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Huaquechula, el camino hacia la muerte que dejó oro tras el sismo

Cuenta “la leyenda” que el sismo del pasado 19 de septiembre no sólo dejó muerte y destrucción en Huaquechula, también riqueza

Escrito en ESTADOS el

Puebla (La Silla Rota).- Cuenta “la leyenda” que el sismo del pasado 19 de septiembre no sólo dejó muerte y destrucción en Huaquechula, también riqueza.

Del templo franciscano de San Martín de Tours del siglo XVI sacaron tres cubetas con objetos de oro que pudieran ser utilizadas para la reconstrucción y ahora son resguardas por autoridades municipales.

Al caminar por las calles del pintoresco pueblo ubicado a una hora de la capital poblana, sus visitantes observarán 39 altares y de paso, casas destruidas por el temblor del 19s. Así como una ofrenda especial a los fallecidos en el sismo, ninguno de este lugar.

La preocupación económica que enfrentan por la reconstrucción de sus viviendas pudo esperar, lo importante para los quechuleños es recibir y agradar a los difuntos.

Los habitantes de Huaquechula que significa “lugar de águila de hermoso plumaje”, colocaron altares, ofrecen mole, pipián y por la noche, todo el que llega podrá saborear el pan de sal característico de la zona y un buen trago de café o chocolate.

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Tienen la esperanza de que sus muertos disfruten estos días que regresan a la tierra.

El 28 llegaron los fallecidos en accidentes, el 31 los niños y el primero, los adultos, muertos de manera natural.

 

El dos de noviembre, ya reunidos todos, vivos y difuntos, se preparan para llenar el panteón con flores y sahumar las tumbas. Será el momento de la despedida.

Desde el 28 de octubre, en punto de las dos de la tarde suenan campanas y van por sus muertos al panteón para dirigirlos con un camino de pétalos de cempasúchil al banquete que les espera en casa.

A diferencia de años anteriores, ahora las almas se guiarán con el sonido de las campanas de una grabación, porque tras el temblor los campanarios se vieron afectados y el sonido puede generar problemas en los templos que aún están de pie.

“Pero los muertos son listos, no se perderán”, expresan con sonrisas en el rostro y llenos de esperanza sus familiares, quienes esperan algún tipo de manifestación para saber que los que se les adelantaron han vuelto y disfrutan del banquete.

El amor se impone

Dicen que apapachar es acariciar el alma y es justo lo que las familias de Huaquechula hacen. Sólo que esta ocasión su esfuerzo es adicional, por lo perdido en el sismo del 19s.

La colocación de cada ofrenda representa para la familia del difunto un gasto que oscila entre los 70 y 200 mil pesos, según el tamaño del altar y la comida que regalen.

“Mamá, sabemos que tu mayor deseo era que te recibiéramos en tu casa, pero colapsó con el sismo del 19/09, llevándose lo material…pero no el cariño y el recuerdo que tu familia tiene de ti. Distinguidos visitantes, disculpen por no atenderlos como se merecen, por el motivo antes expuesto. ¡Bienvenidos!”

Con esa frase recibe la hija de Elisa Merlo. La casa de la maestra fallecida en el mes de febrero a los 92 años de edad, se colapsó y a su familia le indicaron que es pérdida total.

En el altar edificado en su honor está la fotografía de Elisa Merlo a los 40 años, porque esa fue su voluntad. Su hija explicó que las imágenes de los difuntos se colocan en el primer nivel de los altares, pero con espejo. La idea es que los visitantes observan el reflejo y no las fotografías directas, para cuidar el alma de los difuntos.

En el zócalo, a unos metros de la presidencia municipal y frente al ex convento franciscano -ambos inmuebles dañados por el sismo-, colocaron el altar dedicado a las víctimas del 19s.

En Huaquechula todos los altares constan de tres niveles. En el primero se coloca la imagen del difunto, la comida y el resto de los objetos que le gustaban. Se observan panes con figuras humanas, representan a los difuntos.

Los barandales construidos con papel que rodean los tres niveles, simbolizan las fortalezas en la vida y todos los altares tienen su escalera; el camino que los difuntos recorrieron en el plano terrenal.

En el segundo nivel la imagen del santo o virgen a la que era devoto; lo ayudará a subir más rápido ante la presencia de Dios. Y, en el tercero, colocan 12 ángeles que cuidarán de su alma.

Lo anterior lo narró Berenice, estudiante de secundaria, quien durante la fiesta de los Fieles Difuntos es guía para que los visitantes conozcan las tradiciones.

Tradición costosa

Ramón Chapero desde hace tres años se dedica a la construcción de los tradicionales altares monumentales como se les conoce a las ofrendas que año con año de colocan en Huaquechula y que han trascendido fronteras.

Algunos artesanos o impulsores de la tradición como Pascual Eugenio Reyes Eustoquio han viajado a países como Canadá e Inglaterra para mostrar la importancia de la tradición quechuleña.

Ramón Chapero explicó que los altares son instalados por dos o tres personas en un promedio de dos días y negó que la construcción de los altares sea un negocio rentable.

“Los hacemos por el gusto de seguir la tradición y por el significado que tiene”, manifestó.

Los altares pueden construirse con madera, forrada en satín o nylon, según sean las posibilidades de la familia. Y, dependiendo del tamaño, se lleva al menos 50 metros de tela para forrar los tres niveles de madera.

Este año a Ramón lo contrataron para construir un altar en honor al Benemérito de la Américas, Benito Juárez, en la escuela que lleva su nombre. El inmueble se ubica a pie de carretera, a minutos de llegar a Huaquechula. 

Aún en la distancia…

Para conmemorar los 20 años de las ofrendas monumentales nombradas “Patrimonio Cultural del Estado”, en las calles de Huaquechula realizarán el Primer Festival de Muertos.

Exhibirán 25 catrinas y calaveritas elaboradas por lugareños.

Y si aún tus sentidos desean más, ya sea antes de llegar o al partir, puedes disfrutar unos momentos de los campos llenos de flores de la temporada. Los productores están cortando la flor para llevarla a los diferentes mercados de la región y de la capital.

En la carretera observarás camionetas atascadas de flores amarillas y rojas que nos recuerdan el culto que los mexicanos hacemos a la muerte.

Construyamos nuestros propios altares para honrar a los seres amados que se nos adelantaron, quizá, solo quizá, porque la única certeza que tenemos al nacer, es que un día moriremos y algunos mantenemos la esperanza, que ese día será de gozo para reencontrarnos con los seres que aún en la distancia y sin materia, siempre amaremos.

Y si no tienes a quien colocar en el altar, solo hazlo y dedícalo a las ánimas benditas, la luz de tu altar puede ayudar a que un alma salga del purgatorio y alcance la plenitud.