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Con serenatas ante celulares y sin aplausos, así sobreviven mariachis en la CDMX

Organizarán evento masivo este 15 de septiembre, para incentivar la contratación de mariachis en los festejos patrios

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Julio López y su “Mariachi Real de Colima” ofrecen su tarjeta a quien pasa por la Plaza Garibaldi. Acaban de cantar tres canciones en uno de los callejos que la rodean, como desde hace años, pero ahora hay una diferencia: lo hicieron sin público, mirando fijamente a una cámara frente a ellos, porque los mariachis también han entrado al mundo de la virtualidad. 

La Plaza Garibaldi, lugar clave para la mexicanidad en la Ciudad de México, luce con poca gente y casi todos son mariachis que buscan o esperan trabajo durante la tercera ola de covid-19 en el país, que sigue cobrando vidas. Sus trajes blancos, negros, guindas y algunos tríos de música regional mexicana con sacos llenos de lentejuelas azules y rosas iluminan la plaza, pero hay pocas personas que puedan observar la gama de colores.

“Yo entiendo que los compañeros se desbordaron a trabajar porque ya casi un año de abstinencia de trabajo ¿quién aguanta tanto tiempo? Desafortunadamente el gremio de mariachis no estamos preparados para un escenario así, entonces nos pegó muy fuerte”, explica Julio, quien toca el guitarrón y es parte de la Mesa Directiva de la Unión Mexicana de Mariachis

Al mismo tiempo que habla, observa continuamente a su alrededor. Con mirada preocupada, se mantiene atento por si alguno de los pocos transeúntes que caminan por la plaza, pide una canción. 

Desde que empezó la pandemia, desde marzo de 2020, se empezaron a hacer las serenatas virtuales y empezaros a trabajar así. “La gente nos dice ‘Oye, quiero tantas canciones, pero mándamelas para ponerlas’, y las cobramos igual”, explica Julio. 

Los mariachis tuvieron que actualizarse y buscar la manera de aumentar ingresos, pero, según explican, también esa modalidad ha tenido su límite y nuevamente se encuentran casi sin trabajo. 

Todo el año pasado y lo que va de este, hemos estado prácticamente sin trabajar. Hasta finales de abril de este año empezó a haber más. El 10 de mayo volvió a subir y desafortunadamente cuando llegaron las vacaciones bajó nuevamente y ahorita que van a regresar a las escuelas bajó otra más. Esperamos que una vez que ya estén en las escuelas, vuelva a subir el trabajo

Las familias, a pesar de que una parte de las clases son híbridas o virtuales, prefiere ahorrar y gastar en útiles, uniformes y lo necesario para que los niños, las niñas y los jóvenes regresen a clases. Contratar mariachis no es una actividad de primera necesidad.

La Plaza continúa impávida y lo cierto es que la vida sigue. Sólo que se trata de otro tipo de vida: una más nostálgica y un poco más decaída, casi como antes de la remodelación de que fue objeto hace unos años. 

Unos niños se resbalan por las pequeñas construcciones de la Plaza y al llegar al piso salen disparados entre carcajadas. Pasan a lado de dos personas que le preguntan a un grupo de mariachis por los precios de que participen en un evento. 

Mientras acuerdan precios y explican a los mariachis que quieren festejar un cumpleaños muy cerca del Balneario Olímpico en Pantitlán, una de las mujeres se acomoda el cubrebocas y mira los labios del mariachi que les dice precios, términos y condiciones. 

La pandemia no sólo ha afectado económicamente a los mariachis: de los dos mil que pueden llegar a juntarse en la Plaza, han fallecido más de 100. 

La actual administración de la Unión Mexicana señala que han buscado tener la cifra concreta, porque el gremio no se preocupó antes por conocer la situación de los mariachis, de dónde vienen y cuáles son sus necesidades.

“La gran mayoría de esos dos mil vienen de otras partes de la República. La gran concentración viene de Tlaxcala, de Puebla, de Hidalgo. Son los que más aportan. Haciendo un balance son más ellos que los de aquí de la Ciudad de México porque incluso del Estado de México vienen muchos”, explica Julio.
 

La conglomeración, que en condiciones de pandemia debería evitarse, es constante: los mariachis que deberían estar trabajando en otras partes de la Ciudad, o esperando clientes en el Eje Central, se aglutinan con la esperanza de que alguna parejita de las cantinas que rodean la Plaza les pida canciones. 

“Falta la de Amor Eterno, joven”, le dice un mariachi a una parejita que acepta que toquen la siguiente canción. 

Un par de mujeres, que probablemente no tienen hogar, corean la canción a todo volumen, eso sí, a dos metros de distancia. Atrás de ellas, un hombre se acerca a un grupo de personas con actitud sospechosa y les enseña algo que brilla: se trata de un reloj dorado ante el que los paseantes sacuden la cabeza y se retiran ligeramente. 

“Afortunadamente no están cerrando los establecimientos, lo único que cierran es el Mercado de San Camilo que lo cierran como a las 11 o 12 de la noche y antes era 24 horas”, explica Julio poco antes de tener que ir rápidamente con sus compañeros para tocarle cinco canciones a una parejita que sin cubrebocas, se besa y se abraza al escuchar lo que parece ser su canción. 

La Plaza de Garibaldi también es un lugar de visita obligada para turistas nacionales y sobre todo extranjeros. Sin embargo, ese sector también ha dejado de asistir a la Plaza que, de acuerdo con el Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México, tiene una historia que data de la época prehispánica cuando era el centro de un barrio dedicado a la alfarería.

“Antes había muchísimo turista extranjero y ahora no. Bajó como en un 90% la llegada de extranjeros, entonces, es una proporción muy complicada”, explica Gaspar que toca la trompeta en el conjunto. 

La Unión Mexicana de Mariachis decidió acercarse hace unos meses a la Secretaría de Turismo para solicitar un plan de rescate que permita que los mariachis continúen realizando su trabajo, pero no obtuvieron una respuesta favorable. 

“Nos acercamos a la Secretaría de Turismo y ellos nos mencionaron que cuando estaba la pandemia muy fuerte el año pasado trajeron despensas en dos ocasiones, pero eso fue el año pasado. Más que un apoyo se necesita un plan de rescate que sea continuo, permanente porque un apoyo económico no va a solucionar y la pandemia no sabemos cuándo va a parar y cuánto tiempo va a seguir”, explica Julio. 

A pesar de no recibir ningún apoyo específico, los mariachis han decidido que no van a esperar sentados a que se resuelva la pandemia. Esperan que conforme se acerquen las fiestas de fin de año, haya más trabajo. 

Entre las decisiones que tomaron como Unión Mexicana de Mariachis, acordaron realizar un evento en el que buscarán juntar a mil mariachis en Garibaldi, este 15 de septiembre, para incentivar el trabajo y que la población empiece a regresar a la Plaza, aunque saben que todo depende del color del semáforo. 

“No nos queda más que esperar que el semáforo baje a verde y que regrese el trabajo”, concluye Julio.

MJP