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Crimen, corrupción y sexo, ejes de la conspiración del 68, trama de “Un extraño Enemigo”

El thriller político que lanzó Televisa en la plataforma Prime Video de Amazon debuta justo al cumplirse 50 años de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco

Escrito en NACIÓN el

Este martes 2 de octubre debutó en la plataforma Prime Video de Amazon la serie de Televisa titulada “Un extraño enemigo” que recrea hechos reales en ficción y referencias de personajes de la vida política nacional en el contexto del verano de 1968, previo a la matanza estudiantil.

El thriller político tiene como personaje central a “Fernando Barrientos”, quien en la impresionante interpretación de Daniel Giménez Cacho da vida a Fernando Gutiérrez Barrios, exdirector Federal de Seguridad (DFS).

La DFS fue la agencia de inteligencia del gobierno mexicano dependiente de la Secretaría de Gobernación, que fue creada durante la administración del presidente Miguel Alemán Valdes y cuya función era recabar información de actividades subversivas o terroristas en el territorio nacional. A lo largo de su historia fue acusada de ser un instrumento del gobierno mexicano para espiar a políticos de oposición y de llevar a cabo prácticas violatorias de los derechos humanos.

Por ella también pasó como director Miguel Nassar Haro, que en los años 70 fue acusada junto con el ejército mexicano de ser responsable de detenciones ilegales, desapariciones forzadas y asesinatos.

ESPISODIO 1 COMANDANTE

Como parte de la rememoración de los hechos a 50 años de la matanza de Tlatelolco, la nueva serie producida por Amazon en colaboración con Televisa, “Un extraño enemigo” nos adentra a la personalidad de “Fernando Barrientos” (Daniel Giménez Cacho), cabeza de la Dirección Nacional de Seguridad (DNS) durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz que en la vida real encabezó Fernando Gutiérrez Barrios.

Al final del primer episodio de ficción se revela al personaje de Giménez Cacho como el responsable directo de los sucesos del 2 de octubre del 68.

Por tratarse del inicio de la serie, en el desarrollo del primer capítulo se contextualiza al espectador con las personalidades y el juego de poder existente en la cúpula política de ese entonces.

Por ello, aparecen en pantalla Gustavo Díaz Ordaz (Hernán del Riego), presidente de México; Luis Echeverría (Antonio de la Vega) y Alfonso Corona Del Rosal (Fernando Becerril), regente del Distrito Federal (ahora Ciudad de México). Los dos últimos en disputa por la sucesión en la silla presidencial de Díaz Ordaz, con clara ventaja para Del Rosal.

Es cuando entra en juego Barrientos, quien cuenta con una alianza política con Echeverría, y otro personaje principal de la historia: la lucha de intereses. Al ver amenazado su futuro con la iniciativa de Del Rosal de cerrar las operaciones de la DNS. Sin embargo, tras un atentado en las obras de construcción del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México, Barrientos aprovecha la oportunidad para acercarse al regente capitalino y asegurar su lugar en la administración siguiente con la incriminación de dos trabajadores inocentes a mano de Navarro (Roberto Duarte), personaje que alude a Miguel Nassar Haro.

El incumplimiento por parte de Del Rosal para frenar en el pleno el cierre de la DNS, orilla a Barrientos a acercarse nuevamente a Luis Echeverría para proponerle un nuevo enfoque para su campaña presidencial, en una escena donde de fondo suena Sympathy For The Devil de la banda Rolling Stones.

EPISODIO 2 ESTUDIANTES

La escena muestra a un grupo de jóvenes celebrando el aniversario de la Revolución Cubana en el Hemiciclo a Juárez, según narra el reportero Miguel Gutiérrez. En tanto, Alicia (Ana Clara Castañón), Antonio (Juan Pablo de Santiago) y Beto (Krystian Ferrer) discuten porque los estudiantes del Politécnico decidieron ir a otra marcha, a pesar de que hubo una votación, para protestar por el arresto de estudiantes en la preparatoria Isaac Ochoterena.

“Lo que están esperando los granaderos es que vengan los pinches porros del Poli hagan su desmadre y nos callen a todos la boca a madrazos”, dice Beto.

Antonio le responde a Beto que gracias a él están ahí acompañando a los cubanos, porque ellos con sus ideas y sus pistolas sí lograron las cosas. Luego viene una arenga para ir al Zócalo.

Fernando Barrientos (Daniel Giménez Chacho) interpreta a Fernando Gutiérrez Barrios, en aquél entonces jefe de la Dirección Federal de Seguridad (DFS). En la escena platica con su esposa Esperanza Barrientos (Karina Gidi). “Mucho revoltoso”, dice el primero, en relación a la manifestación que se lleva a cabo.

Enseguida sale un grupo de granaderos y su líder les pide tener mucho cuidado con las pedradas porque no quiere descalabrados. “La orden es arrestar a todos los que estén haciendo disturbios, sin importar si son estudiantes o porros”, dice.

Luego se ve un enfrentamiento entre porros, estudiantes y policías, mientras Beto persigue a Alicia quien se ve envuelta entre los disturbios.

Barrientos escucha en la radio cómo los granaderos intentan contener a estos grupos que causan disturbios, mientras su esposa atiende al teléfono. “Es Echeverría, tenías razón, marcó el directo, no su secretaria”, le dice.

“Buenas noches señor secretario, sí, ¿en 15 minutos?”, la responde Barrientos a Luis Echeverría (Antonio de la Vega), en ese entonces secretario de Gobernación.

“Cuantas veces les dije que era un riesgo autorizar dos marchas al mismo tiempo Alfonso”, en referencia a Alfonso Corona del Rosal (Fernando Becerril), entonces regente del Departamento del Distrito Federal.

Barrientos acude a la reunión con el procurador García Rivera (Alejandra Cuétara), Marcelino Barragán (Emilio Herrera), titular de la Sedena, el propio Echeverría y finalmente Gustavo Díaz Ordaz (Hernán del Riego).

“¿Por qué están los granaderos otra vez en la calle? ¿Va a ser costumbre sacarlos cada dos días?”, interroga el presidente.

Alicia, Antonio, Beto y Lalo (Luis Anza) discuten del por qué fracasó la manifestación. En tanto Beto les dice que hay que aprovechar las Olimpiadas, porque vendrá mucha prensa extranjera y a eso no los pueden callar.

Echeverría y Barrientos hablan mientras el  segundo conduce. “Corona del Rosal no tarda en echarse para atrás, ahorita dice que quiere paz, pero no tarda en salirle la mano dura”, dice Echeverría. Barrientos le responde que lo hará, pero muy por abajo del agua, porque no quiere ensuciar la ciudad olímpica del presidente Díaz Ordaz dos meses antes de que empiecen los juegos.

“No me gusta nada esto, toda esa gente en las calles, cuándo se había visto, Esos porros delincuentes afuera no los vamos a poder controlar”, dice Echeverría.

Barrientos le dice a Echeverría que los estudiantes están desorganizados, pero que una vez que estén unidos servirán para sus fines, y que si Corona del Rosal desea tener mano dura, Echeverría debe aparecer ante Díaz Ordaz como el que quiere el orden. “Yo me encargo de crear el caos”, dice el titular de la DFS.

“¿Y a esos quién los une?”, pregunta Echeverría. “El rector (Javier) Barros Sierra”, contesta Barrientos.

Barrientos cita al director de un diario llamado Nuestra Nación y lo instruye para que en la portada de una nota chica de los disturbios, y en páginas centrales un amplio artículo sobre el rector Barros  Sierra.

Díaz Ordaz ve al día siguiente el diario y parece no gustarle la edición. En tanto, una serie de llamadas falsas de amenaza de bomba a escuelas estadounidenses generadas desde el mismo gobierno pone en jaque a los diplomáticos de Estados Unidos, quienes le reclaman al presidente.

Los estadounidenses la exigen a Díaz Ordaz seguridad para las olimpiadas y control sobre los estudiantes de la UNAM, e incluso le ofrecen tropas por si las necesita. Marcelino Barragán explota y dicen que no es necesaria la ayuda, mientras el presidente reitera que siempre han controlado a los estudiantes. Acto seguido, Díaz Ordaz le pregunta a Echeverría por qué le preguntan por la UNAM, y el secretario le responde que porque algunas facultades se fueron a la huelga.

Corona del Rosal rechaza que haya informes oficiales de ello, pero Echeverría lo contradice diciendo que en el transcurso del día habrá un pronunciamiento. “Me extraña que no lo sepa”, le dice con sarcasmo.

Díaz Ordaz manda llamar a Barros Sierra (Arturo Echevarría), de quien revisa su expediente antes de recibirlo. El presidente le da un severo sermón al rector Barros Sierra, en el que le exige controlar a los universitarios, ante una visión diferente del titular de la UNAM, que le plantea que los jóvenes sólo quieren ser escuchados. Díaz Ordaz dice que no quiere ni un camión quemado más.

Barros Sierra logra hacer que el paro termine, pero eso no le agrada a Barrientos, quien pone en marcha un plan para provocar al rector.

Lalo y Antonio son interceptados por judiciales federales. El segundo es llevado a la presencia de Barrientos. Antonio resulta ser un agente infiltrado de la Dirección Federal de Seguridad, y repentinamente, un agente le mete un balazo en la cabeza.

El cuerpo de Antonio es colocado en el coche de Alicia, quien llega con Beto y descubre el cadáver.

Barros Sierra acude a reclamar a Echeverría, y dice que la muerte de un líder estudiantil es la excusa perfecta para que todo explote.

Corona del Rosal dice que el joven fue torturado y tenía un tiro en la cabeza, y acusa directamente a la DFS, pero Barrientos afirma que el examen no muestra huellas de tortura y que todo indica que fueron agentes de la procuraduría capitalina.

“Vamos a ver si el señor tiene razón y esto revienta, ¿no?”, dice Echeverría a Barrientos.

La movilización comienza y la huelga estalla. Emilio Martínez Manatou (Javier Díaz Dueñas), secretario de la Presidencia, informa a Díaz Ordaz que 250 mil estudiantes están en paro. “Estos me quieren dejar sin opciones”, dice el presidente. Martínez Manatou responde que “siempre hay opciones”.

Se da la toma de la Prepa 1 UNAM, en San Idelfonso. Echeverría pide a Corona del Rosal actuar, mientras el regente alerta que meter tropas sería violentar la autonomía universitaria. Se da el bazucazo para ingresar a las instalaciones.

Barros Sierra da un mensaje en la UNAM en el que dice que defenderá la autonomía universitaria, pedirá la liberación de los detenidos, y no caer en provocaciones.

En mingitorios, sale a la luz que Beto también es un agente de la DFS como Antonio, cuya muerte, le dice Barrientos, era necesaria.

EPISODIO 3 “A LA CALLE”

El tercer capítulo de la serie “Un extraño enemigo”, que ha presentado Prime Video de Televisa con el tema del movimiento estudiantil de 1968, se titula “A la calle”. En esta entrega, los estudiantes establecen el Consejo Nacional de Huelga.

Con la ayuda de un infiltrado de Barrientos en el mundo estudiantil, consiguen llevar a cabo la primera marcha civil masiva, un hecho jama´s visto en el pai´s, poniendo en jaque al gobierno de Di´az Ordaz.

Durante una conversación sobre una salida pacífica al conflicto estudiantil, el secretario de la Presidencia, Emilio Martínez Manatou (Javier Díaz Dueñas), propone al secretario de Gobernación, Echeverría (Antonio de la Vega), que trabajen en conjunto. Esta conversación es escuchada por el comandante Fernando Barrientos (Daniel Jiménez Cacho) y propone “caldear” los ánimos del movimiento para dificultarles las cosas.

Por su parte, el presidente Díaz Ordaz (Hernán del Riego) acepta que está solo, que su gabinete está fuera de control y que “se le pasó la mano” con los tanques.

Mientras tanto, los estudiantes trabajan en una propuesta para el pliego petitorio. Durante las discusiones, porros del IPN interrumpen la sesión, provocando a los estudiantes y causando una pelea.

El Emilio Martínez y el secretario de Gobernación hablan sobre un consenso, quieren buscar un encuentro entre el rector Barros Sierra y el presidente. El secretario está convencido de que, aunque cumplan los puntos del pliego petitorio, los estudiantes no se van a calmar.

Enseguida el Martínez se da cuenta que han sido espiadas sus conversaciones con el secretario.

La CIA sugiere al comandante Fernando Barrientos pedir consejo a Fidel Castro sobre la sucesión de Díaz Ordaz.

El comandante Barrientos, por su parte, espía por medio de un infiltrado en el Consejo Nacional de Huelga al resto de los estudiantes sobre los avances de su movimiento. Por este medio, les promete que los apoyará y asegura que él sacó de la cárcel a Vidal, porque necesita que tengan un líder real que los guíe.

Los estudiantes planean la marcha del día 13 de agosto y trazan la ruta, mientras son espiados por el contacto del comandante, quien les ofrece apoyo para la propaganda del movimiento a través del cine.

Barrientos da órdenes al conductor del programa “Cultura a la Carta” y le entrega un folder con lo que debe decir: que los estudiantes son agitadores. Enseguida pide al coronel Oleg Nechiporenko el apoyo de la KGB para tener un helicóptero y con él distribuir propaganda de la marcha.

Por otro lado, Enrique Barrientos visita a su novia embarazada y le da la noticia de que ya le entregarán su casa en dos semanas.

Díaz Ordaz se queja de que el presidente de Finlandia está dudando de mandar a sus atletas a las olimpiadas, dados los recientes acontecimientos en la ciudad. Por ello, pide a su gabinete cerrar el tema de los estudiantes. Emilio Martínez Manatou de nuevo pide negociar por la vía pacífica.

El Secretario de Gobernación da un mensaje al país donde dice que el gobierno está dispuesto a recibir a representantes tanto del comisionado, como de los estudiantes.

El General Alfonso Corona del Rosal (Fernando Becerril), regente de la ciudad, sostiene que no se puede permitir que crezca el desorden en el país y la CIA le aconseja que si va a usar mano dura lo haga hasta las últimas consecuencias, le dice que lleven a cabo un golpe de Estado.


CAPÍTULO 4 "PISTOLAS"

Este capítulo comienza en la casa de Domingo Cerón, en este se encuentra su esposa y su hija, quien está probándose un vestido de cara a un evento social con edecanes. Conforme a la época, su madre le cuestiona el tipo de vestimenta, el cual muestra hombros al descubierto a lo que su hija señala que irá acompañada por otra prenda encima.

La armonía se rompe, el asistente de Alfonso Corona del Rosal abre abruptamente la puesta del dormitorio empuñando una pistola  y apuntando directamente a Cerón quien recibe 2 impactos de bala que lo dejan tendido mientras su gritan asustada por la acción que acababan de presenciar mientras recibe un impacto de bala. Así comienza “Pistolas”, el cuarto capítulo de “Un Extraño Enemigo”.

Ya en su oficina, Barrientos recibe un arreglo de flores, preguntando a su secretario quién lo había enviado sin que obtuviera una respuesta, junto al arreglo viene un pequeño sobre el cual contiene un recorte de periódico, se trataba del atentado que se había presentado en la construcción en la obras del Metro que había dejado muerto y heridos.

En otro punto, se encuentran el regente Alfonso Corona del Rosal platicando en un restaurante con Marcelino García Barragán, quien escucha como el acercamiento de los norteamericanos no es nuevo y deja claro que un probable golpe de estado es real, a lo que García Barragán señala que esto es una advertencia o una forma de convencimiento, por lo que el Regente puntualiza que ambos buscan salvaguardar los interés de la Nación, “¿y usted pretende salvaguardar los intereses del país dando un golpe de estado o evitándolo?”, refuta contundente el general García.

A esto señala Corona del Rosal que la actual situación es insostenible y le pregunta sobre el número de soldados que el General ya tiene en la calle, respondiendo que solo recibe órdenes; a esto el Regente señala que también recibe órdenes pero que no es solo su responsabilidad, sino también el cuestionar de quién las está recibiendo.

Por su parte, Corona del Rosal señala  que los “gringos” ya lo han buscado para sumarse a su lista de soplones, dejando claro que no le interesa ser agente de la CIA, enfatizando que él ya se ha manchado las manos de sangre y que ya ha visto al país cimbrado y roto y señalando qué, de cara a los Juegos Olímpicos, no es una buena medida romper filas.

Barrientos le muestra las fotografías al regente García Barragán de los cadáveres de Anselmo Rodríguez y de Domingo Cerón, ambos gente que trabajaban de manera cercana para él, a lo que el Regente le dice que no tiene tiempo para ese tipo de asuntos, por lo que Barrientos señala que esta gente era de su confianza así como Pedro Mejía para el regente, “ya estamos parejos”, encara Barrientos a Corona del Rosal, quien responde que tiene la tranquilidad de que en toda su carrera no le ha hecho  falta dar la orden para asesinar a alguien, levantando sus manos y señalando que están sus manos limpias.

Gustavo Díaz Ordaz se coloca su banda presidencial diciendo las palabras a Jesús Reyes Heróles: “estos hijos de puta me quieren derrotar Jesús” quien le dice que se calme, posterior a esto, se observa  entrar a su oficina mientras es esperado por sus generales y coroneles cercanos, incluyendo a García Barragán y Corona del Rosal; este último toma la palabra y le manifiesta como representante de las fuerzas armadas, su preocupación por la actual situación que se está presentado por lo que Díaz Ordaz señala que él también lo sabe y recalca que él es el comandante en jefe de las fuerzas armadas del país.


Corona señala que la presión no solo se vive al interior sino también al exterior, ya que se han recibido constantes llamadas de atención y que incluso el mismo Presidente también las ha recibido. En el mismo tono señala que el ruido político no es lo la prioridad, sino garantizar la seguridad y soberanía de la Nación.

Ante la exasperación del Díaz Ordaz, el regente Corona interviene haciendo énfasis en que no se está entendiendo ya que están ahí para expresar la lealtad hacia el Presiente por parte de las fuerzas armadas y del gobierno de la Ciudad, siendo la soberanía y la figura presidencial lo primero que s defenderá “hoy y siempre”, por lo que el general García Barragán le manifiesta su lealtad y señalando que es en momentos como ese en el que los mexicanos deben cerrar filas.

Barrientos y su esposa se encuentran cenando tranquilamente cuando una llamada por teléfono entra, rompiendo la armonía de la mesa, la llamada es tomada en el privado mientras Barrientos observa un sobre que parece ser comprometedor, la reacción es inmediata, Barrientos toma una pistola del cajón y sale a la calle para buscar algo o a alguien con resultados infructuosos.

De regreso en sus oficina abre el misterioso sobre rotulado con la palabra “Litempo-8”, el cual contiene documentos sobre su relación con Elena, dejando pensativo y preocupado a Barrientos.


Tras una discusión sobre cómo se están presentado las distintas manifestaciones por parte de los estudiantes, Luis Echeverría y Barrientos tiene un choque de opiniones sobre el cómo actuar y en donde Echeverría dejó en claro que el país no está en huelga señalando que ellos están muy equivocados, ya que el país no es solo estudiantes y es necesario mostrar que la gente no va a quedar cruzada de brazos por lo que busca en un encuentro con Fidel Velázquez, líder de la CTM.

En este encuentro se manifiesta la lealtad hacia el Presidente, dejando en claro que no permitirán que se legitime a los agitadores, de mismo modo, Echeverría le pide el apoyo de la CTM para que con su gente, se llene el zócalo para manifestarse en contra del agravio en contra de la Nación.


En la escena final se está llevando a cabo una fiesta por parte del Consejo de Huelga cuando varios miembros del FNET llegan de manera espontánea, generando tensión y terminando en una gresca que tiene como resultado que Joaquín resultara herido, por lo qué, ante la imposibilidad de acudir a un nosocomio para que sea atendido, Oscar no tiene más remedio que hablarle a un “primo veterinario” y tras un encuentro con oficiales de la ley, el primo veterinario resultó ser Navarro, quien en su calidad de elemento de la Dirección Nacional de Seguridad, se hace cargo de la acción.


AJ






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