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Filas, descuentos y bolsas: fórmula de tiendas para reactivar ventas

El movimiento generado en el centro comercial por las compras de ropa y calzado simulan ser diciembre, pero ahora se usa cubrebocas y caretas de plástico

Escrito en DINERO el

Tres filas. Selene tuvo que hacer tres filas para llegar al pantalón, blusa y la chamarra que le gustaron, pero eso no la detuvo. La primera, fue para su ingreso al centro comercial; la segunda para poder entrar a la tienda que desde la entrada, la recibe con anuncios del tamaño de un aparador: “Pusimos de moda los precios bajos”, “Rebajas 70%” y hasta descuentos que aumentan según el número de prendas que compre.

“Está más barato todo”, cuenta a La Silla Rota después de salir con cinco bolsas de ropa; va acompañada de su esposo e hija, todos bajo la nueva normalidad del cubrebocas obligatorio. “Por el momento no hay probador, para nosotros eso no fue problema porque ya sabemos nuestras tallas… Salió más barato que si hubiéramos comprado antes de la pandemia, ahorramos cerca de mil pesos”, dice orgullosa mientras precisa cuál fue la tercera fila. “Para pagar, te piden que solo se forme una persona por familia”.

Su esposo Ricardo también luce contento pese a que es fin de quincena.

Fue un poco tardado por las filas, pero ya dentro es más rápido porque no pierdes tiempo en estarte viendo al espejo o tener acceso a los probadores: vas en concreto sobre una talla o lo que te gusta, así, sin indecisión. Ya nos hacía falta comprar ropa porque durante la pandemia fue usar lo que ya no usabas, comenzar a ver qué te hacía falta, sacar lo que no servía y renovar todo. Compré camisas, pantalones y algunos tenis

Parece, pero no es Navidad

El movimiento generado en los pasillos del centro comercial por las compras de ropa y calzado simulan ser diciembre, pero sin los tradicionales colores verde-rojo; ahora todo mundo usa cubrebocas y algunas caretas de plástico. La sana distancia es una frase lejana, pero ni quien se acuerde (ni le importe) frente a la felicidad que significa el regreso a un centro comercial para lucir en pasillos, elevadores y hasta escaleras eléctricas -al menos-, dos grandes bolsas con ropa nueva a cuestas… más una deuda en las tarjetas bancarias.

 

Formado en la fila (previo al ingreso a otras tiendas donde ya compró), Leo cuenta su experiencia; lleva en las manos dos bolsas de compras y va por más. "Tenis, calzado, ropa, un poco de ofertas, sí. Es un poco tedioso todo lo de las filas porque luego no sabemos ni para qué es” dice, pues hace unos minutos algunos clientes se formaron por error en la fila del sanitario tras confundirla con la fila de ingreso para una tienda.

“No toda la gente respeta las distancias”, advierte, “pero sí se está respetando que haya poca gente dentro de una tienda ¿Rebajas? En algunas cosas sí, en Zara si están muy padres las rebajas; lo de nueva temporada no tiene rebaja. Te dicen que no puedes medirte la ropa porque no hay probadores por la contingencia, entonces me lo mido por encima y lo llevo así, ya llegando a casa me lo mido”.

-¿Confías en que la ropa que te llevas no esté contaminada de coronavirus?, le pregunto.

-Ah no, es que yo llegando a casa la rocío antes de probármela, responde.

Gabriela va camino a la salida con sus compras. “Ya llevo dos tiendas, sí hay rebajas pero están normales, no hay gran descuento. Compré pantalones aunque no me permitieron probármelos. Sí me siento extraña de no medírmelos, nada más me los puse por encimita para ver que me queden de la cadera. Te dan 30 días para cambiarlos o te devuelven tu dinero; técnicamente es como si te fueras a probar la ropa en tu casa, pero no me explicaron ninguna medida sobre el covid en ropa”.

En la lencería la condición es la misma. Brassieres, pijamas, batas y otros (que en la vieja normalidad podías probarte) llevan ahora una aclaración por delante.

-No hay devoluciones, solo cambios por talla y color y no tenemos probador.

-¿Cómo sé que la ropa que me llevo esta sanitizada?, cuestiono a la empleada.

-Todas las prendas van esterilizadas, argumenta.

-¿Y cómo sabe usted que la prenda que yo devuelvo por cambio de color, no esta contaminada?

-Porque si el cliente nos regresa la ropa, la boutique se la lleva a otro lado y ahí se re esteriliza, responde.

¿En verdad lo harán? Todo apunta a que el sello de esta nueva normalidad, en términos de shopping, será confiar a ciegas en que la ropa nueva que adquieres, este en verdad desinfectada por quien pudo devolverla antes de ti.

¿Y los zapatos?

¿Qué pasa si me pruebo un calzado que alguien se midió antes de mí? ¿Y si esa persona dejó en él su sudor? Paulino Díaz, empleado de la tienda Trender, muestra a La Silla Rota qué se hace en esos casos. “El calzado se sanitiza cuando se le entrega al cliente, para que al probárselo sienta lo húmedo y el aroma del sanitizante”, señala. “No sanitizamos el zapato cada vez que se guarda, sino cada vez que se saca para probárselo al cliente para que sepa que está sanitizado. Hoy no hemos tenido muchos clientes, pero es el protocolo que estamos manejando además de uso del tapete de limpieza para calzado y gel antibacterial para manos”, enlista.  

Luego, realiza la sanitización. “El zapato que se va a poner el cliente lo abrimos y por dentro aplicamos el sanitizante para que al final el calzado este desinfectado y se lo pueda probar”. Con un rociador pone la solución preparada con 950 mililitros de agua por 50 ml de cloro. “Ahorita lo que estoy haciendo es diluirlo en todo el zapato para que tampoco quede totalmente mojada la plantilla y el calzado no lo sienta muy húmedo y se entrega al cliente para que se lo pruebe”. Y así fue.

(María José Pardo)