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Seguridad, samba e inversiones millonarias: la ola brasileña invade Portugal

La explosión se siente en el sector inmobiliario con los visados Gold, otorgados a quien compra bienes superiores a los 500,000 euros

Escrito en DINERO el

LISBOA.- Son la oleada que no cesa y cambia lo que encuentra. Alentados por la seguridad que otorga Portugal, decenas de miles de brasileños están transformando con su cultura y liquidez financiera la industria, el sector inmobiliario y hasta el carnaval de la otrora "tierra de los abuelos". Hoy es su oasis europeo.

"Era una oportunidad para conocer Europa. Nuevas culturas, nueva experiencia", resume Lanne Faria, llegada hace apenas "semanas".

Faria, que acaba de trasladarse con su marido y sus dos hijas pequeñas, cuenta a Efe una historia de búsqueda de oportunidades, de calidad de vida y de seguridad con la que pueden identificarse muchos de los más de 28,000 brasileños que llegaron en el último año a Portugal.

Son 23% más de residentes que un año antes, según el Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF) portugués, que les identifica como la nacionalidad extranjera más numerosa con hasta 105,423 residentes, un quinto del total.

No había tantos brasileños desde 2012, y eso que la cifra oficial es menor a la real, pues no considera a quienes tienen doble nacionalidad, bien portuguesa o de otro país de la Unión Europea.

La explosión se siente por todas partes, sobre todo en el sector inmobiliario, en el que han puesto el ojo las grandes fortunas y que se vio muy impulsado desde 2012 con los visados Gold, otorgados a quien comprara inmuebles superiores a los 500,000 euros.

Mafalda Lourenço trabaja desde hace años de forma más especializada con esos migrantes de alto nivel. Esta consultora de Abreu Advogados, que vivió seis años en Sao Paulo, destaca que con el incentivo del visado "muchos brasileños descubrieron Portugal".

"Portugal era hasta ese momento la 'terriña', que es un término cariñoso pero también peyorativo: ahí están los viejitos de Portugal. Ahora ya no", cuenta.

Entonces empezó el boom. El carioca "hace una inversión inmobiliaria y se muda con la familia", y el paulista "hace inversión en un inmueble, pero no viene a vivir aquí; después conoce el mercado y le gusta, continúa en él", explica Lourenço. Ya no gastan solo el medio millón necesario para la visa Gold.

Y comenzó a verse lujo en serio en Lisboa y Oporto, donde había más Porsche -los brasileños son los mayores compradores de la marca, sobre todo descapotables- y más joyas y relojes de alta gama. Pueden lucirse con tranquilidad en Portugal, el tercer país más seguro del mundo según el Global Peace Index.

"La gente habla de calidad de vida. Teníamos una buena vida en Río de Janeiro, pero era una vida cercenada", relata a Efe Claudia Dieb, brasileña residente en Lisboa desde enero de 2018.

La vida en Río, cuenta, "era un miedo de salir por la noche, miedo de estar tranquilo en la playa, de dejar las cosas en la arena y entrar en el agua".

"Vinimos por eso: para poder caminar a las once de la noche con el móvil en la mano y nadie te va a abordar, poder ir en un autobús sin miedo. Salir por la noche sin tener miedo. Salir con reloj, con móvil y no tener miedo de ser asaltado", sostiene.

Esa necesidad de seguridad ha moldeado el perfil de quienes vienen, que ha pasado de ser mayoritariamente inversor a ciudadanos que quieren construir una vida, como Faria, Dieb y también Mauricio Saban, que ya lleva un año en Lisboa.

"Por mucho que la gente aquí también reclame y proteste, comparativamente es mejor (en Portugal)", asegura Saban, quien se ha establecido con su mujer y sus hijos de forma "indefinida".

"Ni siquiera (pensamos en) salir para otro lugar de Europa. Creo que es el mejor lugar para quedarnos", afirma.

No son todo rosas. Las bromas sobre las diferencias de pronunciación y vocabulario, pese a compartir idioma -"No quería hablar por teléfono los primeros meses, ¡no les entendía!", recuerda Dieb- también dan paso a veces a comentarios xenófobos.

"Un compañero de trabajo se pasó, me dijeron que los brasileños... como si los brasileños fuesen la única nacionalidad que mintiese", cuenta Dieb, quien dice que deja "pasar" situaciones de ese tipo, cada vez más numerosas.

Así lo atestigua la Comisión para la Igualdad y contra la Discriminación Racial de Portugal, que indica en un reciente informe que los relatos de xenofobia contra brasileños aumentaron un 150% en el último año.

La revancha: fiesta en la calle. La batucada de las manifestaciones es brasileña y el carnaval portugués también cada día más, aunque el frío y la lluvia lisboeta obligue a moderar los uniformes que se ven en el sambódromo de Río.

"Lo que yo vi que cambió más en el carnaval de Lisboa es que aumentaron los 'blocos' (comparsas). Incluso con frío, porque aquí es invierno, el carnaval está más animado, ¡se nota porque tengo hasta calor!", dice a Efe Luli Monteleone, bloguera que da consejos de moda y entretenimiento en una página web que lleva su nombre.

Funk carioca y espectáculos de artistas brasileños son otras de las explosiones que experimenta Portugal, diez millones de habitantes, y creciendo.

JGM