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Careem, la startup que vence a Uber en Medio Oriente

A diferencia de Uber, Careem no busca conquistar el mundo y mientras su competidor ofrece helado gratis, esta startup árabe envía ovejas sacrificadas a domicilio

Escrito en DINERO el

En el Día de San Patricio, Uber ofreció a sus clientes en Estados Unidos la opción de pedir un gaitero para un recital breve, un truco de marketing que siguió a otras entregas extravagantes para diferentes ocasiones —cachorros para el Puppy Bowl del domingo del Super Bowl, árboles de Navidad y helado en verano—, pero a partir de ahora, los sacrificios de ovejas no forman parte del repertorio de Uber. Ésa es la única área en la que Careem, su principal rival en Medio Oriente (con exclusión de las startups israelíes) y el único unicornio de la región, ha superado a Uber en la carrera por el liderazgo regional.

En septiembre de 2016, Careem ofreció ovejas, sacrificadas de acuerdo con la ley musulmana, a clientes en Riyadh, Arabia Saudita. Fue una jugada diseñada para simplificar una tradición relacionada con la celebración de Eid al-Adha que requiere que la gente visite una granja local para comprar una oveja o cabra, llevarla a casa de alguna manera, sacrificarla y repartirla entre amigos, familiares y necesitados. “Las conseguimos, las sacrificamos y luego las entregamos en cajas”, dice el fundador de Careem, Mudassir Sheikha, un paquistaní educado en Stanford, de 39 años, con la obsesión de un ingeniero por optimizarlo todo. Careem se aseguró de que la carne se dividiera según la costumbre: una caja para el cliente, una para su familia y amigos, y otra para la caridad. Después de que algunos clientes dijeron que querían ovejas vivas para que sus hijos pudieran jugar con ellas antes del sacrificio, Careem movilizó una flota de camionetas para cumplir sus deseos.

El enfoque obsesivo de Careem en las demandas únicas de la gente de la región, su geografía y su infraestructura (o la falta de ella) le ha ayudado a permanecer por delante de Uber en países que van desde Marruecos hasta Pakistán. Sheikha espera que el enfoque haga de Careem “el mayor movedor de seres humanos y cosas en Medio Oriente”. Mover a la gente es una oportunidad lo suficientemente grande: La región tiene una población de 700 millones, con el potencial, según Sheikha, de entre 150 millones y 200 millones de viajes al día.

En cinco años, Careem ha acumulado 10 millones de usuarios registrados en 60 ciudades en 11 países, probablemente más alto que Uber, que llegó a la región tarde. Unos 250,000 conductores de contratistas, llamados capitanes, trabajan para Careem, y el número de pasajeros ha crecido a una tasa mensual de 25% durante los últimos dos años. La compañía privada es tímida al discutir los números, diciendo solamente que los ingresos anuales están en los “cientos de millones” de dólares y los beneficios vendrán en “un año o dos, máximo”.

Careem afirma haber incluso entrado en Dubai y varias ciudades de Arabia Saudita. Sheikha y su cofundador sueco, Magnus Olsson, a quien conoció mientras ambos trabajaban como consultores en McKinsey, comparten una participación de dos dígitos en Careem, la primera empresa de renta variable de Oriente Medio en alcanzar una valoración de 1,000 millones de dólares. Llámalo un “unicamello”, bromea Sheikha desde su cuartel general en un reluciente rascacielos en Dubai, justo a unos metros de la sede regional de Uber.

Sheikha espera que la compañía deje atrás rápidamente a la infraestructura de transporte tradicional en el mundo árabe, al igual que los teléfonos inteligentes lo hicieron con las líneas fijas en gran parte del mundo en desarrollo. El transporte público en la región es terriblemente subdesarrollado, y aunque algunos gobiernos destinan dinero a las carreteras, la propiedad de automóviles es baja: en Estados Unidos 80% de las personas posee un coche, comparado con el 40% en Arabia Saudita, el 5% en Egipto y menos de 2% en Pakistán. En Arabia Saudita es peor para las mujeres, ya que el gobierno se niega a emitirles licencias de conducir.

Y aunque Uber no es nada si no un competidor agresivo, y uno que goza de una inversión de 3,500 millones de dólares del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita, Careem goza de una ventaja relevante: haber hecho la primera jugada. Cuando Uber llegó a Dubai, en agosto de 2013, Careem había llevaba en la región un año. Los 8,800 millones de dólares que Uber —que está valuada en 70,000 millones— ha levantado en capital de riesgo, empequeñece los 425 millones que Careem recibió de la empresa estatal Saudi Telecom y de la potencia japonesa de comercio electrónico Rakuten, pero Careem está haciendo un mejor trabajo dando a los conductores lo que necesitan: Mapas y centros de llamadas dedicados.

Uber y Careem se beneficiarán de una bonanza inesperada: Donald Trump. Debido a las políticas del presidente estadounidense —incluyendo su intento de imponer restricciones a las visas de ciudadanos de seis países de mayoría musulmana— un creciente número de ingenieros y ejecutivos nacidos en la región y entrenados en Silicon Valley están dispuestos a volver a casa. En los últimos seis meses, alrededor de 15% de las nuevas contrataciones de ingenieros de Careem han sido repatriados del Valle. Se unen a Sheikha, que fue a Stanford y pasó ocho años en las empresas de Silicon Valley, y un cuarto de sus ejecutivos, que recibieron su formación en iconos de la meca tecnológica, como HP y Facebook. Ingenieros en Estados Unidos citan “la nueva administración del gobierno como un gran factor que impide que tengan una charla con nosotros”, dice la gerente de adquisición de talento de Careem, Nicki Hague.

Por supuesto, regresar a Medio Oriente también significa aceptar algunos hechos morales: La prohibición de las mujeres para conducir en Arabia Saudita, aunque es desagradable para muchos profesionales educados en EU, ayuda a Careem. Cerca de 80% de sus clientes saudíes son mujeres, y las mujeres representan el 60% de su base total de usuarios. “Somos su medio de transporte en el reino”, dice Sheikha.

Sheikha y Olsson comenzaron Careem en 2012 mientras eran colegas en McKinsey. Todo empezó con una experiencia cercana a la muerte de Olsson, quien había sufrido un derrame cerebral mientras asistía a un seminario de alta dirección en Cambridge, Inglaterra, a sus sólo 29 años. Después de una cirugía de salvamento en Estados Unidos, voló a Tailandia para sentarse en silencio con los monjes budistas y reevaluar su vida. “Necesitaba construir algo, y tenía que ser grande y significativo”, dice.

Olsson, que es propenso a monólogos serios acerca de dejar ir el miedo, fue educado en la prestigiosa Universidad de Lund de Suecia y habla árabe. Se estableció en Abu Dhabi después de reunirse con su futura esposa palestina en un puesto de trabajo. Él dejó a McKinsey mientras Sheikha tomó una licencia de ausencia, y los dos hicieron tormentas de ideas en cafés a través de Dubai y de Abu Dhabi. Ellos descubrieron que el transporte era un problema regional gigantesco que los había afectado durante su trabajo de consultoría. Mientras que cada uno tenía un conductor personal en las ciudades que visitaban con frecuencia, la mitad del tiempo el conductor no estaba disponible y enviaba a un hermano o primo que a menudo no conocía el camino. “Regateas el precio final y pagas en efectivo”, dice Olsson. “La experiencia a veces resulta una absoluta locura.”

La pareja comenzó Careem, que significa “generoso” en árabe, como un servicio de reserva de automóviles para clientes corporativos, trabajando en una sala de 45 metros cuadrados en Media City, un centro de trabajo libre de impuestos para las empresas en Dubai. Sus usuarios comenzaron poco a poco a reservar Careem para viajes personales al aeropuerto. Las mujeres comenzaron a usarlo para llevar a sus hijos a la escuela, y Careem se convirtió en un servicio más amplio y orientado al consumidor.

En sus primeros días, Careem tuvo que lidiar con mapas incompletos y confusión acerca de direcciones; los residentes de Dubai son más propensos a darle el nombre de una torre local que de una calle, mientras que en Pakistán una “casa” podría ser la “segunda construcción después de la tienda”, dice Wael Nafee, jefe de producto. Cuando la Jumeirah Village Triangle, una gran zona residencial en Dubai con cientos de ocupantes, apareció como un espacio en blanco en Google Maps, Sheikha envió a sus empleados allí con teléfonos para registrar con sus GPS tantos lugares como pudieran. Careem ahora tiene un equipo dedicado para hacer lo mismo en toda la región, ya que construye su propia base de datos de ubicación. “Puede que los mapas de Google y Nokia sean excelentes, pero en esta parte del mundo apestan”, dice Nafee.

A diferencia de Uber, Careem no busca la dominación global. Su enfoque local —al igual que el de otros clones de Uber como Didi en China y Ola Cabs en la India—, combinado con el conocimiento de Silicon Valley, puede pagar en el largo plazo. Mientras que Uber claramente se beneficia de un cierto factor de frescura con los millennials de la región, Careem lo ha empañado con una campaña de redes sociales y videos satíricos en YouTube (un comercial es una falsa telenovela). “Estamos construyendo para el largo plazo”, dice Sheikha, “e inshallah [si Dios quiere] esto va a durar por muchas décadas y siglos por venir”.

lrc