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La historia de Tonya Harding, la villana del patinaje sobre hielo en Estados Unidos

El caso más misterioso en el deporte estadounidense de los noventa: la verdad sobre Tonya Harding y el ataque a Nancy Kerrigan

Escrito en DEPORTES el

En 1994 el deporte norteamericano fue sacudido con las imágenes de la patinadora, Nancy Kerrigan, llorando de dolor y gritando “por qué a mí?”. El 6 de enero de ese año, mientras entrenaba para la clasificación de los Juegos Olímpicos de Invierno de Lillehammer, Noruega, fue atacada por un hombre que la golpeó repetidamente en las rodillas con una barra de hierro provocándole varias heridas. La pregunta que obsesionó a millones fue ¿quién?.

El mundo pensó que la agresión dejaría a Kerrigan fuera de los Juegos Olímpicos de Invierno de ese año y pondría fin a su exitosa carrera en el patinaje sobre hielo. Para fortuna de Kerrigan las lesiones no fueron de gravedad, en cambio para Tonya Harding, la protagonista de esta historia, significó el inicio de su papel de villana ante el deporte estadounidense.

Los deportistas que pagaron con sus carreras la defensa de sus derechos 

Harding se convirtió en la primera mujer americana en ejecutar un triple azel (un salto con un giro de tres revoluciones y media), considerado el más difícil, saltando a la fama en 1990, antes de que apareciera Nancy Kerrigan.

Las primeras investigaciones del ataque a Kerrigan señalaron a Tonya como la principal sospechosa y la envolvieron en un tema de conspiración, maltratos, envidia y venganza.


Es justo en Harding que se centra la película biográfica “Yo, Tonya”, en la que se cuenta la vida de la que es considerada la mayor villana del deporte estadounidense y que estuvo nominada a tres Oscar.

Los detenidos fueron Shawn Eckardt, un amigo de Jeff Gillooly (marido de Tonya Harding), la patinadora encajaba perfecto en el rol de villana. Todos, incluidos su marido, acusaron a Tonya Harding como el verdadero cerebro de la operación.

¿Y cómo no creérselo? Harding era la mayor beneficiada de la lesión de Kerrigan. De hecho logró clasificarse para los Juegos Olímpicos de Invierno en la primera posición mientras su rival seguía ingresada en el hospital.

Pero todo tomó un giro inesperado cuando el comité seleccionó a Kerrigan como segunda representante de Estados Unidos en la competencia olímpica a pesar de no haber podido participar en la preselección por estar ingresada en el hospital.

Así, ambas patinadoras representaron a Estados Unidos en la justa olímpica. Todos los medios querían retratar el reencuentro entre Harding y Kerrigan , pero no se dirigieron la palabra durante toda la jornada.

La final de patinaje sobre hielo de los Juegos Olímpicos de Lillehammer fue seguida por 48,5 millones de americanos, el tercer evento deportivo más visto en la historia de Estados Unidos.

Cuando llegó el turno de Tonya Harding, comenzó su rutina y se puso a llorar. Harding se acercó a los jueces para explicarles que tenía una bota rota. El público la abucheaba, los jueces le permitieron arreglar el imprevisto y así terminó su rutina. Minutos después tocó el turno de Nancy Kerrigan, quien brilló y fue ovacionada por el público.

A pesar de ser la favorita, Kerrigan quedó segunda por detrás de la ucraniana Osaka Baiul y se colgó la presea plateada.

Tonya Harding quedó octava. Derrotada y humillada, a su regreso a Estados Unidos se declaró culpable de obstrucción a la justicia para evitar ir a la cárcel y confesó que, a pesar de desconocer los planes de su marido para agredir a Kerrigan, sí descubrió detalles durante los días posteriores al ataque que le ocultó a la policía.

Harding aseguró que su marido, Jeff Gillooly la amenazó con matarla, años después, en 2004, confesó que Gillooly le pegaba y que tras acusarlo directamente, la violó junto con dos amigos más.

De acuerdo a El País, Jeff Gillooly vendió a la revista Penthouse una cinta de vídeo en la que mantenía relaciones sexuales con Tonya Harding durante su noche de bodas.

Tras su confesión, la Asociación de Patinaje estadounidense la despojó del título ganado en los Campeonatos Nacionales de Detroit y la suspensión de por vida.

Tras lo ocurrido, Harding se alejó de las pistas de patinaje sobre hielo, aprovechó su estatus como figura pública para participar en diferentes programas de televisión y forjar una fugaz carrera en el boxeo.

También tuvo problemas con la justicia por violencia doméstica en 2000. Sin embargo no todos la juzgan y la consideran como una víctima de los medios y la sociedad estadounidense.

Quienes la defienden hablan de los abusos que sufrió de niña por parte de su madre, quien contantemente la llamaba “fea, gorda y fracasada”; y los problemas que tuvo para competir, donde fue duramente criticada por su manera de vestir, razón por la que nunca tuvo patrocinadores, en comparación con Kerrigan.

De acuerdo a la BBC, Harding fue detenida por conducir bajo los efectos del alcohol y durante un intento de suicidio, pero hoy ha encontrado su final feliz. Se casó de nuevo y tiene un hijo, pese a que le habían asegurado que no podría ser madre.

23 años después, una película revivió a la “villana” del deporte estadounidense, con Margot Robbie como la protagonista.

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