El brote de la nueva enfermedad por coronavirus ha causado ya un alto costo en vidas humanas, pues a medida que el virus se propaga por el planeta, la pregunta es ahora si se pueden proteger las vidas de las personas y detener los daños económicos.
La respuesta es sí, pues sabemos que una acción firme, coordinada y rápida marca la diferencia cuando la economía mundial enfrenta una amenaza común.
Por ejemplo, diversos países han anunciado programas de estímulos, reduciendo las tasas de interés y tanto el Grupo Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional han dado a conocer grandes paquetes de asistencia financiera para ayudar a los países a afrontar la crisis sanitaria y limitar los perjuicios económicos.
Esto, debido a que en las próximas semanas, todos los países deberán tomar medidas de políticas concretas para proteger a sus poblaciones y reducir los daños a sus economías por el coronavirus.
Y aunque nadie puede predecir de manera fiable el impacto económico total, debido a que no se sabe la duración del brote, la cantidad exacta de países afectados y la magnitud de la movilización y manutención de una respuesta normativa rápida, coordinada y concertada, esto tendrá consecuencias preocupantes para los países en desarrollo.
Es por eso que para hacer frente a estos desafíos será necesario que los gobiernos eviten las políticas proteccionistas, que podrían empeorar las alteraciones en las cadenas de valor mundiales y aumentar los ya elevados niveles de incertidumbre.
Por su parte, los países en desarrollo deben aumentar el gasto en salud, fortalecer las redes de protección social, apoyar al sector privado y contrarrestar las alteraciones de los mercados financieros.
(María José Pardo)