómodos por el uso obligatorio del cubrebocas y la portación de la careta.

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Uno de los trabajadores cuenta a Forbes que el calor hace más incómodo el uso de estos aditamentos que buscan evitar el contagio de casos de covid en las obras, ya que el sudor afecta y hace que la careta se empaña.

“Ya se ha estado uno acostumbrando, pero cuando trabajamos bien es un poquito molesto. Es un poquito más lento el trabajo porque tienes que secarte el sudor”, detalla un maestro herrero de nombre José.

Otras medidas utilizadas para frenar brotes de coronavirus son el lavado de manos cada cierto tiempo, no compartir herramientas y tener un reducido número de trabajadores para mantener sana distancia. Esto causa incomodidades y más lentitud en el trabajo.

 

Los retrasos

La presencia de personal al interior de las construcciones se redujo en cerca de un 40 por ciento.

El semáforo del gobierno federal irá determinando si el número de trabajadores se puede incrementar, por lo que ahora no se pueden realizar acciones al mismo tiempo como acabados, aplicaciones de yeso, herrerías, cancelerías en un mismo espacio.

Esta medida también causa que los obreros se carguen de más trabajo y no avancen al mismo ritmo.

“Menos gente es más trabajo para uno, siempre se ha acostumbrado a tener la gente adecuada dependiendo del trabajo y ahora sí no le avanzamos mucho”, señala José, quien labora en un edificio que se reconstruye desde el sismo de septiembre de 2017 en la Ciudad de México.

 

Ingreso controlado

La ejecución de la obra se debe realizar con accesos controlados, en los que se implementa el lavado de manos, el registro en una bitácora, la medición de la temperatura y el llenado de un cuestionario creado por la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC).

Con estos instrumentos, se busca detectar si algún trabajador tiene síntomas de covid o ha estado en riesgo de contagio.

Es un proceso ágil que ayuda a no alargar la jornada de los trabajadores y a no causar aglomeraciones en la vía pública.

También se implementan horarios escalonados de ingreso, a partir de las 7:30 de la mañana cada 15 minutos.

En la hora de la comida, se escalonan intervalos de cada 15 minutos a partir de las 12:30 horas.

El protocolo de ingreso, excepto el cuestionario, se repite cada que alguien entra o sale de la obra.

La salida y entrada de las obras se ubican en zonas diferentes de la construcción.

En la entrada, se colocan 4 tapetes sanitarios, con una solución de cloro misma que se aplica y se limpia 2 veces antes de ingresar a la zona de obras.

Al interior de las zonas de trabajo, se colocaron carteles para recordar el constante lavado de manos, no solo después de ir al baño sino a lo largo del día, para lo cual se instaló un lavabo con gel antibacterial y se construyen baños para no utilizar las cabinas portátiles para mantener la higiene.

 

Construcciones que se reactivaron

El IMSS ya dio autorización para el regreso de 10 mil obras que demostraron que cuentan con protocolos de higiene y seguridad para los empleados, sin embargo, sólo entre 4 y 6 mil habrían reanudado actividades, informó a Forbes el presidente de la CMIC, Eduardo Ramírez.

 

(Luis Ramos)