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Las terribles consecuencias del dopaje en la entonces Alemania Comunista

50 años después de la pesadilla del dopaje que vivieron más de 15 mil deportistas las consecuencias y el drama siguen vivos

Escrito en DEPORTES el

El 9 de noviembre de 1989 el mundo cambió. Tras 28 años separando la capital de Alemania en dos, el Muro de Berlín comenzó a ser derribado. Hace 29 años se puso fin a una época oscura par Europa y que en el deporte también dejó una profunda huella.

Mujeres que cambiaron de sexo sin planearlo, cáncer, problemas psicológicos, niños que nacieron muertos, hijos ciegos, niños con deformaciones, todo para conquistar el mayor número de medallas, reconocimiento a nivel mundial y por el uso de sustancias ilegales en el deporte. Estas fueron las consecuencias del terror que vivieron las víctimas del doping en la antigua República Democrática Alemana (RDA).

Se cumplieron 50 años desde el plan ejecutado por las autoridades de la RDA para dopar a sus atletas con fines políticos, sin tomar en cuenta su salud y con el objetivo de ser una potencia mundial en el deporte, lo cual claramente se cumplió.

Este año el gobierno de Angela Merkel anunció que se amplió el plazo hasta el 31 de diciembre de 2019 para que las víctimas de este terrorífico plan presentaran la documentación necesaria para solicitar la ayuda a la que tiene derecho tras sufrir los estragos del dopaje.

Una ayuda de 10.500 euros que se mira insuficiente para reparar el daño, y que seguramente atenderá solo a los casos más terribles. Algo lamentable para los más de 15 mil atletas que fueron víctimas sin saberlo de la trama delictiva de la pastilla azul, un esteroide anabolizante que provocó la tragedia en las vidas de los jóvenes deportistas, mientras a la RDA la convertía en una potencia mundial del deporte.

Cómo se orquestó el dopaje: El plan 14.25

Con el final de la Segunda Guerra Mundial, Alemania y su capital, Berlín, quedaron bajo la influencia de los países vencedores. La zona occidental se la repartieron entre Estados Unidos, Inglaterra y Francia, mientras que la zona oriental quedó bajo la Unión Soviética.

Tras el paso de unos pocos años, en 1949, surgió la República Democrática Alemana, se construyó el muro en 1961, se acrecentó la diferencia entre ambos bloques y fue cuando los líderes del nuevo país quisieron hacer del deporte una poderosa herramienta política.

El deporte como siempre ha sido considerado, es un arma a la hora de representar a los países internacionalmente. Las autoridades de la RDA, con Erick Honecker a la cabeza, pretendían demostrar que el socialismo era mejor. Así nació el plan 14.25, un sistema con el que se creó un método para mejorar el rendimiento deportivo con el objetivo de convertirse en una potencia.

La industria farmacéutica que suministraba las pastillas a los médicos, que a su vez las distribuían entre los entrenadores, y los entrenadores a los deportistas. Así entre 1968 hasta 1989 más de 15 mil deportistas fueron víctimas del dopaje, que desde niños se les fue suministrado como “sustancias de apoyo” o vitaminas, como les hacían creer los líderes a los jóvenes atletas.

No solo vivían militarizados, entrenando por jornadas de 10 horas, separados por sexos y deportes, aislados, además fueron obligados sin saberlo a doparse.

La pastilla azul

Entonces llegó la famosa pastilla azul, fruto del trabajo de 2 mil científicos durante una década. El esteroide se convirtió en el secreto mejor guardado. El Oral Turinabol, fabricado por Jenapharm, estaba compuesto por hormonas sexuales masculinas que desarrollaban la musculatura, aumentaban la potencia e incrementaban la agresividad.

Estas pastillas azules facilitaban el aumento considerable de la fuerza, pero que también tenían como consecuencia el cáncer, problemas en los huesos, trastornos alimenticios, infecciones en los ovarios, esterilidad, abortos y depresión entre otros problemas que sufrieron estos deportistas. Y que, además tuvieron consecuencias en la descendencia, ya que muchos de los hijos de estos deportistas nacieron con problemas de ceguera y malformaciones.

Así, la RDA de 17 millones de habitantes, logró su objetivo y se convirtió en una potencia mundial que logró 403 medallas (151 de oro) entre los Juegos Olímpicos que se disputaron en Múnich 72 y Seúl 88.

El drama sigue vivo

Después de 50 años el drama sigue vivo. En 2007 El País tuvo acceso al estudio hecho por el historiador Giselher Spitzer de la Universidad de Humboldt, en donde destacaba que “Las consecuencias del dopaje masivo de la RDA fueron muy graves”.

Spitzer entrevistó a 52 atletas para su estudio, Las cifras impactaron: un cuarto de los afectados desarrolló cáncer. El 93 por ciento presentó daños óseos. El 50 por ciento de las mujeres sufrieron enfermedades ginecológicas y, a causa de su aspecto masculino (fruto de los anabolizantes que, por ejemplo, generan bello en cara y pecho), perdieron su identidad femenina.

 

Veinte de los 52 atletas encuestados admitieron odiarse a sí mismos por su aspecto. El 38 por ciento fueron declarados psíquicamente débiles y “muchos” admitieron haber pensado en el suicidio.

El drama no solo fue para los deportistas que consumieron “vitaminas”, como les hacían creer sus entrenadores, la segunda generación, sus hijos viven actualmente terribles consecuencias.

Los hijos de atletas, como la hija de la exnadadora Jutta Gottschalk, nacieron ciegos. De acuerdo con el estudio de Spitzer, los hijos de estos atletas enferman con una frecuencia más alta que la media. Y en número de abortos entre los 52 encuestados fue 32 veces más alto que la población normal.

De Heidi Krieger a señor Krieger

Uno de los casos más impactantes de la pesadilla del dopaje, fue la historia de la lanzadora de peso Heidi Krieger. Víctima de la administración masiva de Oral Turinabol, la lanzadora de peso, cuyo mayor logro fue una medalla de oro en el Campeonato de Europa de Atletismo, vivió una situación extrema que le llevó a someterse a una cirugía de cambio de sexo, viviendo actualmente bajo el nombre de Andreas Krieger.

Nacida Heidi Krieger el 20 de julio de 1966, desde pequeña demostró capacidades atléticas. Alta, fuerte, corpulenta, con ciertos rasgos masculinos. En cuanto los entrenadores la descubrieron, la reclutaron para el club Dynamo Sports, una escuela para jóvenes atletas controlada por la Stasi, el órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana.

En cuando comenzó a obtener los primeros resultados positivos, el peso de la Stasi y de su programa de dopaje recayó en ella. Manfred Ewald, el Ministro de Deportes de la RDA, no lo dudó ni un segundo, tenían a una futura estrella y debían hacerla crecer a toda costa. Con horas y horas de entrenamiento y con todas las sustancias dopantes que hagan falta, sin importar su persona, sin importarles la joven Heidi.

A los 15 años, Heidi comenzó a ingerir su “vitaminas” por orden de sus entrenadores y médicos. La cantidad de dosis que le daban produjo un desequilibrio en su organismo femenino.

Los resultados llegaron de inmediato. Con 17 años logró dos oros en los europeos Juniors de atletismo: en el lanzamiento de disco y el lanzamiento de peso. Fue en esta segunda modalidad en donde centró su carrera y cada año iría mejorando su marca.

Su máximo logró fue el oro en el Campeonato de Europa de Atletismo de 1986 en Stuttgart. Sin embargo, su aspecto físico cambiaba a la misma velocidad que conquistaba medallas.

La espalda cada vez más ancha, el rostro cada vez más masculino, el pecho cada vez más plano, se estaba convirtiendo en un hombre. La causa de todos sus males el Oral-Turinabol, es esteroide que la haría retirarse solo cuatro años después de su oro en un Mundial, con tan solo 24 años, al no poder soportar el dolor crónico en sus articulaciones.

El sufrimiento no solo fue físico, sino también psicológico. La misma Heidi relató en a un medio alemán que en una ocasión, antes de una competencia, iba en tren junto a su madre y la señalaron afirmando que era una drag queen. Nunca más vistió con falda. Y en más de una ocasión le prohibieron entrar a los baños de mujeres, indicándole que debía hacerlo en el de caballeros.

Muchas veces, los trastornos emocionales que le producían la llevaron a no comprender su cuerpo y hasta el extremo de pensar en suicidarse. Por este motivo tomó la decisión de someterse a un cambio de sexo en 1997, como una forma de solucionar su pesadilla.