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"Este año es el bueno", ¿Por qué la afición de Cruz Azul mantiene la fe?

Más de dos décadas sin ganar la liga, plantillas costosas, resultados negativos y una promesa que temporada tras temporada no se cumple: “Este año es el bueno"

Escrito en DEPORTES el

Gusto por los colores, cariño cultivado por años, tradición familiar, por amistades o simplemente el sueño de que se rompa la maldición de más de 22 años sin ser campeón, son algunas de las razones por las que los aficionados al Cruz Azul continúan fieles al equipo pese a un sinfín de derrotas deportivas.

El afecto es tan grande que incluso puede ser irracional e incondicional.

Más de dos décadas sin ganar la liga, plantillas costosas, resultados negativos y una promesa que temporada tras temporada parece no llegar a cumplirse: “Este año es el bueno”. A pesar de los fracasos y de que el último campeonato liguero ocurrió en 1997, los “celestes” siguen teniendo muchos adeptos en nuestro país. ¿A qué se debe este fanatismo?, ¿Por qué hay gente que le sigue yendo al club ‘cementero’?, ¿Por qué la gente sigue alentando a la "Máquina"?

(FOTO: CUARTOSCURO)

Luis tiene 31 años y apoya al Cruz Azul desde que tiene memoria. El partido más antiguo que recuerda es la final que perdieron contra el Necaxa en la temporada 1994–95 (4 de junio de 1995: Cruz Azul 0-2 Necaxa) en el Estadio Azteca y que vio cómo Alex Aguinaga e Ivo Basay le dieron su primer título a los ‘Rayos’.

Fanático de “hueso colorado”, se le nota la emoción cuando habla del equipo de sus amores. Ese del que portó la playera en la final del 2013 y que aunque le ha dado más alegrías que tristezas, no dejaría de seguir nunca.

“De ese entonces mi ídolo era Hermosillo y un poco después fue “Paco” Palencia. Ahorita yo creo que nadie. El último gran ídolo es el “Chaco” Giménez y después de él no ha llegado nadie”, comenta.

Por su parte, Reynaldo Flores, de 41, sigue a la escuadra desde los 80’s y aunque hoy no se rige por héroes, admiró a un elemento mundialista durante su infancia.

“Mi ídolo de niño fue Pablo Larios. Portero, mundialista, yo primero lo vi en el mundial y después lo vi en Cruz Azul. Me acuerdo de un partido de liguilla, precisamente en ese 86-87 que jugaron con los Tecos y se van a penaltis y Larios ataja creo que dos tiros… era mi ídolo”, explica.

Dos ejemplos de afición, dos personas diferentes, una misma afición: Cruz Azul. Los científicos dicen que esto solo es una pequeña parte de algo más grande: un cúmulo de sentimientos por personas que no son de tu familia o símbolos pero que repercuten en muchos aspectos de tu vida.

“El fanático del futbol es visto como un rito de iniciación que involucra un proceso similar al aprendizaje. Implica años de instrucción, de 'práctica', de dedicación y de demostrar su propio conocimiento en presencia de otros antes de ser aceptado por los fanáticos 'reales'”, precisa una investigación publicada por la Social Issues Research Centre (SIRC).

Después de los tropiezos sufridos en los últimos 20 años, se podría pensar que los fanáticos cruzazulinos no han vivido momentos alegres; sin embargo, esto está alejado de la realidad.

A Luis le cuesta trabajo decir el momento más feliz que tiene y lo piensa, pero se decanta por la Copa Libertadores, ya que en ese momento toda la gente se unió para apoyar al conjunto de La Noria y tiene buenos recuerdos del Estadio Azteca pintado de azul.

“Creo que no ha vuelto a pasar”, dice. “No ganamos, pero fue de los momentos más especiales… golear al River Plate… estuvo muy padre eso”.

Reynaldo coincide: “Yo creo que son varios momentos felices los que tengo como aficionado del Cruz Azul. Podría pensar que fue cómo jugó el equipo y lo que logró en la Libertadores de 2001. Aunque no fue campeón e incluso perdió en penaltis contra Boca Juniors, creo que estábamos muy orgullosos del equipo. Estuve en el estadio la vez que golearon a River y era una fiesta. Ahí sí que se desborda la emoción. He sido muy mesurado, pero reconozco que fue un momento muy lindo como seguidor”, expresa.

“Los descalabros deportivos, como los triunfos, son pasajeros porque son vicarios. Al final, en el éxito o la derrota, los protagonistas no somos los aficionados. Ni el peor sabor de boca del más enloquecido fanático cementero puede compararse con el desánimo que debe aquejar a los jugadores del Cruz Azul, publicó León Krauze en Letras Libres después de la derrota ante el América, en la final del 2013.

IDENTIFICACIÓN Y SENTIDO DE PERTENENCIA

Jaime Rivera Camino y Víctor Molero Ayala mencionan en su libro “Marketing y Futbol: El mercado de las pasiones” que en nuestra sociedad, diversos sistemas de valores se configuran mediante el deporte: los procesos de identificación colectiva, de iniciación social, de representación nacional y grupal. Las formas de ocio como actividad y como espectáculo, el compañerismo y la rivalidad, el éxito y el fracaso.

“El deporte infiere plenamente en la vida cotidiana, influye en los procesos de socialización, determina una buena parte del tiempo libre y constituye un punto de referencia clave para los procesos de identificación social de mucha gente. En diversos países y de diversas maneras, los éxitos deportivos se convierten en auténticas demostraciones sociales, o incluso en reivindicaciones populares”, se lee en dicha publicación.

De acuerdo con el texto “La afición al futbol soccer en México 2019: encuesta nacional en viviendas” realizada por Consulta Mitofsky, “la máquina” se sitúa como el tercer club favorito de los mexicanos con un 9.8% de los votos (el más seguido es el América con 32% y el segundo Guadalajara con 16%) y el cuarto con más “arrastre” mediático con un 8.8%, solo debajo de Chivas (21.7%), América y Pumas (9.7%).

Entre las figuras que han pasado por las filas de esta escuadra se encuentran Carlos Hermosillo (segundo máximo anotador histórico del futbol mexicano con 294 goles), los guardametas Óscar “Conejo” Pérez y Miguel “Supermán” Marín, Francisco Palencia, Gerardo Torrado, Juan Reynoso, César y Marcelo Delgado y el segundo mejor goleador de la Selección Mexicana, Jared Borgetti.  

Y si hacemos un balance de sus actuaciones en la Primera División Mexicana durante los últimos seis años, encontramos que estas han sido las posiciones ocupadas por el club en la tabla general dentro de ese periodo:

En seis años, Cruz Azul no ha sido el mejor equipo del torneo. Un niño nacido en 2014 no sabrá lo que es ver a los “celestes” en lo más arriba del podio salvo por el torneo Apertura 2018-2019 y si bien el último título de liga fue en 1997, hay gente nacida después de ese tiempo que adora a la institución y defiende los colores a muerte.

Una de las fortalezas del Cruz Azul es su marca y lo que genera en la gente, ya que a pesar de que sus integrantes y adeptos no han podido sonreír por los resultados en los últimos tiempos, la plantilla sigue provocando que temporada tras temporada existan individuos que compran el jersey de ese periodo y que, por ende, los “celestes” sigan generando ingresos.

En este sentido, el director de comunicación integral para el deporte (CID), catedrático de marketing deportivo en la Universidad Anáhuac, analista de negocios y deporte y consultor de la Consultoría CID, Héctor Quispe, explica lo siguiente:

“Cruz Azul es una marca grande, posicionada, con reputación, que tiene gran repercusión como entidad en el plano deportivo y social. Lo puedes ver en el análisis que hizo Consulta Mitofsky donde dice que el Cruz Azul es el tercer equipo con más arraigo después de Chivas y América.

“Las derrotas no lo hacen una entidad perdedora, porque las marcas buscan asociarse con valores y el llegar a tantas finales implica competitividad. En eso es exitoso el club.

“Otra cosa que importa es el palmarés, los títulos ganados, que es como un Currículum Vitae. América y Chivas tienen muchos adeptos por ello, pero el Cruz Azul, a pesar de ser el equipo con más finales perdidas, es de primer nivel.

“Un símil en el futbol americano son los Vaqueros de Dallas, que no son triunfadores en su palmarés de los últimos tiempos, pero representan la marca más poderosa de la NFL”, recalca Quispe.

EL PODER DEL AFECTO

Nostalgia: Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una pérdida. El pasado 7 de diciembre se cumplieron 22 años desde que el Cruz Azul consiguió la octava liga de su historia. Lo hicieron luego de vencer 1-0 al León en el Estadio Azul y empatar a un tanto en el Nou Camp con tantos de Benjamín Galindo (en el partido de ida) y Carlos Hermosillo (en la vuelta).

¿Por qué las personas siguen entusiasmadas con algo que no ha ocurrido en mucho tiempo? ¿Por qué la gente sigue esperando que Cruz Azul repita esa hazaña?

Margarita Cerviño Bárcena, psicóloga deportiva del Comité Olímpico Mexicano, explicó para SuMédico.com que la gente se aferra a esta ilusión de ver triunfar al club de sus amores y sigue creyendo que “este año es el bueno” debido a la ilusión.

“La afición (del Cruz Azul) se aferra por la esperanza. Porque piensa que puede superar esos obstáculos y poder decir “al final tuve la razón”, menciona la especialista sobre soportar 22 años de burlas a la afición porque su club no consigue el título de liga.

“El ser humano tiene esta condición particular. Cuando te ‘casas’ con un equipo, no lo abandonas, aunque pierda, porque no eres una persona que abandona. Eres una persona leal”, comenta Cerviño, quien también funge como psicóloga deportiva del Centro Paralímpico Mexicano y es miembro del staff de Performance Zone.

Para la especialista, una de las razones por las que apoyamos a un combinado es porque en algunos casos desde bebés se nos inculca el cariño hacia una institución y las reacciones de nuestros padres debido al resultado nos genera empatía con los equipos.

“Una de ellas puede ser porque ya es genético. ¿Por qué digo esto? No me refiero a una cuestión de genes, sino a que cuando tú naces, la piyama que te ponen, la cobija que te dan, la camisa que te ponen es del equipo de la familia. Y entonces hay una transferencia del afecto también, no solamente hacia ti, sino hacia las preferencias que se tienen.

“Otra puede ser porque los equipos generan mucho afecto y la respuesta de la familia es muy emocional. Si ganan, se acaban los problemas en el mundo. Cuando la familia tiene una respuesta tan emocional frente a que gane alguien, eso hace que también el vínculo afectivo y lo que te provoca cierto bienestar, se lo heredes a tus hijos”, explica la especialista del COM.

Quispe, a su vez, destaca que el conjunto que tiene sus instalaciones en Xochimilco puede relacionarse con el representativo nacional de nuestro país:

“Si lo vemos por ese lado, Cruz Azul es parecido a la Selección Mexicana, porque en cada mundial estamos pensando que vamos a pasar al quinto partido. “Este año es el bueno”, dicen los aficionados del club y la gente se identifica; además, pese a haber ganado solo un título en 40 años, mantiene un alto valor como marca y sus playeras son de las más vendidas en el país.

“En ese sentido me parece un acierto de Joma porque el tema del arraigo el club lo ha sabido manejar muy bien. Los patrocinadores se acercan al nivel de compromiso porque se traduce en ventas”, reconoce el especialista.

Incluso, advierte Quispe, que el equipo puede ser “chico” por lo que no ha ganado, pero que el club es grande. “Cruz Azul es taquillero”.

 

De acuerdo con Cerviño, el ser aficionado también tiene que ver con el sentimiento de querer ser parte de algo.

“Quieres ‘empatarte’ con las otras personas a las que tú admiras y cuando estás pequeño, va un poco por el tema de la imitación. Cuando eres adolescente, pasa a formar parte de la aceptación porque cuando te encuentras en esta etapa y estás con un grupo, quieres ‘estar a la par’ con ese conjunto”, ejemplifica la especialista.

El afecto (por un club) es tan grande que es irracional. Tú lo que piensas es “van a hacerme realidad mi sueño de ser campeón”, aunque yo no toque el balón”, dice la psicóloga.

“Yo tengo la idea de que no le voy al Cruz Azul porque mi papá le va al Cruz Azul. Supongo que sí me lo inculcó, pero no lo asocio ahí. Según yo, nació de mí”, argumenta Luis.

Reynaldo difiere: “Nadie de mi familia le va al Cruz Azul. Soy el único. Empecé a ver futbol con mi papá a mediados de los ochenta. Mi padre le va al Necaxa y yo heredé ese equipo, pero en ese entonces, en el 86, estaba peleando el descenso y a mí no me gustaba que perdieran. Tendría alrededor de ocho años cuando vi al Cruz Azul y me gustó. Sin tener algún antecedente familiar o de amigos, decidí irle y desde entonces tengo 33 años yéndole”, recuerda.

¿Cómo es que un grupo que hace enojar tanto a sus aficionados por su pésimo funcionamiento y terribles resultados los motiva a seguir comprando los nuevos jerseys y a continuar viendo sus partidos? Esto también tiene una respuesta…

CRUZ AZUL, ¿UNA LOVEMARK?

Una Lovemark es una estrategia de marketing que se usa para posicionar un producto en la mente del consumidor por medio de vínculos asociados al comportamiento de su público.

Decía Kevin Roberts, el creador de este término, que para que una marca pueda sobrevivir necesita crear lealtad más allá de la razón, siendo esa la única forma en la que podrán diferenciarse de las millones de marcas que no destacan tanto.

“El secreto está en el uso del misterio, la sensualidad y la intimidad. Del compromiso con estos tres poderosos conceptos surgen las Lovemarks, que son el futuro más allá de las marcas”, explica Roberts.

Misterio: si tu público sabe todo de ti, no habrá lugar para que les estimules la emoción, la sorpresa y el asombro.

Sensualidad: La marca debe ser capaz de seducir a su público para generar expectativa o necesidad de conocer a la marca.

Intimidad: La marca debe ser capaz de conseguir una relación íntima con sus seguidores y consumidores, como si fuera una relación de pareja.

“Lo que sucede es que en realidad no se vende el futbol, tampoco un producto ni un servicio parecido, se vende la sensación que transmite la marca”, comenta Quispe.

El especialista en marketing, destaca que una lovemark provoca que los clientes se vuelvan fans o sea fieles seguidores. Y un fan consume más que el resto de los clientes.

“El 80% de la decisión de compra se debe a las emociones, para coincidir con el refranero mexicano en que ‘donde manda el corazón no gobierna la razón’. Justo aquí es donde se anida el esférico, donde se posiciona y sacude las mallas”, escribió en su artículo “El Tri: Un mal producto que vende muy bien”, publicado el 25 de octubre de 2013 en la revista Forbes.

“Cuando amamos, aumenta el valor subjetivo de ‘eso’ o ‘ello’, y se convierte en un patrimonio entregado por los consumidores. Si una marca enamora, los fans son followers incondicionales.

“No le veo fin a una serie de malas decisiones que nos han llevado a estar donde estamos”, lamenta Luis.

Decía Eduardo Galeano que el fanático es el hincha en el manicomio, que llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Para Luis, sin embargo, un buen seguidor de la institución cementera debe tener otras cualidades:

“Un aficionado del Cruz Azul debe tener mucho ‘aguante’. He visto amigos que han cambiado de equipo y yo como aficionado a muchos deportes siento que no haría eso. Creo que la convicción de irle va más allá de que si gana o no gana. Creo que el ‘resistir’ es algo que distingue al aficionado del conjunto, al igual que la clase. Creo que son seguidores muy serios, pero que se comportan, que tienen el amor por la camiseta pero que en ningún momento sobrepasan eso”, explica Luis.

A pesar de haber tenido en varias ocasiones uno de los planteles más caros del certamen, los resultados no los han acompañado. En los últimos seis años, los cementeros han figurado dos veces en lo más alto de la tabla (Clausura 2013-2014 y Apertura 2018-2019) y tres veces en el Top 5 de la justa (Apertura 2013-2014, Clausura 2018-2019, Clausura 2019), llegando a la final en un par de ocasiones: Clausura 2013 y Apertura 2018.

La suerte no les ha “sonreído” en ninguna de esas dos disputas.

“Creo que el momento más doloroso (que he vivido) ha sido la final del 2013, que perdimos contra el América. La verdad no recuerdo tal vez ni siquiera un momento más triste en mi vida. O sea, sí han pasado cosas feas, pero esa vez me cayó como ‘balde de agua fría’. No me la podía creer. Y desde que nos empataron. Incluso porque hubo todavía tiempos extra y penaltis. Yo ya estaba mal. Estaba perdido. Incluso llegué el otro día a trabajar el siguiente día y no quería hacer nada. Estaba destruido. Es el momento más duro. De toda la serie de cosas que le han pasado al equipo y sobre todo a los aficionados, creo que fue lo peor. El momento fue demoledor”, rememora Luis con tristeza.

Reynaldo se encontraba detrás de la portería donde las ‘Águilas’ empataron el duelo y recuerda que ese fue un instante desalentador:

“Estuve en el estadio, me encontraba atrás de la portería donde pasó todo y sí fue un momento muy amargo. El equipo iba ganando 2-0, volteé a ver la pantalla y faltaban dos o tres minutos para que acabara el tiempo reglamentario. Por mi mente pasaron todas las finales que había perdido Cruz Azul. Sentía que por fin se me hacía justicia a mi afición y todos los sinsabores que da el futbol; pero todo se vino abajo. Como una película pasaron por mi mente todas las derrotas del equipo… Parecía que ese momento de gloria ponía fin a una historia de descalabros, pero fue todo lo contrario”, recuerda.

Después de esa final, Reynaldo castigó al equipo. “Si bien siempre he considerado que las cosas importantes de mi vida están fuera de una cancha de futbol, decidí no volver a ver una final de Cruz Azul”, explica.

“Las derrotas deportivas construyen carácter. De la larga lista de sinsabores en la vida, estos, los que provienen de la filiación deportiva, son los más nobles, por inofensivos. La manera de aprovecharlos es aceptar que, a cualquier edad, un descalabro instruye mucho más que la repetición del triunfo. No se me ocurre una lección más fundamental que aprender a levantarse después de una caída”, escribió león Krauze en aquel artículo para Letras Libres. 

¿Por qué la gente le sigue yendo al Cruz Azul?

Para conocer la respuesta, además de entrevistar a los especialistas, se realizó una encuesta en Facebook y se eliminaron las réplicas de “burla” o “broma”. Estos fueron algunos de los comentarios:

“Pues en mi caso desde niña me llevaban al estadio azul y crecí ahí y pues me fue gustando y le fui agarrando cariño al equipo, decidí continuar con eso! Jaja” – Amel –

“Es un equipo protagonista, Le voy desde que subió a primera división, fue campeón varias veces, y no podría irle a otro equipo. No soy “villamelon” – Alejandro –

“Yo creo que le van al Cruz Azul por tradición y por el lugar donde radican. En Hidalgo hay mucho cruzazulino” – David –

“Una forma de vivir como aficionado del Cruz Azul es tener momentos en los que no esperas nada. No lo voy a dejar de apoyar y seguramente veré muchos juegos de la temporada, pero ahorita no espero nada del conjunto”, comenta Luis.

Y Reynaldo remata: “No sé porque le sigo yendo al Cruz Azul, pero sé que lo voy a seguir apoyando. No escondo mi afición, no le digo a nadie que no le voy al club.

¿Por qué le sigo yendo a pesar de todo?, la realidad es muy difícil la respuesta. Siendo honestos, o siendo racionales, no hay un porqué. Hay más argumentos para dejarle de ir. Con las derrotas y las crisis deportivas de la ‘máquina’, sería más fácil decir “ya basta”, pero uno está ahí y uno va a seguir ahí como aficionado.

No voy a cambiar, aunque me hagan burlas, le voy a seguir yendo. Aunque no ganen nada. Si me preguntan en diez años, en veinte: “¿A qué equipo le vas?”: le voy al Cruz Azul. Simplemente sé que le voy con todas sus consecuencias”.